Las aulas de FireWell, en comparación con el antiguo instituto de Mia, parecían sacadas del siglo pasado. Los pupitres de madera de roble se repartían por toda la estancia orientados hacia una pizarra natural enmarcada en madera, de las de toda la vida pensó Mira, y las paredes se encontraban cubiertas por tochas estanterías repletas de libros y otros utensilios curiosos. Mira se sentó junto a Mafalda por pura coincidencia y la muchacha le dedicó una de esas sonrisas desmesuradas que le helaban los pelos de la nuca. Mira reparó en que había demasiado pupitres para el reducido grupo de Fleming, pero, para su sorpresa, otra tanda de estudiantes ocupó el lado vacío de la clase justo cuando un timbre estridente anunciaba que estaban a punto de empezar. Antía fue la ultima en pasar, por lo visto se le habían pegado las sábanas porque Mira no la había visto durante el desayuno. La chica hizo un gesto a su compañera para anunciarle que había un sitio vacío junto a ella y esta, con un gesto de resignación, lo ocupó.
Un Professor cruzo la puerta del aula obteniendo un silencio generalizado que sorprendió a Mira. Sus antiguos compañeros hubieran necesitado mucho más para guardar el orden, eso seguro. Mira había aprendido a diferenciar a los profesores porque, al igual que los maestres y prefectos, llevaban una túnica especial que los diferenciaba del resto. Las túnicas se asemejaban a una chaqueta de frac, bastante más larga por la espalda, con el cuello y puños de distinto color según su pertenencia. En el caso de los Professores era de un verde oscuro, los maestres llevaban el color dorado distintivo de la Academia y los prefectos un burdeos semejante al de los uniformes de los alumnos. Todo estaba perfectamente organizado para que las distintas clases y estamentos fueran fácilmente identificables en un sistema minuciosamente diseñado. A Mira, saberse participe de un grupo la había fortalecido y otorgado la fuerza necesaria para vivir esta aventura que acaba de comenzar.
Professor Spyderwick, con dos eses, Aritmética. Esas eran las palabras que el profesor había dejado grabadas en la pizarra antes de volverse hacía una clase totalmente expectante.
La clase de aritmética fue un suplicio para Mira que odiaba los números, y todo lo que tuviera que ver con ellos, excepto en el caso de física, que le resultaba fascinante. El laboratorio de FireWell era excepciona como sacado del mismísimo Caltech, que era la universidad a la que Mira aspiraba a ir algún día, equipado con la más moderna tecnología y los últimos medios. La professora Pussett era toda una inspiración para Mira con su distinguido moño, su túnica arremangada y sus gafas de laboratorio. Ella soñaba con estar algún día en el lugar de la professora enseñando a una clase llena de alumnos en una distinguida escuela como ella. Desde aquel momento las clases en el laboratorio volverían a ser sus favoritas, incluso por delante de astronomía, donde la Professora Amery la aburrió hablando de las runas que se podían ver en la puerta de cada casa, algo que Mira ya conocía con antelación. El tema de las runas era algo que le fascinaba desde siempre, pero la Professora no dijo nada nuevo que despertase su atención. En la ultima clase del día, mitos y leyendas, la Professora Birdwishtle volvió a incomodarla, como ya iba siendo costumbre. Mira estaba convencida de que la estudiaba con la mirada cada vez que tenia oportunidad, en alguna ocasión incluso la había hecho creer que tenia alguna mancha en la cara, o en el pelo o que quizás no llevara de forma correcta la uniformidad que era muy importante en la Academia y que incluso podía hacerles perder méritos para sus casas. De cualquier modo, era terriblemente inquietante lo de aquella mujer.
Varios alumnos de la casa de las letras levantaron la mano, demasiados según Mira, estar familiarizados con terminologías relacionadas con la mitología no era algo normal a no ser que cursaras estudios de historia del arte o similares.