Estaba frente al espejo de mi habitación observando atentamente el atuendo que llevaba, desvíe mi atención de mi disfraz a mi cara soltando un suspiro de cansancio.
—¿Qué haces? ¿Por qué no éstas lista? —chilla la rubia al asomarse en la puerta. Entra rechinando sus tacones con la cerámica hasta llegar y posarse detrás de mí.
—Si estoy lista, ¿acaso no me veo linda? —inquirí haciendo un puchero a través del espejo.
—No lo eres con estos nudos en tu cabello —reclamo halando el cabello con el cepillo de peinar provocando que soltara un quejido
Después de varios halones por parte de mi querida hermana, soltó mi cabello —ves ahora si eres hermosa.
Me mire en el espejo verifique como había quedado mi cabello y lo confirme, mi hermana tenía razón era hermosa pero no como yo lo quería, esta belleza era superficial, sin ningún significado, sin algo resaltante. No quería ser bella de esas forma, quería ser bella expresando lo que soy.
—Si, eso ya lo sé —masculle dejando escapar un largo suspiro. Tome la máscara de plumas negras que se encontraba aún lado y me la puse, mis azulados ojos delineados resaltaban a la perfección con la máscara que llevaba puesta para la ocasión.
—Bien ya estas lista, ahora bajemos, mamá y papá nos están esperando —declaró, al igual que yo se puso su máscara rodeada de bellas plumas, pero el color que ella llevaba en aquella ocasión era rosa que resaltaba a la perfección sus verdes ojos y rubia cabellera.
Somos tan diferentes no sólo físicamente también en la personalidad, no nos parecemos en nada. Ella es la mas responsable y seria, siempre se basa en lo correcto y lo justo, mientras yo pues mi vida no es muy estable, no soy madura en lo absoluto. Mientras Diana luce como todo una princesa con esa belleza y elegancia que emite, yo luzco como la hija rebelde desenfrenada que esta en ese dilema de encontrarse existencialmente, o bueno eso es lo que me esta pasando en este momento.
Caminamos por los largos pasillos de la casa hasta llegar al encuentro con nuestros padres que están parados al comienzo de las escaleras.
—Tan bellas como siempre mis hijas —elogio mi padre con orgullo antes de abrazarnos con cariño.
—Tu también estas muy guapo el día de hoy papá, y tu también mamá.
Eso es cierto nuestra madre tiene una belleza inigualable, la cual siempre resaltará entre la multitud.
—Todas son hermosas sin duda, ahora podemos bajar, nuestros invitados nos esperan —pronunció en el tono más amable posible mi padre y todas asentimos.
Mi padre le ofreció el brazo a mi madre y ella gustosa los entrelazo, Diana y yo íbamos más atrás para darle un poco de espacios a los tórtolos.
Era admirable ver el profundo amor que se sentían ellos, a mis padres se les puede derrumbar el mundo, no les importara, si se tienen uno a otro, unos dirían que con los años el amar a la misma persona se hace mas difícil o que el amor se desvanece, mis padres son la prueba viviente de que el amor si puede ser para toda la vida y cada día te puedes enamorar más de la misma persona.
Llegamos al final de las escaleras y en estas ya se encontraban una cantidad considerable de personas vestidas con hermosos vestidos o elegantes trajes. Todo era precioso. Las personas en el salón centraron su atención en nuestra familia, un camarero se acercó con una bandeja en la que estaba cuatro copas de champán, cada uno de nosotros tomó la correspondiente y mi padre prosiguió a hablar:
—¡Buenas noches! Sean todos bienvenidos a la gala anual de Navidad, me siento complacido que fuera mi familia, quienes tuvieron la oportunidad de ser sus anfitriones este año, disfruten de esta gala, gracias por deleitarnos con su presencia —término de dar el saludo y casi de inmediato la música volvió a sonar en el gran salón.
Mi padre prosiguió a dejar la copa de lado e invitar a mi madre a bailar, ella gustosa acepto y se alejaron hacia la pista de baile, más parejas se le unieron a ellos. Mi hermana quedó a mi lado observando cómo todos se movían al compás de aquella delicada melodía.
—¿Me concedería esta pieza señorita? —pregunto un chico de cabello oscuro, extendiendo la mano hacia Diana, ella de inmediato se sonrojo y acepto la muy desgraciada.
Si ella vivirá su cuento de hadas esta noche yo viviré el mío.
Con ese pensamiento en mente me dirigí a la mesa donde se encontraban todos los postres. Al pasar un rato haciendo lo que se hacer mejor, comiendo como si no hubiera mañana, un chico de la nada se me acerca.
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Editado: 03.02.2022