Cuando descubres que toda tu vida ha sido una mentira algo se clava en tu pecho. Se clava y se queda allí, recordándotelo a cada soplo de aire. No importa si encajabas o no en el escenario que suponía tu vida. Cuando te desprenden de ella el caos es el mismo. Te vuelves una extraña hasta para tu propio reflejo. Sientes que la luz, que envolvía tus días, se atenúa. En realidad, esa es la mejor metáfora. Todo se vuelve gris y opaco. Pero lo peor, lo que más molesta, es ese maldito algo que sigue oprimiendo tu pecho. Que sigue pinchando de una manera tremendamente molesta. Mira Luna pasó tres días encerrada en su habitación. Tres días intentando acostumbrarse, aceptando que aquel pellizco había llegado para quedarse, pero no lo consiguió.
No era de hablar demasiado con sus padres. En realidad, tan solo contestaba a sus llamadas cuando le apetecía. Pero eran tanto los días que llevaba sin comunicarse con su familia que su padre había contactado con la dirección de FireWell. Se encuentra indispuesta, había mentido Birdwhistle. O quizás no. Quizás no podía considerarse una mentira puesto que, realmente, no se encontraba bien. Bien era un término a años de luz de como creía sentirse. Hundida en el fango y sin nadie que la rescatara, así era como podía describirlo.
Mafalda se había rendido ante varios intentos. No había manera de que Mira abriera la puerta. Su habitación se había convertido en un buque blindado del que no pesaba salir nunca más. Y si algún día lo hacía, tendría que ser por la fuerza. Aunque encerrada entre esas cuatro paredes la realidad no era distinta, la percepción si que cambiaba. Todo parecía más lejano, menos doloroso porque era menos real. Quizás, si no se enfrentaba a sus problemas estos dejaran de existir.
Antía Woods asomó la cabeza a través de la puerta que separa la habitación de mira de la parte común que ambas compartían. Mira ni si quiera se volvió cuando su compañera le habló. Estaba tumbada en la cama, de costado, mirando a la pared y abrazada a su almohada como si de un bote salvavidas se tratara.
Mira siguió sin volverse. Se preguntaba si Antia también sería uno de ellos. Si todo FireWell lo sería. Le habían hablado de los magos que procedían de un linaje mágico y de los mundanos que poseían el don. Pobres ilusos que, al igual que ella, acudían a la Academia engañados para ser puestos a prueba y evaluados. Si les eran útil se quedaban y si no se marchaban por donde habían venido. Un sistema totalmente injusto que contribuía a la segregación racial y a la separación de clases. Antía dejó la bandeja sobre la mesita de noche antes de volver a hablar.
Mira no contestó.
Mira sopesó durante unos segundos la posibilidad de que Antia no supiera nada. A Mafalda se lo había contado, de forma bastante escueta, justo antes de encerrarse en su habitación maldiciendo a la Academia y a todo el que tuviera que ver con ella. Pero con Antia no había cruzado una sola palabra desde hacía días. A pesar de que la relación entre ambas se había mantenido en standby, su compañera de habitación había mostrado cierto interés hacía el estado de Mira diariamente y se había ofrecido a traerle los deberes y la comida si no se encontraba en condiciones de salir de la cama. Se había portado bien. Demasiado bien tratándose de ella. Mira seguía sin confiar en Antia, pero los asuntos que la muchacha pudiera traerse entre manos en ese momento le importaban bien poco.
Su compañera dejó salir una risa irónica, de esas que tanto la caracterizaban.
Mira se retorció en la cama nerviosa. Las palabras de Antía le habían atravesado como cuchillas. La irá crecía en su interior haciendo que sus mejillas ardieran, pero se contuvo. No quería hablar más de la cuenta con su compañera de habitación.
Antía se dispuso a marcharse, pero algo la retuvo. Insistía más de lo habitual en saber qué era lo que le sucedía a Mira. Si la conocías lo suficiente sabías que eso no era normal en ella. Pero es que Antía se jugaba demasiado. La presionaban lo suficiente como para empezar a estar desesperada por algo de información. Así que no se marchó. Continuo de espaldas a Mira lo suficiente para murmurar algo inaudible y entonces volvió a preguntar.
Antía se sentó a los pies de la cama mientras Mira la miraba con sorpresa. Era la primera vez que Antía decía algo sobre si misma. No solo era una persona reservada, sino que además era demasiado misteriosa. Todo lo que envolvía a Antía Woods era gris. Justo como Mira comenzaba a ver su mundo.
Era la primera vez que al mirar a Antia a los ojos veía ese abismo en el que ella se sentía inmersa. La primera vez que sentía una mínima conexión con su compañera.