Mira Luna y la Academia Farewell

CAPITULO 15 

 

La paciencia no era una virtud en Abaddon. Y todos lo sabían bien. Por ese motivo Elijah se sentía nervioso. Inquieto. Era la segunda vez que venía con las manos vacías. Había visto sacrificar a otros por mucho menos. Quemarlos vivos nada menos. Pero él no era cualquiera. Él era importante. Al menos llevaba veinte minutos intentando convencerse de ello y de que todo iría bien. No era culpa de él, aunque indirectamente le afectaba, sino de Antía. La muchacha no había conseguido ningún avance a pesar de sus continuas insistencias. Había sido muy específico con lo que les ocurriría si fracasaban en tan importante misión pero la muchacha no hacía más que excusarse.
-    No he podido hacer nada, lo prometo, la chica no está lista- había repetido sin cesar en su último encuentro. 
-    ¿Pero como que no está lista? Lleva un trimestre en la academia. Vives con ella. ¿Qué más necesitas Antía? Confié en ti. Me aseguraste que eras capaz de…
-    ¡Y lo soy!- le interrumpió la joven- No me subestimes Elijah… Hice todo lo que me pediste. Susurré a la profesora BirdWisthle , la convencí para poner un tutor a Mira pero esa estúpida eligió a tu querida hermana.
-    Debiste hacer algo mal.
-    Lo hice todo perfecto – se excusó Antía exasperada- Practiqué durante meses, estaba preparada. Y lo sabes.

Elijah Spinster, que hasta ese momento se había mantenido de espaldas a la chica, se volvió lentamente con el ceño fruncido y los brazos en la espalda. Sostuvo la mirada de Antia durante varios segundos que se le antojaron eternos hasta que por fin habló con una tranquilidad inquietante.
-    Yo solo sé que si no obtenemos algún avance pronto, lo que sea, estamos muertos. Ambos.
Antía tenía clara esa parte. Sintió como se le erizaba cada poro de la espalda en dirección hacía su nuca. Un escalofrío invadió todo su cuerpo. Muertos. Si ella no conseguía cumplir con su parte del trato estarían muertos. Los dos. Y sería culpa de ella. Ni si quiera tenía claro por qué lo hacía. Por qué se había metido en todo aquel berenjenal . ¡Ah si! Por rabia, por rencor, por vénganla… Aunque no sabía bien hacía quién o quienes. Por un lado su ansias por entrar en Firewell y sus ganas de vengarse de todo aquellos que la rechazaron en su día sin ninguna explicación. Clasistas de mierda, se había repetido una y otra vez. Y por otro, sus ganas de demostrar que valían más que ellos. No habría mejor venganza. Pero quizás, y solo quizás, había llegado demasiado lejos.

Un hombre alto, corpulento, ataviado con un traje de chaqueta oscuro y una camisa blanca nuclear avisó a Elijah de que podía pasar. Era su turno. El hombre que había entrado antes que él no había vuelto a Salir y eso inquietó aun más a Elijah. De hecho, necesitó un pequeño empujón, literal, para terminar de entrar en el despacho donde le aguardaban.

-    Elijah Spinster- recitó el hombre que le aguardaba- ¿Cómo está tu padre?

Estaba de espaldas, mirando a través de un enorme ventanal desde el que se podía apreciar casi toda la ciudad. Quedaba lejos de los dominios de FireWell, muy lejos en realidad, lo que resultaba perfecto para poder desarrollar todos sus planes con tranquilidad.  Elijah había odiado ese colegio desde siempre, Antía lo había odiado también pero di había alguien que pudiera repudiarlo con más fuerza , si era posible, ese era Abaddon.

-    No estoy seguro señor- contestó Elijah con cautela- Ya sabe que no hablo demasiado con él. 
-    Pues mal hecho. Yo necesitaría justo lo contrario.
-    Lo siento , señor…
-    No te disculpes. Odio las disculpas- interrumpió el hombre que seguía sin dar la cara a Elijah- Te noto nervioso. Te tiemblan las manos. ¿A qué se debe?

Elijah hubiera jurado que unas gotas de pies resbalaban por su entrepierna. ¿Nervioso? Estaba aterrado. Ni si quiera tenía claro si saldría con vida de aquella habitación y los restos de sangre que salpicaban las paredes blancas no ayudaban. A Elijah le faltaban las palabras pero sabía que tenía que decir algo, y rápido, si no quería impacientar a Abaddon. Pero no hizo falta  porque el hombre, como leyéndole el pensamiento, habló por él.

-    Estoy siendo demasiado paciente contigo Elijah. Ya lo sabes. Igual que sabes que me haces falta, eres demasiado importante para la causa, si no ya te habría eliminado.

Abaddon se dio la vuelta, por fin, dejando su rastro al descubierto ante los ojos horrorizados de Elijah. Sus ojos, azules y brillantes como el mismísimo océano, transmitían una paz y una tranquilidad que nada tenían que ver con su portador. El hombre dejó escapar una media sonrisa que hizo que Elijah se estremeciese. Algo en él, todo él en realidad, resultaban diabólicos. Las historias que Elijah había oido a lo largo de su vida no le hacían justicia alguna.

-    Necesito a la chica Elijah. ¿Por qué no tengo a la chica aun?- preguntó como un niño que ansiara su juguete preferido.
-    Estoy esforzándome mucho señor pero…
-    ¿Y esa estudiante? ¿Acaso es ella quién tiene la culpa?
-    Antía hace lo que puede, señor, pero los panes no han salido como esperábamos. Necesitamos más tiempo.
-    ¿Tiempo?- Abaddon dio unos pasos hacía Elijah por lo que el muchacho retrocedió instintivamente –  El tiempo me sobra. Total, he esperado dieciséis años ¿qué son unos meses más?
-    Es usted muy compasivo señor, se lo agradezco mucho le juro que…

Abaddon hizo un gesto con la mano, levantando su puño en alto , y Elijah sintió como la voz se esfumaba de su garganta. Era incapaz de pronunciar ni una sola palabra.

-    Dos meses. Ni un día más. 

La puerta se abrió tras Elijah indicándole que la reunión había llegado a su fin lo que hizo que sintiera un tremendo alivio.  Casi corrió hacía la salida sin mirar atrás. Y no bajo el ritmo hasta que se encontró fuera de aquel edificio. Fue entonces cuando, tras recobra el aliento y la compostura, mandó un mensaje de texto a Antía.  Solo tres palabras que lo cambiaban todo.




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