Mira Luna y la Academia Farewell

CAPITULO 31: El día de Alain Fleming

El día de Alain Fleming era el más festejado en FireWall y en toda la comunidad mágica. En Centralia, las calles se llenaban de banderas azules y amarillas, música y pasacalles. Magos de todo el mundo viajaban hasta la capital mágica para celebrar el principio de los tiempos. A los más pequeños se les podía ver disfrazados con una prominente barba grisácea, en la mayoría de los casos diseñada con lana casera, y un sombrero de copa que solía abultar más que sus propias cabezas.

En la Academia, el comedor de los elementales se había engalanado con los colores de la Casa Fleming.  Durante una semana los afortunados Fleming podían sentirse importantes. Los Professores portaban unos pañuelos azules y amarillos en las solapas de sus túnicas, algunos con más júbilo que otros. El Professor Dogger estaba mucho más serio de lo normal durante esos días, e incluso había quién decía que se le había tenido que llamar la atención por no llevar su pañuelo. 

A Bartos se le podía ver pasear por los pasillos de la Academia de manera altanera. Orgulloso de que las principales eminencias mágicas fueran a visitar su colegio para compartir el gran banquete que se celebraba tradicionalmente. Había insistido mucho con que todo estuviese cuidado al mínimo detalle. Había encargado a Birdwhistle la tarea de supervisar de cerca la preparación del banquete. Estaba seguro de que todo saldría a pedir de boca. Como cada año. No podía ser de otra manera si el estaba al mando.

 

A Mira Luna no le hacía nada de gracia tener que vestirse con aquel ridículo atuendo que le habían dejado en su habitación. Nunca había sido aficionada a los disfraces y eso es lo que le parecía uniforme de gala de Fleming. 

 

  • Estamos ridículas- protestó mirándose al espejo- No entiendo por qué tengo que vestirme con este ridículo abrigo. ¿Y lo leotardos?
  • No es un abrigo Mira, es una túnica- le corrigió Mafalda- Y yo creo que estamos encantadoras.
  • ¿Encantadoras? Encantador puede ser un crio de ocho años. Nosotras estamos ridículas- sentenció Antia asomándose a la habitación de Mira.
  • Mi madre dice que pertenecer a la Casa de Alain Fleming es todo un honor. Y un orgullo. 
  • Creo que tú madre tiene una visión distorsionada de lo que es el honor- contestó Antia mirándose al espejo.

Antia era, sin lugar a dudas, a la que peor sentaba la túnica de gala. Su imagen, nada femenina, se veía especialmente extraña con el pomposo pañuelo al cuello y los leotardos amarillos. Además, la coleta en la que se había recogido su dorado pelo no le ha favorecía en absoluto. 

  • Así estarás mucho mejor- dijo Mafalda soltándole la melena.

Antia se revolvió nerviosa ante el contacto de las manos de Mafalda sobre su pelo. Pero cuando se observó en el espejo relajó la expresión de su cara. No había objeción alguna, con el pelo suelto parecía menos ridícula, aunque el traje seguía sin gustarle en absoluto. 

 

  • ¿Cuánto tiempo debemos ir así vestidas?- preguntó Mira.
  • Una semana, lo que duran las fiestas- contestó Mafalda y mirando su reloj añadió- Será mejor que vayamos saliendo o llegaremos tarde a la foto.
  • Encima inmortalizaremos este momento para no olvidarlo jamás- protestó Mira mientras cogía sus libros de encima del escritorio.

 

En las inmediaciones de la Academia, los Fleming se preparaban para la tan ansiada fotografía que aparecería en los mejores periódicos de Centralia. Era todo un honor poder ocupar las portadas. Excepto para Mira , quién lo veía una auténtica perdida de tiempo, y Antia, que era bastante reacia a compartir el júbilo de los demás. Alysson Sepncer, la Prefecta de Fleming, organizaba atareadamente al grupo bajo la atenta mirada del fotógrafo que intentaba interceder sin éxito alguno. Para la muchacha era más que un privilegio poder tomar parte en semejante tarea y no pensaba dejar que nadie metiese sus narices en ello. Cuando vio acercarse a las tres rezagadas se apresuró hacía ellas con el ceño fruncido. 

  • Tarde, como siempre. – protestó- ¿Y en semejante día? ¿Cómo os atrevéis?

Mafalda bajó la mirada avergonzada. Seguía sin acostumbrarse a que le llamaran la atención y, sin embargo, desde que compartía su tiempo con Mira Luna aquello sucedía muy a menudo. 

  • Ha sido culpa mía Alysson.- se excusó Miraa.
  • Prefecta Spinter, gracias.- la cortó tajante- No dudaba que tuvieras todo el peso de la culpa. Idos ahora mismo con vuestros compañeros y colocaros para la foto.

Mafalda se apresuró a obedecer pero Mira y Antia se tomaron algo más de tiempo. La primera regaló una mirada enfilada a su Prefecta mientras Antia se limitaba a sonreír ante el alarde de autoridad de la muchacha.

  • Dale a un tonto un carguillo…- susurró. 

Las chicas se colocaron en una de las esquinas donde más hueco había para la foto pero Alysson se apresuró a aproximarse a Mira y cambiarla de sitio. La relegó a la última fila añadiendo que allí encajaría más. Pero Mira pudo intuir que quería  hacerla pasar desapercibida. Sin duda, Alysson Spinter sentía una peculiar inquina hacía Mira Luna cuyo origen era totalmente desconocido para la muchacha. Mira quería pensar que, a veces, simplemente no le caes bien a una persona y no hay nada que puedas hacer para remediarlo.  Sin embargo, en la mirada de Alysson hay algo más. Algo más profundo e inquietante que no tiene lógica alguna para la chica. 

  • Tu- dijo el fotógrafo dirigiéndose a Mira- Tú eres Mira Luna, esa chica de la que se habla en la ciudad, ¿verdad?

 

Mira se encogió de hombros porque, realmente, desconocía lo que se hablaba de ella en la ciudad.  Ni si quiera entendía porqué se hablaba de ella si no había contado su historia a nadie.

 

  • Supongo- contestó sin más.
  • Colócate aquí, en primera fila- añadió el hombre tirando de ella.




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