El Nerviosismo y la incertidumbre se había apoderado de la situación en el despacho de la Professora Birdwhistle. Habían decidido no despertar al director. La mujer prefería, en primer lugar, empaparse de lo sucedido y graduar el nivel de gravedad del asunto. Quizás se arriesgaba a que su hermano se molestase. Bartos era asiduo a controlarlo todo. A manejar la situación. ¿Pero qué podría decirle? Ni si quiera entendía con exactitud lo que había sucedido. Mira Luna, a penas alcanzaba a balbucear palabras sin sentido. Inconexas. Bemus, su sobrino, no era capaz de arrojar mucha más luz al asunto. Por lo visto, se había encontrado con Mira en esa situación y había decidido correr en su ayuda. La muchacha aseguraba que Abaddon había estado allí. Pero ¿cómo?, ¿por qué? Era imposible que hubiera flanqueado las barreras mágicas. El, en cuerpo presente, dentro de la Academia. De ser cierto se enfrentarían a una amenaza mucho mayor de lo esperado.
La muchacha no pudo más que asentir convencida de lo que habían visto sus ojos. No tenía duda alguna de lo que había vivido. Deseo que hubiera sido un sueño. Lo deseo con todas sus fuerzas. Pero Bemus la había encontrado en la sala de las puertas y no en su cama como la primera vez que se encontró con Abaddon. Algo había cambiado. Algo había sido distinto esta vez. Pudo sentirlo con mucha más fuerza.
Bemus asintió y se apresuró a realizar la tarea que Birdwhistle le había encomendado. Quedarse a solas con la chica le permitiría indagar mucho más en lo sucedido. Intentar esclarecer un poco todo aquel sin sentido que amenazaba con devorarlos a todos. Abaddon era fuerte, poderoso pero Birdwhistle se negaba a aceptar que pudiera superar el poder de todo un Consejo Mágico.
Mira se subió un poco la pernera del pantalón para mostrar los arañados, aun visibles, que le recordaban cada día que el sueño con Abaddon había sido mucho más que eso. Birdwhistle se incorporó en su silla, inquieta, tenía el suficiente conocimiento para entender lo que estaba pasando. Su cabeza fue atando cabos, poco a poco, hasta llegar a la firme decisión de lo que había ido ocurriendo desde la llegada de Mira Luna. Sospechaban que Abaddon se había inmiscuido en la Academia de algún modo. Sus defensas mágicas habían sido vulneradas hacía a penas una semana. No conseguían explicarse cómo , ni cuando , ni por qué había sucedido. Pero lo que Mira le estaba relatando arrojaba mucha luz al asunto.
Mira levantó la vista por primera vez. Algo en su rostro había cambiado. Sus facciones se habían tensado. Se limpió una lágrima que le caía por la nariz.
Su mente viajó , inevitablemente, a muchos años atrás. Su hermana pequeña era quien la contemplaba desde el otro lado de la mesa. Con esos ojos castaños tan grandes y tan expresivos que hablaban por si mismos. Preocupación era lo que transmitían aquella noche. Preocupación tienda con algo de miedo mal disimulado.
Su hermana no contestó. Pero no era necesario que lo hiciera para que Birdwhistle entendiera que había tomado una decisión y nada, ni nadie , la haría cambiar de opinión.
Pero Birdwhistle no lo entendía. Unos lagrimó Neus resbalaron por sus mejillas hasta perderse en un suelo frio de noviembre. Ella, la sangre de su sangre, su consentida. Noha estaba a punto de emprender un oscuro camino hacía un abismo sin retorno. Sin remedio. Y lo único que podía hacer era sentarse a lamentarlo. Llorar su perdida incluso antes de que hubiera sucedido. Llevaba meses intentando hacerla cambiar de opinión. Persuadiéndola. Implorando a su razón aunque fuera por el bien de su pequeña hija. Esa niña la iba a necesitar más que nadie. Necesitaba su luz y su amor para poder perder su peor parte. La que procedía de un demonio. Pero Noha era firme, taciturna, cuando tomaba una decisión no había manera humana de hacerla entrar en razón.