Tenía unos increíbles ojos color miel.
Nunca lo había notado porque siempre
usaba esas gafas gigantes que le cubrían
casi todo el rostro, pero los había visto...
Eran increíbles.Como miel.
Le recordaban a la miel dulce que había
probado en Italia cuando acompañó a su
padre a esa reunión importante con inversores.
Solo la había visto una vez después de que ilusamente
intentó darle mentorías... ¿Pero qué hacía en el ala este,
sola en un salón?¿Es que no sabía que podían molestarla?
Por suerte había llegado antes de que los otros deportistas la vieran,
habría sido fácil para ellos usar su vulnerabilidad a su favor.
Un momento... ¿Qué demonios hacía en sus pensamientos?
¿Por qué no podía dejar de pensarla?
ABIGAIL
━━━━━━✨⏾
Gael, el guardaespaldas que Harrison me había asignado, evaluó el perímetro con aire crítico y luego asintió sobre su hombro.
Suspiré dramáticamente y entré.
Estaba irritada. Sabía que él solo estaba haciendo su trabajo pero me enojaba sentir que alguien controlaba mis movimientos.
Me habría gustado pensar que se trataba solo de eso, pero la verdad era que las cosas eran más complicadas de lo que parecía. Me sentía irritada por otras cosas; me sentía culpable de haberle dado permiso a Rowan de atacar a Harrison, también me enojaba que Harrison me hubiese asignado a alguien más porque eso significaba que él prefería cuidar a mi hijo... Y eso me ponía de los nervios porque, ¿por qué diantres tenía que interesarse en cuidar a mi hijo?
Rowan era mío. De nadie más.
Era mío, mi hijo, él no tenía por qué tomarse tantas atribuciones que no le correspondían.
¿Y si Rowan es muy cruel con él?... ¿O si, por el contrario, le toma cariño?
—No. No puede ser—susurré dolida ante la idea de que se lo ganara después de lo que me había hecho en esa época tan vulnerable de mi vida.
—¿Tuvo una buena noche, Sra. Grayson?—saludó Marley, mi asistente, al tiempo que sopló un mechón de su fleco y me tendió el café.
El delicioso olor acarició mis fosas nasales y yo no pude evitar sonreírle a la castaña, guiñándole un ojo.
—¿Ya te dije que eres la mejor?—pregunté y ella negó.
—Hoy no, pero tienes un largo día por delante para hacerlo—murmuró con rotundidad y yo reí, imaginándome lo que me esperaba.
Me llevé el café a los labios y sorbí, impregnando mis papilas gustativas del dulce néctar de los dioses mientras ella recitaba lo que teníamos pendiente para el día.
—Los ejecutivos están locos por verte en acción con los proyectos.
—Si, si... Están locos por retarme, pero tendrán que esforzarse mucho más si pretenden sacarme de mi propia empresa—mascullé entre dientes y ella rió.
—Después de la última regañina que les diste por negligentes, no creo que nadie se atreva a retarte para tomar la dirección ejecutiva de la empresa de nuevo.
Asentí orgullosa y suspiré.
—Oh, qué tiempos aquellos en los que creyeron que por ser joven podían pasar por encima de mi cabeza—canturreé divertida y ella negó.
—Pobres ilusos—sonrió de acuerdo y luego me mostró la carpeta con los puntos a tratar en la reunión.
—¿De nuevo los Briar?—pregunté, recordando que ellos habían sido los encargados de los últimos proyectos que había atendido.
—Parece que están interesados en tus proyectos... O quizá tenga que ver con el obvio interés que uno de ellos tiene en ti—masculló entre dientes y yo negué.
—Déjame en paz. No pienso salir con ese hombre... Es bueno, educado y taciturno... Es increíblemente perfecto, pero no para mi—negué con seriedad y Marley me miró con dureza.
—No digas eso, tu eres maravillosa y tienes muchas virtudes también.
—Si, pero un hombre como él debería comenzar de cero con una buena mujer que también pueda comenzar de cero.
—Abby.
—... Una mujer como tu—agregué, consciente de su creciente interés en él, y ella se sonrojó.
—Imposible.
—Eres tan capaz de enamorar a alguien como yo Mars—repuse dispuesta a comenzar a regañarla.
—Ese hombre está deslumbrado de ti desde que te conoció, Abby. No podría competir con eso y tampoco querría. No creo que me merezca un multimillonario último modelo, pero tampoco estoy dispuesta a ser la suplente de nadie—rezongó y yo suspiré.