Aunque las clases y los horarios eran los mismo a Mira le costaba mucho más volver a habituarse a su rutina tras las vacaciones de navidad. No dormía demasiado por las noches y, eso, comenzaba a pasarle factura. Estaba sentada en la sala común con la cabeza metida entre las páginas de su libro de botánica cuando Antía Woods se sentó frente a ella con un bollo y un zumo de piña.
Mira se sobresaltó tanto que dejó caer la cabeza sobre la mesa dejando escapar un alarido de dolor.
Antía le ofreció un hielo para su frente ante el desconcierto de Mira quien hubiera jurado que ese hielo acaba de aparecer por arte de magia. Lo aceptó. Porque el golpe comenzaba a palpitarle de una manera amenazadoramente dolorosa.
Mira se encogió de hombros sin saber qué contestar. Antía Woods no era la persona a la que le hubiera querido contar sus problemas nocturnos. Prefería dejarlo pasar.
Antía se quedó callada, mirándola fijamente, aquella novata había aprendido mucho en los últimos meses. Empezaba a notar que la chiquilla tímida y remilgada que había llegado a FireWell se esfumaba para dar paso a otra engreída sabelotodo. Las tutorías de Bryana Spencer habían dado sus frutos.
Ambas alumnas se encaminaron juntas hacía el jardín trasero donde se encontraba el invernadero de la professora Berrycloth. Mira se arrepentía cada día más de haber escogido esa asignatura como opcional. Lo hizo solo por estar en la misma clase que sus compañeras, pero la asignatura se le resistía demasiado. No era buena recordando los nombres científicos de las plantas porque, simplemente, se le daba muy mal el latín. Ya le habían advertido de que si no dominaba esta lengua jamás podría optar a las clases avanzadas de la Academia y seguiría siendo un elemental para el resto de sus días en Firewell. Mira no llegaba a comprender por qué daban tanta importancia a una lengua muerta y en desuso. Le resultaba exasperante.
Mira sintió como los jugos gástricos de su estómago le subían hasta la garganta. Si iba poco preparada para un examen teórico aun era peor en el caso de uno practico. Se había prometido a si misma, y a la professora Birdwhistle, que subiría sus notas y haría méritos para destacar, pero había comenzado muy mal con su propósito.
Que Mafalda era tan lista como bocazas era algo que Mira ya no dudaba. No se le pasó por alto el gesto de Antía que se pudo alerta como una hiena cuando huele a su presa. Pero no pensaba hablar sobre su pesadilla ni de como se había despertado llena de arañazos. Ni de como no había conseguido volver a dormir, al menos durante la noche. Ni de por qué dejaba la luz de la mesita encendida.
Mira entró malhumorada al invernadero seguida de Mafalda que sabía que había metido la pata, pero no conseguía averiguar por qué. Y es que su inteligencia se limitaba a los libros, pero no igual a las relaciones sociales para las que era, prácticamente, nula. Mira era, en realidad, su primera amiga. La primera chica que había sido amable con ella. La única que no la insultaba. Y era, por ello, que quería conservarla.
Cuando Antia iba a seguir a sus compañeras alguien la llamo desde una esquina. Era Elijah Spinter. Qué demonios hacía aquel descerebrado exponiéndola de esa manera en público. Antía corrió hacía el malhumorada pero antes de poder hablar, Elijah la envolvió con su brazo y ambos desaparecieron para volver a aparecer en el despacho del profesor en menos de un minuto.
La chica se cruzó de brazos dejándose caer sobre una silla. Las continuas exigencias de Elijah comenzaban a molestarle, y mucho, el chico se había vuelto demasiado inflexible y ella no conseguía ningún tipo de avance con Mira Luna. Por eso no hacía más que rehuirle por todo el campus. Manteniéndose siempre en publico para evitar sus visitas clandestinas. Cosa que, a la vista de los nuevos acontecimientos, ya no le sería de utilidad.