NARRADOR
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—¿Tenemos todo?—la pregunta de Abigail llegó desde el interior del vestidor y luego se escuchó cómo removía más cosas, buscando algo que de seguro no iban a utilizar en el viaje, pero le parecía necesario en ese momento.
Rowan le lanzó una mirada divertida a Travis y este rió, entendiendo perfectamente al pequeño.
No iban a necesitar nada de lo que Abigail estaba empacando, ya se lo habían dicho más de cinco veces, pero igual le permitían empacar a sus anchas para que sintiese que tenía todo el control.
—Las mujeres son muy exigentes, ¿cierto, tío?—murmuró Rowan con dramatismo al tiempo que retiró uno de los bloques del jenga con sumo cuidado.
—No todas, pero lo importante es que nos encarguemos de que la que tengamos a nuestro lado se sienta confiada en nosotros, en que puede confiarnos el control de las cosas y relajarse un poco—exclamó en voz alta para que Abby pudiera escucharlo.
Sus palabras calaron hondo en la mente de Abby, que dejó lo que estaba haciendo y salió a la sala con una expresión culpable.
—Lo siento... Es que me siento mal de dejar cosas que después podemos necesitar... ¿Y si a Rowan vuelve a darle asma? ¿O si de pronto hace frío y necesita su kit para la nieve?
—Vamos a la playa, amor... Y no creo que le dé asma después de más de cuatro años sin recaída—respondió Travis pacientemente y Rowan se apresuró a sentarse a su lado, como si de pronto necesitase el calor de su tío—. Te sientes bien, ¿cierto, campeón?—le preguntó con ternura y le acarició el cabello rubio con suavidad.
Rowan asintió.
—Somos hombres fuertes, mamá. No tienes que preocuparte de nada, tío Trav tiene todo bajo control—aseguró Rowan, totalmente confiado en las capacidades de ese hombre, que era lo más parecido a una figura paterna que había tenido en su corta vida.
—Así es, campeón. Díselo tu porque a mi parece no escucharme—rió Travis y abrazó a Rowan con cariño.
Abby se recostó en el marco de la puerta y admiró la imagen.
Parecían padre e hijo con sus cabellos rubios y ojos claros... Pero no lo es, la reprendió la voz en su cabeza y ella suspiró ruidosamente, cansada de pensar en cosas que no debía.
—Bien, ustedes ganan—cedió accediendo a relajarse—. No llevaremos nada más que las maletas de mano—informó y luego le lanzó una mirada seria a Travis—. Pero si algo falta tú correrás con los gastos—agregó y Travis le regaló una sonrisa deslumbrante.
—Faltaba más—respondió al tiempo que Abby se dirigió a la cocina, pensando en tomar un aperitivo antes de emprender el viaje.
—Ya regreso, amigo—susurró Travis y dejó un beso en la parte superior de la cabeza de Rowan para luego seguir a la rubia, encerrándose con ella en la cocina.
Rowan, que había estado esperando quedarse solo todo el rato, sacó su teléfono del bolsillo y le marcó a su nuevo amigo, que atendió al segundo tono:
—No puedes revocar un trato de amistad... Menos por teléfono, Rowie—bromeó Harrison al contestar y Rowan sonrió.
—No te llamaba para eso—respondió y le lanzó una mirada nerviosa a la puerta de la cocina, asegurándose de que nadie saliera—. Es que quería pedirte un favor—agregó y se escuchó un movimiento brusco al otro lado de la línea.
—¿Qué pasó? ¿Están bien? ¿Estás con tu mamá aun?—preguntó nervioso y Rowan volvió a reír.
—Sí, estamos bien, el otro señor uniformado está en la puerta de afuera vigilando—le explicó para tranquilizarlo, porque sabía que en realidad Harrison no había querido irse a descansar.
—Bien, me alegra escuchar eso... ¿Entonces por qué me llamabas?—preguntó curioso.
Rowan lo pensó por unos segundos y luego se aclaró la garganta.
—Es que quería pedirte un favor.
—Lo que sea para mi mejor amigo—respondió Harrison rápidamente y sus palabras tuvieron un efecto positivo porque hicieron que Rowan se sintiera más confiado de hablarle.
—Bueno... Es que te quería pedir prestado a Atom—explicó suavemente, jugando con la agujeta de su pantalón de pijama.
—¿Prestado?—repitió Harrison y Rowan casi pudo escuchar la risa en su voz.
—S-si, pues que me lo dejes unos días—explicó con timidez y el hombre hizo un sonido nasal de afirmación.
—Bien... ¿Qué tal si te lo llevo mañana? Hoy tenía pensado pedirle permiso a tu mamá para llevarte a comer pizza. No has vivido si no sabes lo que es cenarte una pizza grasienta con todos los tipos de queso del mundo—aseguró emocionado y Rowan se encogió de hombros, olvidando que no podía verlo.
—Es que no puedo.
—Ya sé que tu mamá se puede enojar un poco, pero te prometo que voy a sacarle ese permiso y podremos...
—No, es que no podré salir porque estoy ocupado. Por eso te decía si me dejas a Atom un par de días—explicó, comenzando a sentirse triste ante la idea de no ver a su único amigo por varios días.
No era justo que en el instante que lograba tener un amigo tendrían que separarse por un montón de días.