Carlos queriendo recoger su fusil fue alcanzado por las balas, las cuales atravesaron su pecho por completo… así de espantoso terminó el tiroteo, dejando un saldo de muchas muertes, incluyendo sicarios y policías, los pocos policías que sobrevivieron se veían muy heridos, en esa madrugada de un domingo miles de casquillos estaban esparcidos sobre el suelo, mientras miles de fardos de cocaína quedaron empaquetados antes de ser distribuidos.
En la noche del sábado anterior, Carlos de 17 años, cumplió un mes de ser reclutado por el cartel, a él lo equiparon con un poderoso fusil AR-15, además lo vistieron con fatiga y botas de uso militar, lo entrenaron enseñándole a pelear cuerpo a cuerpo, a disparar con varias armas y, le enseñaron lo más importante: obedecer toda orden que el señor capo dijese, la primera misión de Carlos era “simple”, era dar vueltas alrededor del laboratorio, vigilar con binoculares y matar a cualquier desconocido, aunque ese lugar tenía difícil acceso, pues estaba sobre una alta y solitaria montaña.
Durante la noche la gente con afán empaquetaba la mercancía adentro del laboratorio, mientras afuera Carlos y otros tipos vigilaban como perros guardianes, Carlos fumaba sin cesar para no dormirse, cuando fue a orinar detrás de un árbol, escuchó un extraño ruido, apuntó con el fusil, pero… solo era un venado, cuando la madrugada se acercaba, un comando de policías élite entró en escena, Carlos mató a varios policías; sin embargo disparaba y corría al mismo tiempo, por lo que tropezó, Carlos queriendo recoger su fusil fue alcanzado por las balas, las cuales atravesaron su pecho por completo.