Bryana paso a Mira una cartulina en la que había escrito ordenadamente todos los temas que tratarían en las vacaciones. Mira empezaba a comprender por qué habían elegido a aquella muchacha para ocuparse de ella. Poseía una capacidad de organización estupenda, que era algo de lo que ella misma carecía, y era obvio que sabía perfectamente de lo que estaba hablando. Comenzaron a adelantar el temario de algebra y el de aritmética. Mira tendría un examen justo después de las vacaciones y andaba bastante oxidada con los números. Bryana lo hacia todo muy fácil. Demostraba una tranquilidad pasmosa y a Mira le resultaba realmente sencillo seguirle en sus explicaciones. Mira no había sido consciente del paso del tiempo. Hacía seis horas que habían comenzado con la primera clase y Bryana propuso hacer un parón para almorzar. Las chicas se dirigieron al comedor de los elementales, que permanecía abierto para los internos que permanecían en la Academia, y se sentaron a comer en silencio mientras se observaban disimuladamente.
Fue Mira quien, incapaz de controlar sus nervios, se lanzó a soltar su peculiar verborrea mientras su compañera la escuchaba sin interrumpir.
Mira Luna dio un sorbo a su bebida demasiado avergonzada por su marabunta de palabras y se prometió a si misma que se mantendría en silencio el resto de la mañana, aunque estaba segura de que no sería capaz de cumplirlo. Bryana, por su parte, terminó de comer su sándwich de mantequilla de cacahuete bebió el ultimo trago de su botellín de agua y se levantó de la mesa.
Mira sonrió emocionado porque sabía que Bryana controlaba ese tipo de información por lo que, si lo había afirmado, con tanta seguridad, debía ser porque era cierto. ¿Pero por qué? ¿Por qué estaba tan segura de que no la echarían de la academia? Antía y Mafalda le habían asegurado que no todos los alumnos legaban a ser Superiores, sino que aquellos que no estaban a la altura eran expulsados de la Academia por lo tanto debía haber alguna otra razón por la que Mira fuera un caso excepcional. Eran demasiadas las incógnitas que se agolpaban en su cabeza, pero se había obligado a si misma a dejar los misterios apartados durante unos días para poder centrar toda su atención en las clases particulares de Bryana.
Estuvieron un par de horas más repasando el temario de Historia y terminando un par de esquemas que Mira debía entregar. A primera hora de la tarde Bryana dio por concluida la primera clase de las vacaciones y felicitó a Mira por los resultados. Cuando ambas se despidieron Mira quedó sola en la biblioteca preguntándose en qué podría dedicar el resto de la tarde y, entonces, recordó que Antía estaba en la Academia y decidió buscarla. No la encontró en ninguna de las instalaciones de Fleming ni tampoco en el comedor así que salió para ver si tenía más suerte. Antía estaba en uno de los laterales de la escuela tumbada sobre el césped y disfrutando de los últimos rayos del sol de ese día. Habían disfrutado de unos días maravillosos a pesar de estar en pleno diciembre, pero Mira no había tenido demasiado tiempo para disfrutar en el exterior así que decidió acompañar a Antia tendiéndose a su lado.
Mira ya estaba acostumbrándose al peculiar carácter de su compañera e incluso se permitía el lujo de bromear con ella alguna que otra vez. Antía seguía sin ser demasiado popular entre el resto de los compañeros, pero eso para Mira, que jamás había contado con demasiados amigos, era algo sin importancia. Menudo trio formaban las tres juntas. Mafalda, Antia y ella. No había por donde cogerlas a ninguna de las tres no como Bryana, por ejemplo, o incluso cualquiera de sus hermanos.
Antia se quedó mirando a su compañera con cara de circunstancias.
Para Mira estaba claro que su compañera había dado por acabada la conversación asique se resignó a disfrutar del sol en la cara y a repasar todo lo que debía preparar para el día siguiente. No debía olvidarse de llamar a su padre esa noche, se lo había prometido tras darle varias veces esquinazo en la última semana. No se había tomado demasiado bien la noticia de que Mira no acudiría en vacaciones claro que tampoco había sido sincera del todo. La excusa de las clases particulares le había venido realmente bien para ocultar sus verdaderas razones.