Miles de pedazos de madera flotaban sobre el mar caribe, mientras los otros restos del galeón llamado “Isabela”, el cual provenía de Valencia, se hundían por completo, a unos cuantos metros del hundimiento navegaba despacio un enorme y poderoso buque de bandera inglesa, el mismo poseía cuarenta cañones, además el barco lucía la escultura de un león debajo de su bauprés, en la proa un hombre blanco y alto bebía coñac sin cesar, en su cintura tenía un catalejo y su sombrero negro portaba varias plumas de aves, a él un hombre pequeño y gordo se le acercó y dijo:
-Capitán Byron, ya contamos el botín, ¡era más de lo que esperábamos!
-¿Cuánto oro es?
- Es una tonelada en: monedas, collares, vajillas y barras.
-¡Ja ja ja! El rey William estará contento con nosotros por haber conseguido esta fortuna y, se alegrara más cuando sepa que hundimos a doscientos españoles.
-Sí señor, por cierto, ahora mismo, ¿a dónde iremos?
-A Santo Domingo, necesitamos muchas botellas con ron, el ser corsario me da mucha sed, luego iremos a Jamaica por más mercancía y por último haremos el largo viaje hasta Inglaterra.
-¿dijo Jamaica?
-sí torpe, ahí tomaremos a más esclavos negros para revenderlos al rey.