Mira más allá

Capítulo 10

Ashley está pasmada. Han transcurrido unos treinta segundos desde mi olímpica confesión y no ha hecho más que mirarme con la boca un poco abierta. No tengo el tiempo suficiente para arrepentirme de lo que dije —que, bueno, ni se me ocurre cómo arreglarlo—, porque ella reacciona, pestañea un par de veces y se tapa la boca con las dos manos. Me hundo un poco en el asiento, tratando de esconderme de la vergüenza.

—Ay, por Dios, ay, por Dios, ay, por Dios —su voz se atasca en sus manos, aun tapando sus labios—. ¿Es en serio? —los ojos le brillan.

—S-sí —reafirmo en algo parecido a un murmullo.

—¡Qué lindo! —se quita las manos de la boca y puedo ver su amplia sonrisa—. Creo que me dará un ataque de emoción —bromea, aunque por como luce no me sorprendería que así fuera.

Es como cuando le cuentas a tu mejor amiga que te gusta alguien. Prácticamente lo mismo, solo que con la madre del chico.

—No le vaya a decir nada, por favor —siento las mejillas calientes.

—¿Cómo le podría decir algo? Soy un baúl impenetrable —me asegura—. Oh, vaya, jamás me había pasado esto.

A muchas madres no les llega a pasar que una chica les cuenta que está enamorada de su hijo, o eso supongo yo. Nadie tendría ideas tan locas como las mías.

—Me alegra que hayas tenido la confianza de contármelo —le baja unas quince rayas a su entusiasmo—. ¿Desde hace cuánto?

—Uhm... Creo que me di cuenta de que me gustaba el día que nos quedamos dormidos en la sala, ya sabe —trato de no derretirme de la vergüenza al hablar de un tema como este.

—Te mentiría si te dijera que no me lo pensé antes. Aunque en realidad creí que era él quien estaba flechado. Jamás lo había visto tan cerca de una chica, ¡Todavía tengo la foto!

Ella dura otro par de minutos preguntándome sobre mis sentimientos hacia Ian, y yo respondo como puedo sin trabarme, mas de seguro estoy tan roja como un tomate. Poco a poco se vuelve una conversación más cómoda para mí, es una de las grandes cualidades que tiene Ashley Lukasiac.

Cuando estamos yendo de vuelta a la residencia, habiendo hablado otros temas alejados de su hijo y de mí, ella retoma esa conversación.

—Estoy feliz de que hayas llegado a la vida de Ian —menciona—. Siempre me preocupé de qué clase de chica en algún momento gustaría de él, y saber que alguien tan buena como tú es esa chica me quita un peso de encima.

Su forma de reaccionar ante lo que dije también me hizo feliz. No es como que caerle bien a su madre garantice que un futuro donde Ian y yo podamos ser más que amigos es posible, pero hoy vi lo importante que él es para Ashley y puede que a fin de cuentas eso haya sido lo que me impulsó a decirle antes que a mis propias amigas. Ella, siento una madre tan dedicada y cariñosa, merece saberlo.

—Bueno, lo dice como si ya tuviera ganado a Ian —río un poco.

—Dudo que se pueda resistir a ti, si es que no ha caído ya.

—Y yo dudo que vaya a gustar de mí —suspiro—. Ya es bastante que seamos amigos.

—A ver, Miranda, nada de pesimismos —me regaña—. Aleja las inseguridades y así se dará cuenta de lo genial que eres.

Llevo tiempo resignándome a la idea de gustarle, pues dentro de mí no hallo la lógica ante un Ian enamorándose de... de nadie en realidad. ¿Qué tengo yo de especial? Que haya sido abierto conmigo sobre algo que no había hablado con nadie no significa algo más que una confianza que yo ansiaba tener con él. Ahora que la tengo y nuestra amistad está creciendo, me mentalizo en que está bien que nada pase entre los dos mientras seamos lo que somos en este momento.

¿De verdad puedo soportar la idea de solo ser la amiga de Ian para siempre?

No, la respuesta es no; sin embargo, es muy temprano para pensar en algo más. No me conformaré, pero tampoco forzare a Ian a verme como quiero que me vea, será su decisión haga lo que haga, y eso estará bien.

Quién sabe, tal vez Ashley tenga razón diciendo que en este momento puedo gustarle.

Mejor no me hago ilusiones.

El olor a cloro nunca me ha gustado, y como ese olor está directamente conectado a limpiar el baño, esta tarea tampoco me encanta mucho que digamos. Es inevitable que cada semana tenga que lavar el baño de mi apartamento, y le dejaría eso a mi abuelo de no ser porque el pobre ya tiene suficientes cosas que mantener en la residencia. El único escape anual que tengo para evitar esto es cuando llega mi cumpleaños, pero aún faltan un par de meses para eso, dado que cumplo en octubre

Echo el líquido en el escusado y trato de no respirar por la nariz. Uso el cepillo para restregar la poca suciedad que se acumula dentro con el paso de los días y me apuro para acortar esta tortura. Mi abuela siempre me decía que el secreto para mantener un baño limpio y sin manchas era darle algún cariño cada dos días. Para mí es imposible, así que con suerte cada semana al baño le toca su momento. Gracias a eso este pequeño cuarto no se ha vuelto una pocilga llena de suciedad.

Acabo en cuestión de minutos y aprovecho de darme un baño, dado que Britt vendrá en una hora para una pijamada. Justo por el hecho de que Britt viene es que me dediqué en la mañana a ordenar el apartamento y mi habitación.

Hace ya dos días que Ashley sabe que me gusta Ian, y desde entonces estoy pensando en que debería aprovechar el día para contárselo a Britt también. La rubia es mucho más cercana a mí, aunque eso no significa que tengo en menos a Emily. La realidad es que ella tiene otras amigas más cercanas que nosotras en la ciudad, y las tres estamos conscientes de ello.

Me pongo ropa de casa porque, luego de varios años de amistad, ya me da igual qué tan arreglada me vea Britt. Con mi camiseta de gatos y mi mono rosado bajo hacia la cocina para merendar algo hasta que mi amiga venga. Busco en los gabinetes galletas saladas y, cuando las encuentro, las unto con mermelada. Eso me recuerda que debo pedirle dinero a mi abuelo para rellenar los gabinetes de nuestra propia cocina.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.