Mío

˚⭒˚⭐。˚⋆⭒CAPÍTULO 7⭒˚⋆。˚⭐⭒˚

Algunas veces los niños de la escuela eran malos.
Él lo aprendió de la peor manera y, como el único
apoyo que recibió de su padre fue una “lección”
que nunca olvidaría, él tuvo que aprender que de
vez en cuando los puños hablaban mejor que las
disculpas y los inútiles ruegos susurrados.
Poco a poco comenzó a dejar salir su enojo
contra los niños que lo molestaban y se sorprendió
bastante cuando, en su primera pelea, se dio cuenta de que
los puñetazos dolían menos que la actitud de su papá.
Pero ese era apenas el inicio...
Pronto se dio cuenta de que nada dolía
más que la indiferencia de su papá.

━━━━━━━━━━━━━━━━━━✨☀

Solté a Atom y él corrió a ponerse frente a Rowan.
Tomó su pose defensiva y gruñó a los mocosos, dejando claro que estaba listo para proteger a Rowan al instante.
Verlo así me llenó de orgullo el pecho. Yo lo había entrenado, pero ver cómo le había tomado cariño al rubiecito me enorgullecía.
Rowan no lo sabía, pero se había ganado un gran amigo.
—¿Sabes lo que le hago yo a los mocosos que se meten con el jefe Rowan?—pregunté y luego miré a mi rubiecito fingiendo temor—. ¿Quiere que me deshaga de ellos, jefe? ¿Tiene alguna estrategia que prefiera? ¿Quizá esa de sacar intestinos y ojos a la vez?—pregunté suavemente y bajé la cabeza, fingiendo como si le tuviese respeto al rubio.
Él me miró confundido, sin saber cómo reaccionar y luego levantó la barbilla con seriedad, demostrando que era digno hijo de su madre.
Amaba cuando mi Abby hacía eso, y mentiría si dijera que no me contentaba verlo en Rowan.
No sabía qué demonios le habían hecho esos mocosos como para que olvidase quién era, pero yo estaba más que dispuesto a recordárselo.
Los listillos me miraron con asombro y el cabecilla tiró el morral de Rowan al suelo, haciendo que los toppers se desperdigaran frente a él.
—¡Vámonos!—gritó uno de ellos y luego comenzaron a correr en distintas direcciones, alejándose de nosotros.
Rowan acarició el cuello de Atom con suavidad y no me perdí la forma en que miraba fijamente su pelaje, como si quisiera evitar mirarme a toda costa.
—¿Por qué no me dijiste que te molestaban?—pregunté con más dureza de la que pretendía y él puso su mejor expresión indiferente mientras seguía con su mirada pegada al pelaje de Atom.
—No eres mi amigo. No eres mi papá... Tampoco eres nadie, ¿para qué iba a decirte mis cosas?—respondió groseramente y yo sentí que me rechinaban los dientes del enojo.
—Esto no es un juego, Rowan—regañé comenzando a enojarme mucho más de lo que ya lo estaba.
—Yo no estoy jugando—me regresó tajante y luego recogió sus cosas del suelo-o lo que quedaba de ellas-, para alejarse de mi suavemente.
Su cabeza gacha y hombros caídos me dijeron más de lo que él quería admitir.
—Estamos hablando, Rowan Grayson. Necesito que me digas por qué está pasando eso y por qué lo permites cuando eres tan grosero conmigo... ¿Cómo es que dejas que esos mocosos te hagan eso cuando a mi ni siquiera dejas de replicarme?—solté dolido y él me miró a los ojos por primera vez en todo el rato.
—No quiero hablar contigo. No eres mi papá y no tengo por qué decirte nada... Terminamos de hablar. Me voy a clase o me castigarán—murmuró pero yo no me perdí la forma triste en la que se alejó de mi.
Consideré dejar que se fuera solo, pero algo dentro de mí me hizo seguirlo en silencio y agradecí que mi instinto fuera tan agudo cuando vi cómo Rowan se detuvo de pronto y giró hacia atrás asustado.
—¿Qué pasa?—comencé a preguntar pero justo en ese momento vi cómo una figura totalmente vestida de negro aparecía de la nada en la esquina e intentaba atraparlo.
La rabia corrosiva explotó dentro de mí y yo corrí a interceptarlo.
Era un hombre. Su estatura y complexión lo delataba.
—¡¿Qué demonios crees que haces?!—grité rabioso al tiempo que me interpuse en su camino, evitando que atrapara a Rowan.
Lo derribé de un puñetazo y él cayó al suelo con un golpe seco.
Intentó ponerse de pie, pero yo no dudé en derribarlo con una patada en la barbilla y me giré hacia el rubiecito que nos miraba aterrado.
—¡Espérame con tu maestra!—le grité. pero él no dejó de mirarme asustado.
—No te voy a dejar—soltó demostrando que era leal a pesar de su actitud gruñona.
—No me dejarás. Solo me ayudarás—murmuré entre dientes y me agaché sobre el tipo, intentando mantenerlo reducido en el suelo.
—P-pero...—comenzó a susurrar Rowan y dudó, como si no estuviese dispuesto a dejarme solo.
