Parte 1
—¡Hey, Elder!
En ese entonces, con tan solo seis años sabía lo que eran los alimentos saludables, lo que no sabía, eran cuales eran los que te hacían inflar la cara como un pez globo.
—¿Qué sucede, Marco?
—Mi mamá nos ha preparado bizcochos.
—¿En serio?
Marco Polo, un nombre y apellido tan profundo e importante cuyo portador no es el indicado.
Nuestro primer encuentro fue el primer día en el jardín de niños. Fue cuestión de segundos para que ambos comenzáramos a llorar luego de que nuestras madres salieran del salón, aunque esa no es la parte más importante.
Resulto ser que ese mismo día tuve a mi primer amigo en el mundo. Desde pequeño solía ser muy antisocial, cosas como jugar en el parque no eran exactamente las actividades que me gustaban hacer, y supongo que el hecho de que mi madre fuera muy sobreprotectora no ayudaba en la situación.
Como sea, el asunto fue que Marco lloraba más que yo, incluso en ese entonces, la maestra solía decir que era como ver una competencia de quien lloraba más fuerte. Pero con el pasar de los días, Marco y yo nos acostumbramos a vivir de esa manera.
Compartíamos juguetes, chupones, y muchas veces dormíamos con la misma manta, y sin darnos cuenta, ya éramos muy buenos amigos, tanto como para ir a la misma escuela juntos.
Como cualquier vida estudiantil, la secundaria fue todo un reto. Aunque esto último usualmente se debe a los constantes momentos de vagancia del estudiante, peor siendo honesto, no es como si la escuela fuera realmente importante.
Mi maestra solía decirme “Mientras sepas las materias de matemática y letras, ten por seguro que entraras a una buena universidad si te esfuerzas y pones todo de ti, pero el hecho de que eres tú el postulante, el camino estará lleno de espinas y probablemente mueras”
Solía meterme en líos en la escuela, eso explicaría la poca fe que tenía la tutora de nuestro grado sobre mí.
Ya saben, peleas en el salón, tardanzas que excedían los veinte minutos de prórroga, una de las pocas cosas por las que la juventud de ese entonces tenía para mí, aunque estaría mal culpar a la juventud con mis actos nocivos, ¿verdad?
Eso, más el hecho de que constantemente desaprobaba todas las materias excepto las clases de Física y matemática, pero el hecho de ser una escuela privada, hacía que estos pequeños “errores” no salgan perjudicando mi majestuoso trayecto sobre el sistema educativo llamado escuela.
Por otra parte, no me considere un delincuente o un ser que estaba destinado al fracaso.
Usualmente, las peleas eran por motivos como “Oye me debes cinco dólares” “¿Intentaste patearme a mí en vez de la pelota?” “¿Qué has dicho sobre mi madre?”
¿Eh? ¿Qué fue eso? ¿Por qué que me siento totalmente avergonzado? ¡¿En verdad fui tan estúpido cuando era tan joven?! Quiero decir, ¡me siento como si fuera el típico personaje de mala conducta en las obras de teatro!
Por otra parte…
Aunque me metía en problemas con mis compañeros y algunos estudiantes de alto y menor grado, Marco siempre estuvo ahí.
Y no hablo de la estupidez de “Oh ¡Marco! ¡Siempre estas junto a mí ayudándome a golpear a estos parásitos sin futuro, cuando realmente pueda ser uno de ellos! ¡Tú amistad realmente hace que valore cada vez más la vida y quiera ser mejor como persona!”
Nada más lejos de la realidad.
—¿Estas bien?
Oye, Oye, preguntar si estoy bien cuando obviamente no lo estoy, no es de sentido común, idiota.
Si ves a alguien sangrando por la calle, las personas siempre tienden a reaccionar diciendo “¿Estas bien?” ¡Claro que no está bien estúpido! Bueno, puede que lo este y tan solo este sufriendo mucho dolor, ¡pero la cuestión no es esa!
—¡Ma-Maestro, Elder está peleando otra vez!
Solía decir eso con lágrimas en los ojos como si estuviera a punto de desmayarse.
Marco Polo, un gran nombre para alguien chico, y no hablo de su estatura. Marco media aproximadamente un metro con sesenta y ocho centímetros, mientras que yo un metro setenta.
No era mucha la diferencia. ¡Pero el hecho de que el tuviera ese cabello rubio y lascio, lo hacía más alto!
Sus ojos eran de color azules y su piel un tanto blanca sin llegar a ser pálida. En cuanto a mí, mi cabello es negro, y mi tono de piel es igual al suyo, ¡pero el hecho de tener esa altura lo hacía resaltar más!
Aunque hoy en día no me interesa serlo, ah… cuando se es joven realmente quieren ser el centro de atención, sería bueno de esa manera si tan solo ganara algo como dinero, pero la vida no es tan buena como para brindarnos ese lujo.
—¡Elder! Deberías estudiar más para las pruebas en vez de perder el tiempo jugando.
—¿Ah sí? ¿Eso crees?
—¡Por supuesto que sí! ¡¿Y qué demonios hacemos en una sala de juegos arcade?!』
—Pues querías jugar, ¿no? 』
—¡Claro que no! 』
—Claro que sí, dijiste: “Quisiera poder alinear las formas para tener un buen puntaje” y por eso estamos aquí, jugando tetris, aunque no eres muy bueno.
Dije eso mientras reía y sonreía viendo la pantalla.
—¡Dije que quería poder dibujar las funciones de una matriz! ¡Y ni siquiera estás jugando tetris, eso es City Fighter 4! 』
Respondía marco moviendo los brazos con una expresión de temor en su rostro, usualmente el tenia este tipo de actitud, no era perfeccionista, tan solo quería vivir su vida sin el menor peligro posible, una persona temerosa que tan solo quería encajar en la sociedad. Pero eso no quería decir que quería ser el centro de atención, al contrario. Marco era algo tímido.