Ministerio del Tiempo - cinco libros apocrifos

Tiempo de Reconquista – 1806 – Reconquista por un tiempo - parte 3 de 8

Parte 3 de 8

Ni bien pudo volvió a la oficina, cerró la puerta, se preparo un té, tomo la carpeta y continúo leyendo:

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Con precaución se fueron acercando, llegados al lugar prestaron atención, la discusión rondaba en torno a qué hacer, si cumplir el pedido del Cabildo o seguir adelante desoyéndolo.

  • Vuesa merced, debemos acceder al pedido, las vidas y haciendas de los súbditos reales dependen de ello — Insistía alguien que parecía tener fuerte interés en que así fuera
  • Pero es el tesoro del rey — Protesto la persona interpelada, a todas luces una persona principal, quizás una autoridad.
  • ¿Quién es? — consulto Julián a un paisano, señalando al interpelado, este lo miro extrañado y a la vez alagado de ser consultado sobre tan importante persona
  • El mismísimo virrey, ¿Cómo es que no se ha dado cuenta? — Como si fuera obligación conocerle.
  • ¿y qué hace el señor virrey aquí? — Consulto tímidamente Amelia.
  • Pues, marcha a Córdoba a organizar la reconquista — contesto cortésmente el que antes había hablado.
  • ¿Organizar la defensa? ¿Organizar la defensa dice? Ese inútil cobarde está huyendo — protesto otro

Y varios se volvieron a mirarlo, no porque quizás no estuvieran de acuerdo, como por curiosidad de saber quien se animaba a decir lo que muchos pensaban. Dándose cuenta el que había hablado concluyo

  • ¿Qué, acaso miento? Ha dejado la ciudad a merced de los herejes y en vez de quedarse a luchar se escapa con el tesoro — y cayo, pues, como todos, tenía interés de saber cómo seguía la conversación.
  • Señor, han amenazado con confiscar los bienes de todos los habitantes de la ciudad— seguía arguyendo el primero que escucharon pedir por el cabildo
  • Les serán devueltos con creces cuando recuperemos la ciudad — respondió el virrey
  • También amenazan la seguridad de la gente, ¿Quién podrá devolver la salud y la vida si alguien sufre esa pérdida? — argullo otro
  • A parte señor, un tesoro igual se podrá volver a juntar, pero la confianza de los súbditos…—

Este último argumento, y el aviso de que el escuadrón ingles se acercaba, pareció dar al virrey el argumento que deseaba para seguir con su viaje….aunque tuviera que dejar el tesoro.

  • Si es por la vida y la lealtad de los súbditos…. — dudo, por compromiso— pues, que sea— y bajo los brazos en señal de derrota.
  • ¿Qué va a hacer qué? — consulto incrédulo Alonso — ¿Va a entregar el tesoro? —
  • Así es, ese tesoro luego será expuesto en las calles de Londres, aunque para esa época la ciudad ya será nuevamente española — Explico Amelia.
  • Malditos cabrones —

Una vez zanjada la cuestión, tomada la decisión, el Márquez, con la poca gente que lo seguía reanudo su viaje a Córdoba, mientras los emisarios del cabildo de Buenos Aires quedaron esperando las tropas Inglesas para conducir de nuevo el tesoro a la ciudad.

  • Vamos, tenemos que buscar como llegar a Buenos Aires — volvió a hablar Amelia, trayendo a todos de vuelta la realidad inmediata. Sin pensarlo mucho tomaron por una de las calles que desembocaba en la plaza donde se encontraban…con tanta suerte que fueron a dar de frente con las tropas británicas que entraban.

No eran muchos hombres, no más de 10 jinetes fuertemente armados, con un oficial a cargo.

Fue imposible no cruzarse con ellos.

El oficial se detuvo ante ellos. Alonso apretó discretamente el pomo de su espada, Julián sopeso el lugar buscando alguna salida y Amelia…dejo caer sus hermosos ojos claros, mientras cubría su boca levemente entre abierta con el pañuelito que llevaba en la mano en gesto estudiadamente inocente, como si estuviera sorprendida. Imposible arma mejor

Galantemente el oficial se inclino sobre su caballo, llevándose la mano al sombrero y saludo

  • B u e n o s d í a s — balbuceo
  • Good morning sir — contesto ella en perfecto Inglés. La cara del soldado se ilumino y una torpe sonrisa apareció en ella.
  • A pleasure, my lady, can I help you with something? — ofreció galantemente
  • Would you be so gallant? We need to go to Buenos Aires — indico ella, haciendo un ademan que abarcaba a sus compañeros.

Entonces el oficial reparo en los hombres y, dirigiéndose de nuevo a Amelia pregunto por ellos

Con su voz más suave ella le explico que uno (Julián) era doctor en medicina y que el otro (Alonso) era hombre de confianza de su padre y que ella viajaba bajo su protección, como correspondía a cualquier dama de honor, resaltando estas palabras.

El Ingles pareció entender, medito unos segundos e interrogo por el motivo del viaje y el origen de los viajeros. Entonces Amelia explico que venían de Mendoza, y que iban a Buenos Aires de donde ella seguiría viaje a Europa, en la primera oportunidad. Esto último pareció agradar al soldado, que no le quitaba los ojos de encima y, sin pensarlo le ofreció acompañarlos hasta el puerto, y, en lo que a ella respectaba, si no tenia objeción, le ofrecía su protección hasta que embarcara, al tiempo que le aseguraba que podría ayudarla a hacerlo en un buen navío Ingles, ni bien se presentara en la capitanía.



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En el texto hay: fanfic, fan fic del ministerio del tiempo

Editado: 07.01.2025

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