—Ve con ella, me ayudas más poniéndote a salvo... Lle-va a Atom—pedí, forcejeando con el tipejo que de pronto parecía haber recobrado la fuerza.
Mi corazón se tranquilizó un poco cuando vi cómo el perro y el niño corrían lejos de nosotros.
No quería que Rowan me viera en ese momento, ni que estuviese cerca poniéndose en peligro.
—¿Crees que puedes molestar a mi mujer y su hijo como si nada?—bramé rabioso y le di otro puñetazo, haciendo que le crujieran los dientes.
Pensaba decirle otro montón de cosas mientras me deshacía de él, pero antes de que pudiera decir algo más el tipo lanzó un puñetazo directo a mi rostro y el dolor estalló en mi barbilla, haciéndome soltar un gruñido bajo.
Intenté sujetarlo antes de que consiguiera ponerse de pie, pero él se arrastró por el suelo y cuando intenté sujetarlo me lanzó tierra a los ojos.
El polvo ardió en mis ojos y aunque luché por ver a pesar del ardor y dolor, no pude lograrlo.
Lo escuché levantarse y corrí detrás de él, a ciegas.
Tropecé un par de veces hasta que pude abrir los ojos y mis nervios se descontrolaron aun más cuando no vi al hombre por ningún lado.
Marqué a mi mano derecha y le pregunté si Abby estaba bien.
Él dijo que no había sucedido nada extraño, así que eso me tranquilizó un poco.
—Entonces, ¿puede que haya intentado llevarse al niño solo para llamar la atención de la madre?—murmuró él a través del teléfono y yo suspiré.
—No lo sé, puede ser—respondí pensativo y luego le pedí que no le dijera nada para no preocuparla.
Asustado ante la idea de que ese hombre hubiese intentado llevarse a Rowan, corrí a su salón y agradecí al cielo cuando lo encontré de pie junto a su maestra, con Atom sentado a sus pies.
Los dos se veían nerviosos, pero en cuanto aparecí en la puerta Rowan se puso de pie e hizo la cosa más increíble: se levantó y corrió a mi encuentro como si yo realmente le importara. Se abrazó a mis piernas y pude sentir el temblor de su cuerpecito cuando levantó la mirada escaneándome preocupado mientras Atom ladraba feliz de verme.
—¿Estás bien? ¿Quién era ese hombre? ¿No te hizo nada?—preguntó alarmado y yo tragué grueso, sintiéndome extraño de pensar en que alguien podía preocuparse tanto por mí.
—No me hizo nada, pero me lanzó tierra en los ojos y se escapó—admití y él asintió.
—Pero no te hizo nada, eso es lo importante—me tranquilizó, como si no le importara mi incompetencia, como si ese error no me restara valor ante sus ojos.
Lo miré con intensidad por un par de segundos, pensando en lo mucho que se parecía a mi Abby.
Él intentaba ser malvado y gruñón, pero lo cierto era que en el fondo se parecía mucho a su mamá; había heredado su buen corazón.
Un poco conmovido por la preocupación de Rowan, posé mi mano en su hombro y miré a la maestra que estaba a cargo de su curso.
—¿No quiere que llamemos a la ambulancia?—preguntó mirando mi aspecto con preocupación.
Negué.
—Estoy bien, pero me gustaría llevarme a Rowan temprano... Sé que apenas llegamos pero hemos pasado un buen susto y me gustaría llevarlo a que lo revisen—murmuré, a pesar de que en realidad estaba pensando seriamente en sugerirle a Abby la escuela en casa. El niño no necesitaba ponerse en riesgo ni soportar a esos mocosos molestos.
Con la escuela en casa estaría a salvo siempre, y lo mantendría en nuestro radar que era lo más importante.
—S-si, por supuesto... ¿Tienes todas tus cosas, Rowan?—susurró la maestra dándole una sonrisa amable y Rowan corrió a acomodar su bolso en su espalda.
Atom movió la cola siguiendo los movimientos del rubio muy de cerca y yo le sonreí a la maestra.
—Gracias, nos vemos mañana—murmuré y la maestra asintió para después regresar su atención a la clase.
Salí del salón con Rowan y Atom pisándome los talones, y peiné la zona con la mirada asegurándome de que no hubiese nadie sospechoso en el panorama.
—¿A dónde vamos? ¿Irás a que te revisen el corte feo de la barbilla?—murmuró el rubio y de pronto fui consciente del dolor punzante que sentía en un lado de la barbilla.
Limpié el líquido carmesí que rezumaba y consideré hacerme ver, pero al final decidí que había algo que necesitaba hacer primero.
—Aun no. Primero iremos al mejor lugar que existe para ahogar las penas—murmuré haciéndolo subir al auto y luego me senté detrás del volante, ganándome una mirada curiosa de parte del pequeño rufián mientras nos alejábamos a toda velocidad de ese horrible lugar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.