Ministerio del Tiempo - cinco libros apocrifos

Tiempo de Navidad – 1605 – puertas por un Tiempo - parte 2 de 8

Parte 2 de 8

Como de costumbre, la actividad del ministerio decaía en víspera de Navidad. Estas fechas no eran, como deberían ser, de alegría y reencuentro, la mayoría de los que trabajaban en él eran solitarios sin familias, algunos tenían puertas por las cuales salir, pero la mayoría no.

Sin embargo unas vacaciones eran unas vacaciones y nadie las rechazaba.

Salvador y Ernesto recorrían los pasillos, comprobando que las puertas estuvieran cerradas, las misiones concluidas, todo en orden para cerrar por una semana sin riesgos de encontrar sorpresas al regresar.

Quedaba una sola puerta sin sellar, al pasar frente a ella se miraron comprendiendo y siguieron.

—Irene es una mujer responsable, puede demorarse un poco— dijo Ernesto.

—Solo me preocupa esa puerta nueva— dijo resignadamente Salvador— con su traba del otro lado. Ya he conseguido el presupuesto y la autorización para tapiarla, pero no se podrá hacer hasta después de las vacaciones—

—Pero ¿eso no es peligroso?— pregunto Ernesto

—SI, sí que lo es, pero es vísperas de Navidad, y los sindicatos y los derechos adquiridos, tú sabes— se justifico

—SI, si se, que tiempos estos, en mis tiempos cosas así no pasarían—

—Sí, ya lo sé, pasarían otras, bueno, confiemos en que esa puerta no nos traiga problemas. Vamos, ya es tarde y arriba deben de estar por brindar—

Los dos subieron la escalera, apagaron la luz y cerraron la puerta de entrada general.

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Irene salió del apartamento con una terrible sensación de vacío. Se sentía mal, había discutido y consideraba egoísta lo que su compañía le pedía, faltaba algo, no sabía qué, pero faltaba y se sentía vacía. Como de costumbre se dirigió, cautelosamente, hacia la puerta del ministerio, estaba retrasada y si bien sabía que la entenderían, no quería que le tuvieran ninguna consideración especial.

Camino por calles desiertas, el frio y la proximidad de las fiestas habían transformado el paisaje urbano. De camino paso por la custodia de San Francisco Solano, no era un edificio que tuviera alguna belleza en especial, más bien todo lo contrario, pero se detuvo unos instantes, esa cosa que le hacía doler el alma se movió más. Una mujer, de la mano de una niña, cruzo la calle Portalegre y desapareció por la esquina, ¿Cuánto tiempo hacia que no tomaba la mano de un niño? ¿Cuando había sido la última vez? .El viento, frio, soplo y la despabilo, obligándola a ponerse de nuevo en camino, se subió la capucha del abrigo y marcho. A poco llego a la puerta y la cruzo.

Al salir al pasillo se quedo pasmada, ahí frente a ella estaba esa niña, menudita, pero ya adolescente, sus pequeños pechos la delataban bajo la sencilla bata de algodón que tenía como toda vestimenta.

¿De qué época seria? ¿Por qué puerta habría llegado? , pensó indignada, ¿Cómo podía ser una falla de seguridad así?, ya la oirían… pero no pudo pensar en más, la niña, tomándole la mano, la arrastraba suave pero firmemente hacia la única puerta abierta, ¡la puerta Nueva! Sin darse cuenta casi, cruzo el umbral y se encontró en medio de una tupida selva. Se dio vuelta para gritar, pero fue inútil, la puerta ya estaba cerrada.

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Un poco antes, en la cafetería, mientras se iba juntando la gente, Julián, Amelia y Alonso tomaban un café y conversaban, con unas caras que desmentían el calendario

—Bueno ¿y qué vais a hacer?— pregunto Alonso — ¿Nos juntamos en la casa de Pacino o no?—

—Mira— dijo Julián— yo iría, por no hacer sentir mal a Pacino, pero…que no estoy de ánimos—

—Ni yo— musito Amelia— tengo que ir de mis padres, pero no quiero—

—Es que estas fiestas son cosas del pasado— dijo Julián

—¿Del pasado?— pregunto asombrado Alonso—¡Las fiestas que se celebraban en el pueblo!, si no había nadie que no la pasara de puta madre—

—Ves lo que digo, eso era así en el siglo XVI, pero en el XXI…— dejo la frase sin terminar

—Si, en el XXI tenéis de todo, y no tenéis nada, habéis perdido el Alma Julián—

—No es para tanto Alonso, solo que ya las familias no son lo que eran antes—

—Lo sé, ahora cada uno hace la suya y el otro que se arregle—

—Bueno no es para tanto, tampoco se esta tan mal, el más pobre de esta época vive mejor que muchos nobles del XVI, con muchas más cosas y confort—

—Ese es el problema Julián, tenéis demasiadas cosas y habéis olvidado ser felices, siempre les falta algo para lograrlo—

—En eso quizás tengas razón Alonso— tercio Amelia

—No sé, me parece que lo que no ven es que ahora somos más libres y no necesitamos a nadie parado en un pulpito para decirnos que hacer y que no. A parte, ¿Qué festejamos? Un cuento de niños— concluyo amargado.

—Amigo, que mal que estáis— dijo Alonso persignándose

Julián se levanto sin decir nada y se fue hacia los sanitarios

—No puede superar lo de su esposa— Justifico Amelia

—Sí, lo sé, el otro día, en el casillero le vi un regalo para ella— dijo Alonso en voz baja.



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En el texto hay: fanfic, fan fic del ministerio del tiempo

Editado: 07.01.2025

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