Mira más allá

Capítulo 16

En cama, así he disfrutado mis últimos días en la playa.

Como si un resfriado la mañana luego de la fiesta no fuese suficiente, este se extendió hasta hoy, un día antes de volver al páramo, donde he mejorado en comparación a anteayer, mas sigo con algunos mocos de vez en cuando y una fiebre que se ha disipado poco a poco. Me siento mal, no solo por la enfermedad sino porque el resto ha salido a divertirse mientras yo, por órdenes de mi abuelo, debo quedarme en la mansión para que no empeore —y podría empeorar, porque para enfermarme soy experta—. De haber sido más cuidadosa, justo ahora disfrutaría de un paseo a un recinto de piscinas de aguas termales artificiales a una hora de aquí.

Estúpida yo.

Según mis suposiciones, acabé resfriada porque luego de que Ian me cerrara la puerta en la cara, lo mejor que se me ocurrió hacer fue irme a las sillas de la piscina y mirar el cielo, reflexionando sobre lo que me dijo antes de huir. Por supuesto, terminé dormida y desperté varias horas más tarde gracias a mi abuelo, pues si no hubiese seguido ahí mil años. Las consecuencias: fiebre, dolor de cabeza, mocos y una tos recurrente. Me perdí una visita al acuario, una bajada a la playa y también me perderé la salida de hoy. Por una parte, odio no poder ir, y por otra parte me alegra que sea así porque apenas hoy me siento viva luego de los dos últimos días.

En cuanto a Ian... Dios, Ian. Todo iba tan bien hasta que hizo que mi mundo se diera vuelta por completo. Me dijo que le gusto y luego solo me dejó allí con la duda de si hablaba en serio, o si malinterprete lo que dijo. Bueno, tampoco es que ese tipo de cosas puedan prestarse a malinterpretaciones.

He tenido mucho tiempo para reflexionar sobre ello y aun así no logro estar segura de qué pasa dentro de su mente, y cuando tengo la oportunidad de conversarlo cambia de tema. Nuestra relación no ha cambiado en lo absoluto, hasta me ha traído la comida al cuarto un par de veces, más cuando hay sospechas de que quiero hablar de lo sucedido la noche de la fiesta, halla la manera de escaparse. Pareciera que sus padres le ayudan a esto último, pues le obligan a acompañarlos a esos paseos a los que por su cara es obvio que no quiere ir, pero que a lo mejor aprovecha para no tener que toparse conmigo a solas.

Estúpido Ian.

''De almuerzo puedes calentarte lo que sobró de ayer, y si te vuelves a sentir mal tengo las pastillas en mi habitación'' dice una nota firmada por mi abuelo justo a un lado de la cama. Desperté hace una hora más o menos, pero ahora es que me resigno a levantarme de verdad y soportar otro día sola en la mansión. Para que el resto no se sintiera mal dije que aprovecharía esto para hacer videollamadas con mis amigas porque las extraño mucho, cosa que es verdad, mas esas videollamadas no. Emily sigue muy ocupada con su viaje y Britt... No he sabido nada de Britt desde que nos mandó las fotos de ese guapo chico que acosó. El caso es que me la he pasado las tardes sola, vagando por la mansión como un fantasma. Hoy será peor, dado que son las once de la mañana y ya no hay nadie pues todos se fueron hace rato para aprovechar bien el día, y es muy probable que lleguen tarde. ¡Yupi! Más mansión para mí...

Estúpidos todos.

Luego de lavar mi cara y mis dientes —sacando con ello la mugre que estaba solidificada en mi rostro—, salgo de mi habitación con un pantalón y suéter de pijama rosa pastel para llenar mi estomago con algo, a pesar de que no tengo muchos deseos de ingerir nada. Corro la puerta, la cierro y camino hacia la cocina directamente. Me sirvo un simple yogurt de fresa con cereal de maíz en un bol y me voy a la sala para ver televisión, cosa que se ha vuelto habito de estos últimos días. Falta poco para medio día, y no sé si, al acabarme este bol, debería hacerme comida de verdad.

Casi escupo del susto la porción que me metí a la boca mientras caminaba. El televisor está encendido, no estoy sola en la mansión.

—Buenos días —saluda Ian con el cabello despeinado y su pijama puesto—. ¿Te sientes mejor?

—S-sí —asiento, tragándome el cereal.

¿Qué demonios hace Ian aquí?

—¿Te vas a sentar o vas a comer parada? —comenta viendo su programa, otra de esas series animadas de superhéroes que nunca he visto ni me ha interesado.

Ante eso, me siento con una distancia prudencial de algunos centímetros para no tener que rozarme con él. ¿Seré yo la única que se siente incomoda? Puede que sí, pues él sigue como si nada viendo su serie. Como si nada. Odio esa frase, representa mi situación actual que el chico que me gusta y que, al parecer, también le gusto. ¡Todo sería mucho más claro si se dignara a hablar del tema!

—¿Por qué no fuiste con ellos? —pregunto luego de minutos en silencio y un bol sin rastros de cereal.

—¿Aguas termales? No gracias, sonaba lo suficientemente aburrido —bufa.

—Uhm, sí —culmino la conversación.

Me levanto del sofá porque ya no queda mucho que hacer aquí. Él está muy concentrado en sus superhéroes, mejor lo dejo solo. De todas formas, estoy segura de que prefiere que sea así.

—Saldré en una hora —me dice cuando ya le estoy dando la espalda—. Debes estar lista entonces, si es que quieres ir.

Vale, eso no me lo esperaba.

—¿A dónde? —pregunto sin voltear, no quiero que vea la sonrisa que se ha formado en mi cara por su invitación.

Qué curioso, ya no me siento nada mal, qué coincidencia... Sí, coincidencia.

—¿Te anotas o no?

—¿Debo llevar algo en específico?

—Lo que llevarías a la playa, un bolso pequeño extra y... ¿tienes algún parlante?

El taxi nos dejó justo en la entrada a la playa. Como Ian me pidió, tengo colgada mi mochila con todo lo que llevaría a la playa, aunque algo me dice que no haremos solo eso. Me puse un short y una playera de manga corta. Él está usando el impermeable colorido que compramos el primer día con una musculosa gris que nunca le había visto antes, de hecho, creo que es la primera vez que usa algo sin mangas.




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