—Ya va siendo hora de que sirvas para algo.
—Él es bueno, papá... ¿No crees que exista otra forma?
—¿Me estás diciendo cómo hacer mis negocios?
—N-no, p-pero...
—Sí, eso creí. Lárgate antes de que se me agote la
paciencia—soltó con rabia y él obedeció,
odiándose por no tener la valentía para enfrentarlo.
Los monstruos debían enfrentarse desde el principio...
Porque de lo contrario se volvían demasiado
grandes como para ser derrotados.
NARRADOR
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A Rowan Grayson, hijo único de Abigail Grayson y un astronauta llamado “Marcus” como su abuelo, ya le estaba pesando el morral que cargaba sobre la espalda.
Pensó que quizá no debió haberse llevado su telescopio ya que, igual si tenía que trabajar para comer, no tendría mucho tiempo de ver las constelaciones.
Para comenzar, el clima afuera estaba demasiado molesto como para caminar tan lejos.
Tenía calor después de la caminata pero, si se quitaba la chaqueta que se había puesto nada más bajar del ascensor, de seguro que le daba mucho frío.
Era complicado irse de casa.
—Pero seguro que esta vez mi papá si viene por mí—se dijo esperanzado y luego acomodó los lentes sobre el puente de su nariz.
Estaba enojado con su mamá. No quería ir a la escuela para que siguieran burlándose de él como cada día después de que se celebraba el día del padre.
Rowan soportaba muchas burlas en su escuela, pero la peores eran las que tenían que ver con su papá.
Esas eran las que más le dolían.
—Pero todo se acabará cuando papá venga por mí... Solo debo conseguir la manera de sobrevivir si se tarda un poco en llegar—murmuró y le ofreció otro trozo de sándwich al perro del desconocido—. Igual y te vienes conmigo... Yo seré mejor padre que ese hombre loco—agregó muy seguro de sí mismo y luego revisó la placa que colgaba de su collar—. A-tom... ¡Atom!—repitió divertido—. Átomo, un nombre original. Me gusta y me gustas tú, eres un buen chico, ¿no?—agregó rascándole la cabeza con ternura. El can jadeó contento y Rowan sintió la alegría de alguien que nunca había tenido una mascota.
Quizá ahora que no viviría bajo las reglas de su mamá podría permitírselo.
—Puedo hacer lo que quiera—se dijo positivo y luego miró a Atom con seriedad—. Tú te quedarás conmigo. Para comenzar, en una vida independiente podemos hacer muchas cosas. Traje mi teléfono, tablet y laptop. Sé muchas cosas, alguna nos debe servir para ganar dinero... ¡Quizá podamos usar Tiktak!—exclamó y miró al can con los ojos entrecerrados—. ¿De casualidad sabes hacer trucos, socio?—preguntó pensativo y Atom soltó un ladrido que sonó extrañamente afirmativo.
—Bien, veamos... Sentado—ordenó y el perro pegó su pompa al suelo con una actitud seria—. Bien... ¿Sabes dar vueltas o hacerte el muerto? Eso podría funcionar para obtener dinero—murmuró Rowan pero el perro inclinó la cabeza hacia un lado, demostrando que no tenía idea de qué había dicho.
—Bah, supongo que entonces no nos servirá—masculló Rowan con resignación y luego aplaudió emocionado—. ¡Ya sé! ¡Podemos hacer videos en Tiktak! He escuchado que mis compañeros de clases ya tienen muchos seguidores... Si ellos pudieron, nosotros también—aseguró animado y le lanzó otro trozo de sándwich a Atom, quien lo atrapó en el aire y luego masticó gustoso.
No podía hablar, pero su colita demostraba que estaba muy alegre de compartir con Rowan. La esencia del pequeño humano le era familiar, sentía que debía cuidarlo.
—¿Qué dices? ¿Te parece si hablamos sobre los planetas? A muchas personas les gustan las constelaciones, podemos mostrar cómo pueden identificarlas o quizá podemos cobrarles por encontrarlas para ellos...—comenzó a decir pero de pronto escuchó algo que sonó muy parecido a una risa.
—Rowan, la vida de adulto es mucho más difícil de lo que crees... ¿Videos de Tiktak?—rió Harrison apareciendo en la entrada de su escondite y negó divertido—. Atom come como un mamut, niño... Sin importar cuánto puedas ganar con videitos, él se devoraría la cosa en cuestión de segundos. Tienes más probabilidades de sobrevivir solo—agregó y, para asombro del pequeño rubio, en lugar de comenzar a regañarlo o gritarle se sentó a su nivel y lo miró a la cara.
Rowan había creído que la casetita que había debajo del tobogán era un buen escondite pero al parecer, por más que escondió a Atom junto a él en el hueco, igual habían estado a la vista.
—Vete de mi lugar—reclamó el pequeño sacando las garras.
—Vine a buscarte porque tenemos que hablar.
—No tengo nada qué hablar contigo. Eres un extraño como cualquiera—escupió enojado y dejó a Harrison sin palabras cuando sacó una resortera.
La cargó con una piedra del tamaño de una nuez para después apuntarla en su dirección con la eficiencia de alguien que llevaba toda su vida haciéndolo.