Mío

˚⭒˚⭐。˚⋆⭒CAPÍTULO 10⭒˚⋆。˚⭐⭒˚

ABIGAIL

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El plan era llamarlo para encontrarse en casa y despedirlo mientras mi hijo seguía en clases. Se suponía que esa decisión de despedirlo no tendría ningún tipo de repercusión en la dinámica familiar porque Rowan no lo soportaba.

Se suponía que él se iría con facilidad porque no significaba nada para nosotros, porque no era nadie en nuestra vida... Pero mi plan nunca se dio porque Harrison jamás atendió el teléfono.

Eso me había asustado mucho... Pero nada como lo que estaba viendo en ese momento.

Es que simplemente no podía creer lo que veía.

Para comenzar, había revisado en la app que él me había configurado para saber dónde estaban los dos porque él mismo había dicho que lo hacía para que no me preocupara... Pero la verdad era que ver dónde se encontraban e ir a verlos sí que me había preocupado hasta los huesos porque estaban compartiendo.

Compartiendo feliz y voluntariamente.

Rowan... Y Harrison.

No solo eso, sino que Rowan había reído tan fuerte que las personas en el interior del Burguer Queen se habían girado a mirarlos con ternura.

Eran la viva imagen de lo que más me daba miedo en el mundo.

No, pensé cuando la terrorífica idea de perderlo clavó sus asquerosas garras en mi corazón.

Mi mente se volvió un caos al instante, comencé a idear posibles formas de actuar guiada por la desesperación que solo podía sentir una madre cuando estaba a punto de perder a un hijo.

Consideré la idea de acercarme a ellos y gritarle a Harrison que se alejara de mi hijo, pero luego lo vi ponerse unas papas en la boca y la risa de Rowan me dijo que no debía hacerlo.

Sin importar qué, yo jamás haría nada para dañar su felicidad.

—Puede que no sea nada, puede que solo esté exagerando... Quizá no es más que un compartir de despedida—me dije mientras le rogaba a Dios que a Harrison le saliera una oportunidad de trabajo muy lejos de nosotros.

Me acerqué a ellos disimuladamente y tomé asiento en una mesa que estaba a unos metros de la suya.

Mi corazón cayó en picada cuando escuché su conversación.

—¿Quieres dejar de pelear y ser mi amigo?—preguntó mi hijo y vi cómo Harrison, tragó grueso al escucharlo.

—¿Tu amigo?—repitió y yo sentí que podía desmayarme en cualquier momento.

Rowan lo miró un poco dolido y yo me preocupé.

—Sí, igual si no quieres tampoco me importa...—murmuró encogiéndose de hombros—. De todas formas a mi me gusta estar solo pero pensé que...—siguió diciendo pero Harrison negó.

—No necesitas decir eso, Rowie. Sí, la verdad es que me gustaría mucho ser tu amigo—le respondió como si estuviese decidido a destruir la muralla que había construido entre ellos a lo largo de los años.

Quise llorar de rabia, porque no podía creer su descaro.

¿Cómo se atreve?, me pregunté con los ojos húmedos.

No solo se hacía el desentendido, sino que además creía que podía regresar y meterse en mi vida -en nuestras vidas- como si nada.

—¿De verdad?—chilló Rowan alegre.

Dios, no. Por favor, no, pedí casi sin fuerzas.

—De verdad, verdad—aseguró Harrison acabando con todas mis esperanzas de una intervención divina—. La amistad siempre requiere respeto y confianza; eso quiere decir que...—comenzó a sermonearlo y Rowan se llevó una mano al pecho, poniéndola justo sobre su corazón para darle seriedad al juramento.

—Lo prometo. Juro solemnemente que jamás romperé nuestro respeto y confianza—prometió y Harrison lo miró con intensidad, como si le causase mucha ternura mi hijo.

Una preocupación insana nació en el fondo de mi pecho cuando vi cómo Harrison se dedicó a admirar con intensidad a Rowan.

Me dolió verlo sonreír cada vez que veía cómo mi hijo se ensuciaba la barbilla con salsa o cuando gemía gustoso por cada mordida que le daba a esa asquerosidad nociva para la salud.

Me sentí celosa mientras los veía hablar y reír como si llevaran años de amistad.

Me enojé al ver cómo a ese hombre que tanto había odiado por años se le hacía tan fácil ganar el corazón de mi hijo.

Porque era mi hijo y nadie iba a cambiar eso.

Mi teléfono vibró en mi bolsillo y supe que se trataba de la llamada matutina de Travis.

Les lancé una última mirada a Harrison y Rowan antes de salir del local con preocupación. La llamada de Travis se terminó pero justo cuando pensaba en regresarla él volvió a marcar.

—Buen día, preciosa—saludó alegremente en cuanto contesté.

—Trav, ¿cómo estás?—susurré intentando disimular la tensión en mi voz.

—¿Por qué siento que no llamo en buen momento?—preguntó al instante y yo suspiré.

—No es eso.




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