Ministerio del Tiempo - cinco libros apocrifos

Tiempo de Fundación – 1573 – Fundación para mucho Tiempo - parte 3 de 8

Parte 3 de 8 - Ciudad de los Cesares

Con paciencia volvió a tomar las mediciones y a anotar cuidadosamente la declinación y otras medidas sobre la carta de navegación, cual marino de tierra adentro.

A cientos de kilómetros de cualquier costa, rehízo los cálculos y los cotejo con los anteriores, todo indicaba que el rumbo era correcto, la ciudad de los Cesares debía estar unas leguas más adelante, pero ¿Cuántas?. Según el indio ese que se les había unido casi al comienzo de las sierras, al que encontraron siguiendo la sugerencia que les hiciera el mestizo que los fue a ver en Santiago del Estero, justo antes de salir para el valle de Salta haciéndoles cambiar el rumbo al sur, no debería faltar mucho….y sin embargo…¡cuántas leguas llevaban recorridas en pos de esa bendita ciudad!.

Medito nuevamente sobre esa extraña charla que había tenido en los establos, tras el rancho en que tenía su cede la gobernación. Sabía que debía andar con cuidado, que el nuevo virrey no le tenía estima, que debía moverse con pie de plomo para no darle lugar a que tuviera una queja directa contra él. Y sin embargo…era como que el diablo le hubiera movido la lengua al mestizo, para hacerle decir lo que el tanto ansiaba oír, la ubicación de la ansiada ciudad de los Cesares.

— E asi como te digo gaiego. Io e etado ahí—

— ¡que no soy gallego!¡soy andaluz!—

— eh lo mismo cara e estatua. No te sulfúrei(10) al vicio que se te va a subí la presión— le contesto el mestizo con una tal falta de respeto que lo hacía merecedor del cadalso.

— teni que enfila pa el sur hasta bien entrada las sierras, hata alcanza el primero de lo rio, pero ojo, no te vua(11) a pasa de largo, mira que en invierno no llueve y puede que lo confundai con un arroito(12)— le aclaro.

— a parte, por si no te dai cuenta por la temperatura, aca etamo(13) del otro lado e la raia(14) y Junio e pleno invierno, no e verano como en tu casa. ¿entendi?, y por aca en invierno no llueve ni ahí(15), asi que pode i(16) sin paragua no ma—

Solo el recuerdo de su santa madre y la posibilidad de que la historia fuera cierta, mantenían vivo al tipejo ese.

—Bue, cuando llegue al riazo(17) ese, para y fúndate una ciuda, pa tene donde junta la guita que va a trae de lo cesare. ¿Me entendí?—

— Señor, el caminaga ese que nos acompaña quiere mostrarle algo, dice que es importante— interrumpió sus recuerdos un soldado.

Se levanto algo a desgano y fue a ver que se trataba.

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El cacique Caminaga, jefe y chaman de su tribu, aun se preguntaba que hacia ahí, tan al sur. Le debía varios favores al mestizo ese que se hacía llamar Jacinto, por eso había aceptado dejar a su gente justo en víspera de un combate con los intrusos que venían del norte…¡para hacer de guía del principal de ellos!

Pero ya era basta, el trato había sido llevarlos hasta el Suquia y el había cumplido. Pero el barbudo enlatado(18) no lo quería dejar ir, estaba emperrado en seguir hasta encontrar la ciudad de los cesares. ¿vaya a saber uno con que lo habría engatusado el mestizo, para meterle tanto animo al extranjero? Pero ya era suficiente, el se largaba esa misma noche.

Decididamente camino hacia unos mistoles(19) que había tras una loma cercana e instalo su magia. Trabajo un buen par de horas, porque no podía recurrir a brebajes ni nada parecido, como hacia normalmente con su gente, para que todo pareciera real a los ojos del español. Estos tipos con su Dios muy presente veían obras del diablo en todo lo que no entendieran, lo cual no sería tan malo si no estuvieran armados..pero lo estaban.

Una vez terminado el trabajo se sentó a repensar los detalles, mientras caía el sol y minutos antes de que este tocara el horizonte mando llamar a don Jerónimo. El juego de luces del atardecer era esencial para el engaño.

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Cuando Jerónimo llego a la sima donde lo requerían estaba de mal humor, ya habían cruzado no uno sino cuatro ríos y acababan de divisar un quinto sin que apareciera nada. Si en un par de jornadas no encontraban otra cosa deberían regresar, porque las provisiones se agostaban y la tierra que se adivinaba más allá del quinto no prometía sustento seguro.

Ahí estaba el taimado ese de Caminiaga, siempre con su porte misterioso, mescla de cacique y brujo, esperándolo con su cara indescifrable.

Con un gesto parco el indio le pidió que se acercara y le indico que mirara tras la lona que colgaba entre los mistoles(19), justo hacia donde nacía el desierto, esa inmensa extensión que nace paulatinamente al sur del rio quinto y se extiende hacia el oeste hasta los andes y hacia el sur hasta el fin del mundo.

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—¿Qué hiciste qué?, ¿tai loco vo? ¿Cómo te va a manda semejante mocazononon(20) chino pavo?—

—¿y que querí que hiciera? Lo gaiego eso etan loco con el oro, ¿Qué donde esta el oro? ¿la plata? ¿la piedra preciosa? Todo el día lo mismo, así que le mostre lo que querían ve y me vine, no e pa tanto che. A parte, el que le dio manija con eso de lo cesare fuiste vo che—

—Si pero fue pa terminar de decidirlo a segui pal su, a funda Córdoba. Ahí lo tenía que deja che, no era tan difícil el favo(21)—



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En el texto hay: fanfic, fan fic del ministerio del tiempo

Editado: 11.01.2025

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