Mira Luna y la Academia Farewell

CAPITULO 33

El Nerviosismo y la incertidumbre se había apoderado de la situación en el despacho de la Professora Birdwhistle. Habían decidido no despertar al director. La mujer prefería, en primer lugar, empaparse de lo sucedido y graduar el nivel de gravedad del asunto. Quizás se arriesgaba a que su hermano se molestase. Bartos era asiduo a controlarlo todo. A manejar la situación. ¿Pero qué podría decirle? Ni si quiera entendía con exactitud lo que había sucedido. Mira Luna, a penas alcanzaba a balbucear palabras sin sentido. Inconexas. Bemus, su sobrino, no era capaz de arrojar mucha más luz al asunto. Por lo visto, se había encontrado con Mira en esa situación y había decidido correr en su ayuda.  La muchacha aseguraba que Abaddon había estado allí. Pero ¿cómo?, ¿por qué? Era imposible que hubiera flanqueado las barreras mágicas. El, en cuerpo presente, dentro de la Academia. De ser cierto se enfrentarían a una amenaza mucho mayor de lo esperado.

 

  • ¿Estás segura Mira?- preguntó desconcertada- ¿Era él?

 

La muchacha no pudo más que asentir convencida de lo que habían visto sus ojos. No tenía duda alguna de lo que había vivido. Deseo que hubiera sido un sueño. Lo deseo con todas sus fuerzas. Pero Bemus la había encontrado en la sala de las puertas y no en su cama como la primera vez que se encontró con Abaddon. Algo había cambiado. Algo había sido distinto esta vez.  Pudo sentirlo con mucha más fuerza. 

  • Bemus- llamó la mujer- Deberías encargarte del estropicio de la sala de las puertas. Nadie debería verla así por la mañana.

Bemus asintió y se apresuró a realizar la tarea que Birdwhistle le había encomendado. Quedarse a solas con la chica le permitiría indagar mucho más en lo sucedido. Intentar esclarecer un poco todo aquel sin sentido que amenazaba con devorarlos a todos. Abaddon era fuerte, poderoso pero Birdwhistle se negaba a aceptar que pudiera superar el poder de todo un Consejo Mágico. 

 

  • Mira, necesito que me relates con calma todo lo que sucedió la primera vez que te encontraste con Abaddon – dijo Birdwhistle, pausadamente, mientras le acercaba una tela con hierbas que la ayudarían a tranquilizarse.
  • Fue un sueño. Abaddon me reseguía. Me gritaba cosas que no podía escuchar. Me desperté sobresaltada, en mi cama. Estoy segura de que no salí de ella en ningún momento. Y sin embargo…

Mira se subió un poco la pernera del pantalón para mostrar los arañados, aun visibles, que le recordaban cada día que el sueño con Abaddon había sido mucho más que eso. Birdwhistle se incorporó en su silla, inquieta, tenía el suficiente conocimiento para entender lo que estaba pasando. Su cabeza fue atando cabos, poco a poco, hasta llegar a la firme decisión de lo que había ido ocurriendo desde la llegada de Mira Luna. Sospechaban que Abaddon se había inmiscuido en la Academia de algún modo. Sus defensas mágicas habían sido vulneradas hacía a penas una semana. No conseguían explicarse cómo , ni cuando , ni por qué había sucedido. Pero lo que Mira le estaba relatando arrojaba mucha luz al asunto.

  • Deberías habernos hablado de ello.
  • Lo siento- se disculpó la chica sin saber que más decir.
  • Queremos protegerte Mira. Y no podremos hacerlo si no confías en nosotros.

Mira levantó la vista por primera vez. Algo en su rostro había cambiado. Sus facciones se habían tensado. Se limpió una lágrima que le caía por la nariz.

  • Opino igual , señorita Birdwhistle. Desearía que me hicieran participe de mi propia vida y que no se me ocultase nada. Sobre todo, si estoy en peligro de muerte.
  • Tienes razón Mira. Debimos de ser sinceros contigo- reconoció la profesora apesadumbrada. Espero que entiendas que quisimos protegerte. Vivías avena al mundo mágico y darte demasiada información de golpe hubiera sido catastrófico. 
  • Lo comprendo. 
  • ¿Qué te parece si tu y yo nos hacemos una promesa?- preguntó Birdwhistle- A partir de esta noche no nos volveremos a esconder ningún secreto.

Su mente viajó , inevitablemente, a muchos años atrás. Su hermana pequeña era quien la contemplaba desde el otro lado de la mesa. Con esos ojos castaños tan grandes y tan expresivos que hablaban por si mismos. Preocupación era lo que transmitían aquella noche. Preocupación tienda con algo de miedo mal disimulado. 

  • Noha, debes prometerme que no irás junto a él- imploró Birdwhistle sabiendo de antemano que no sería escuchada- Debes quedarte en la Academia. Solo si estás aquí podremos protegerte. A ti… y al bebé.

 

Su hermana no contestó. Pero no era necesario que lo hiciera para que Birdwhistle entendiera que había tomado una decisión y nada, ni nadie , la haría cambiar de opinión. 

 

  • Hermana, debes dejarme marchar. Es mi destino. Tienes que entenderlo.

 

Pero Birdwhistle no lo entendía. Unos lagrimó Neus resbalaron por sus mejillas hasta perderse en un suelo frio de noviembre. Ella, la sangre de su sangre, su consentida. Noha estaba a punto de emprender un oscuro camino hacía un abismo sin retorno. Sin remedio. Y lo único que podía hacer era sentarse a lamentarlo. Llorar su perdida incluso antes de que hubiera sucedido. Llevaba meses intentando hacerla cambiar de opinión. Persuadiéndola. Implorando a su razón aunque fuera por el bien de su pequeña hija. Esa niña la iba a necesitar más que nadie. Necesitaba su luz y su amor para poder perder su peor parte. La que procedía de un demonio. Pero Noha era firme, taciturna, cuando tomaba una decisión no había manera humana de hacerla entrar en razón. 

 

  • Quiero que me prometas que cuidarás de mi hija- suplicó Noha- Hermana, por favor, debes prometérmelo.
  • Te lo prometo…
  • Aléjala de este mundo. Solo así podrá vivir en paz. Si no despierta su magia él nunca la encontrará. 




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