Magnus se encogió de hombros. Se había reunido con su mujer y con la hermana de esta, Birdwhistle, para intentar calmar los ánimos de ambas. Como director de FireWell tenía relación directa con el Consejo y estaba informado de todo. O casi todo. Pero además él había sido el pionero en el caso de Mira Luna. Él gracias a una predicción de Magnus, vale de acuerdo, pero a ojos del consejo había sido él. Bartos estaba preocupado por el futuro de Mira, al fin y al cabo era la hija de su hermana, y por descontado que le preocupaba el futuro del mundo mágico. Un futuro en el que debía haber cabida para sus hijos. Pero ningún Spinter actúa desinteresadamente. Al menos hasta dónde el alcanzaba a saber. Y lo que Bartos ansiaba, más que ninguna otra cosa, era ocupar un lugar en el Consejo. Sus días en FireWell habían sido fructíferos. Sin duda, había cumplido un sueño. Pero después de tantos años, y tantos logros, comenzaba a necesitar otra cosa. Otros incentivos. Algo que le otorgara algo más de poder. A su juicio, era lo mínimo después de años de servicio y dedicación a Centralia.
Ambas mujeres ahogaron una mueca de horror. Proyectarse hacía un pasado tan oscuro podía suponer que el mago no regresara jamás… A parte de la tortura que supondría volver a vivir los últimos días de Noha. Birdwhistle no se atrevió a mostrar su desaprobación a Bartos. Podía ver ese brillo de poder en sus ojos. Cuando se empeñaba en algo era imposible llevarle la contraria. Había sido así desde críos. Fuerte y firme. Dos cualidades que le habían hecho claro merecedor del puesto de Director. Ella lo había entendido al ser nombrada subdirectora pero ahora, tantos años después, había llevado toda una vida de preparación para poder sustituirle. Solo esperaba que su querido hermano cumpliese con su palabra. Se lo debía. Por años de complicidad y apoyo. Por el haberle secundado en tantas decisiones que realmente desaprobaba. Por el silencio.
Bartos no contestó. Miraba a su hermana fijamente mientras hacía puente con los dedos sobre su nariz. Una mirada que cortaba el aliento. ¿En qué momento se había vuelto tan frio? ¿Tan calculador? Birdwhistle no podía recordarlo. Hacía tanto…
Bartos se levantó de su silla y se dispuso a salir del comedor en el que tomaban el té. Pero la voz de su esposa le paró de golpe.
Bartos prosiguió su camino sin darse si quiera la vuelta. No había querido dejar que vieran que las palabras de su mujer habían hecho mella en Bartos. Y es que toda roca tiene un punto de inflexión en el que se desquebraja. Para Bartos era su mujer. Decepcionarla a ella era aún más doloroso que decepcionar al Consejo.
Porque Bartos podía haber cambiado mucho a lo largo de los años, las circunstancias te van puliendo a su antojo, pero si algo no había cambiado era su eterna devoción hacía Cynthia Minse. Por eso no se había dado la vuelta al escucharla hablar. Porque sabía lo que iba a decir. En realidad, llevaba tiempo temiendo que lo dijera.
Suerte que Bartos no hubiera salido por la puerta de la cocina. De haberlo hecho, habría descubierto a Bemus escuchando a hurtadillas. Para el joven, nadie decía la verdad desde hacía tiempo. Sus padres se mostraban esquivos cuando trataba de hablar sobre el tema y Birdwhistle actúa de una manera extraña todo el tiempo.
Bemus Spinter salió de casa por la puerta de la cocina a toda prisa en busca de Bryana. Con tal seguridad estaría en la biblioteca de los Superiores. Bryana no hacía otra cosa más que estudiar a pesar de su imagen de animadora pudiera haber hecho pensar lo contrario. Alyson Spinter le había visto salir de casa con demasiada prisa. Odiaba que todo el mundo le excluyese de sus planes. Que cuchichearan en su presencia. Ella, que era la Prefecta de Fleming. La envidia la corroía por dentro, aunque ella prefería decir que era la rabia de no ser invitada a sus juegos de espía. Sus hermanos siempre habían tenido una relación especial mientras que ella había sido revelada a segundo plano. Ahora entendía por qué Elijah había preferido vivir su propia vida sin dejar que la sombra de los Spinter le cubriera.
Decidió seguir a su hermano hasta la Academia. Bemus entró en el campus de los Superiores, sin duda buscaba a Bryana. La perfecta y lista Bryana. Que estaba allí, ocupando la misma mesa de siempre, con la novata. Parecía increíble como alguien tan ineficiente como Mira Luna podía captar todas las atenciones solo por ser hija de quien era. Alyson ni si quiera se creía esa historia. Mira Luna no tenía nada de maga la mirases por donde la mirases. Estaba convencida de que habían cometido un error garrafal y estaba dispuesta a demostrarlo.