Mío

˚⭒˚⭐。˚⋆⭒CAPÍTULO 12⭒˚⋆。˚⭐⭒˚

El viaje no estaba saliendo según lo esperado y eso me desesperaba.

El imbécil, que por supuesto tenía un jet privado, se había encargado de dejarme en el último asiento.

Justo a varios metros de donde se habían sentado ellos.

Al principio Rowan había venido a visitarme, me había preguntado cosas y se había sentado a mi lado como si de verdad le importase pasar tiempo conmigo, pero luego lo habían llamado con ellos y se había encandilado con alguna clase de juego.

¡Incluso el traidor de Atom se había ido con ellos!, porque sí, obviamente me había dejado tirado para irse a con Rowan.

Por eso estaba sentado solo, amargado y frustrado mirándolos mientras se comportaban como una familia feliz.

Mi Abby ni siquiera se había dignado a mirarme, estaba demasiado ocupada brindándole toda su atención al imbécil decolorado mientras este le hablaba de sus cosas.

Mi mujer se veía atenta, pero no feliz. No tan feliz como yo la había hecho sentir en nuestras escapadas, cuando escondía los teléfonos y me dedicaba a sostenerla entre mis brazos cuando dormía a pierna suelta.

Siempre se había sentido lo suficientemente cómoda como para dormir sobre mí... O al menos así había sido hasta que metí la pata y destruí su confianza.

—Atom—siseé por lo bajo con la esperanza de que el perro me obedeciera.

Él levantó su cabeza, demostrando que me había escuchado, y luego volvió a ponerla en la rodilla de Rowan, ignorándome.

Suspiré ruidosamente y me recosté mejor en el asiento, al parecer el viaje iba a ser más largo de lo que había esperado.

Me quedé ahí, solo y aburrido hasta que aterrizamos y de pronto Rowan y Atom recordaron que yo existía.

—Podemos dormir en la misma habitación para hacer pijamadas—soltó Rowan emocionado, tomando mi mano en un gesto que se sintió tan natural como sorpresivo.

Se sentía bien que me tomase la mano con confianza, pero a la vez me sorprendía mucho que ya se sintiese tan cómodo como para buscar contacto seguido.

—No, Rowan. No puedes compartir habitación con nadie que no sea yo—soltó Abby retándome con la mirada y yo respiré profundo.

Odiaba la idea de alejarme de Rowan, pero ella tenía razón... Si fuera mi hijo no dejaría que estuviera en la misma habitación que un desconocido.

—Tu mamá tiene razón, solo debes dormir con ella.

—Pero ella está hablando siempre con tío Travis—se quejó Rowan, mirándome con ojos de borreguito—. Y tu y yo somos amigos, podemos jugar con los juegos que traje o enseñarle nuevos comandos a Atom—agregó y mi perro, como si entendiese cada palabra, soltó un ladrido de emoción.

—Pueden hacer eso durante el día, pero nadie más se quedará en tu habitación... Además, Harrison no debe dormir, tiene que vigilarte porque a eso es que vino—respondió ella con dureza y volvió a lanzarme otra mirada llena de significado.

Me dolió.

Me dolió darme cuenta de lo profundo que era su rencor, me dolió ver que quizá las cosas habían ido demasiado lejos como para recuperarnos.

—Bien—murmuró Rowan malhumorado y yo le sonreí, intentando calmar las aguas.

—Anda, alégrate que estás de vacaciones y puedes jugar con Atom todo lo que quieras—le dije y él se encogió de hombros.

—Sí, supongo—susurró desanimado y yo le revolví el cabello con cariño.

Él tenía una fachada de gruñón para todos, pero la verdad era que en el fondo era un niño cariñoso y expresivo.

—Rowie, ¿te molestaría si tu mamá me acompaña a la recepción? Me gustaría organizar algunas cosas—soltó Travis luciendo su falsa sonrisa y yo comencé a negar al tiempo que Rowan asintió.

—Está bien. Iré a jugar con mi amigo—cedió rápidamente y yo quise gritar de frustración.

—Podemos jugar cerca de tu mamá. Recuerda que mi deber es mantenerlos a salvo a los dos—bramé rápidamente y Rowan sonrió divertido.

—Yo sé, pero no te preocupes. Tío Travis sabe proteger a mamá, él nos protegió mucho siempre—aseguró tranquilizándome como si estuviese haciéndome un favor al librarme del trabajo.

—Pero tu mamá...—comencé a terciar y ella se pegó al costado de Travis casi causándome un infarto.

—Yo estaré bien con Travis. Encárgate de cuidar a Rowan mientras vamos, que de todas formas ese es tu trabajo—respondió ella con sequedad y yo la miré con tristeza mientras se iba con Travis.

Él le dijo algo y ella rió, pero no me perdí la forma en que miró sobre su hombro, como si hubiese querido verificar si la estaba mirando.

Por supuesto que sí la estaba mirando.

Le clavé una mirada intensa y ella desvió la mirada avergonzada.

Cruzaron y desaparecieron de mi campo de visión, haciendo que la aprehensión regresara a adueñarse de mi pecho.

Decir que estaba nervioso era un eufemismo; estaba aterrorizado ante la idea de que me la quitaran.

Aterrorizado de tener que luchar contra el amigo perfecto y el recuerdo de su esposo perfecto.




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