Mira más allá

Capítulo 26

—Dios mío, ese vestido te queda precioso, Emily —dice Britt a la peligra, que lleva puesto un vestido lleno de brillos.

Estamos en la única tienda de ropa de gala que hay en el pueblo, por ello mismo ya nos hemos cruzado con un par de conocidos que mañana también irán a la fiesta, tanto compañeros como ex alumnos de la escuela. La tienda no es gigantesca, pero tiene mucha variedad, por lo que tenemos algo más de una hora viendo cada centímetro del lugar.

Aunque quise que Ian me acompañara también, pensé que sería mejor pasar un tiempo sola con mis amigas, ya que la última vez estábamos con él y no es lo mismo una salida de chicas si hay un bonus. La estamos pasando de lo mejor, y luego de esto iremos a entregar las invitaciones —actividad en la que sí que llamaré a Ian, pues movernos por el pueblo a pie nos tomaría horas—. Por ahora, estamos en la segunda fase de la búsqueda de vestidos para la fiesta de mañana: probarlos.

Primero entró Emily al vestidor, con tres vestidos que le agradaron Uno rosa, que le quedó muy mal, uno negro que no le gusto por ser demasiado corto, y este, uno de color azul oscuro con pedrería muy pequeña y la medida justa. Es de escote de corazón, y combina bastante con su estilo.

—Es muy cómodo —comenta sonriente—, creo que llevaré este.

—Perfecto, mi turno —Britt se levanta del sillón de un salto y toma los seis vestidos por los que no pudo decidirse. De las tres es quien más escogió, le sigo yo, con cuatro vestidos que iré descartando mientras me los pruebe.

El primero nos encanta, el segundo nos fascina, el tercero no nos enamora, el cuarto es precioso y los dos restantes fueron más decepcionantes que nada. Sus finalistas son un vestido largo y rojo con la espalda descubierta y tiras brillantes, uno corto de color rosa pomposo algo parecido al de Emily y uno que, a pesar de que es bonito, luego de verlo dos veces a ninguna de las tres nos convence.

—Definitivamente el rojo —decimos Emily y yo a la vez, para luego mirarnos extrañadas por esa sincronía.

—Es más caro de lo que deseaba, pero lo vale —dice Britt—. Además, puedo reusarlo para la fiesta de graduación.

Con esto, se decide a llevar el precioso y algo sensual vestido rojo que le sienta a la perfección. Quedo solo yo por probarme los míos, así que entro al vestidor y cuelgo cada opción en los ganchos que hay disponibles. El primero que me pongo es blanco de corte imperio, me llega a las rodillas, más al tenerlo puesto no me sienta nada bien, cosa en la que concuerdan mis amigas. El segundo es de corte evasé, y me recuerda bastante al que Britt me compró para ir a la playa, solo que este es de color lila. Tampoco nos encanta, así que paso al siguiente. A este sí que le tengo fe, es largo, con tul y rosa. Amo el rosa, y al tenerlo puesto me enamora aún más: Es de escote en v y cintura alta, por lo que el resto del vestido es suelto. Las chicas quedan encantadas con ese, pero aún falta el último, que también se ve bastante bonito.

Se ve, porque me lo pongo y la decepción me cachetea de una manera impresionante.

Solo diré que el vestido estaba hecho para alguien con más cosas que yo, cosas que no poseo para lucirlo. Así que el rosa es el ganador, y tampoco me quejo.

—Es nuestro último año, tenemos que vernos como las divas regias brillantes que somos —comenta Britt mientras, con bolsas en mano, caminamos por el centro del pueblo hacia alguna tienda de zapatos, cosa que será muchísimo más sencilla.

—Yo solo espero que haya algún drama, si no lo hay será ligeramente aburrido —opina Emily, con un claro tono de broma.

—El año pasado Anna Valles expuso la infidelidad de su novio frente a todo el mundo luego de ganar el premio como reina de la escuela, no sé si algo pueda superarlo —recuerda Britt con admiración hacia la chica.

Duramos menos que nada en la tienda de zapatos, ya que, basándonos en el vestido que cada una compro, elegir es sencillo. Emily se va por unos tacones altos cerrados de color negro, Britt por unos rojos de taco de aguja y yo por unas plataformas blancas no muy altas, dado que no me gusta andar en tacones.

Con nuestras compras listas y toda una tarde por delante, paramos en uno de los pocos cafés que hay acá y pedimos tres refrescos para esperar a que Ian baje de la residencia hasta acá, y dado que eso le tomará un rato, nos ponemos cómodas.

—¿Cuántas personas invitaste? —pregunta Emily, refiriéndose, por supuesto, a mi cumpleaños.

—Los de la residencia, ustedes, a todos en el salón y a algunos otros que conozco de la escuela, o que se han graduado. En total son cuarenta más o menos, aunque serán más si llevan a alguien como acompañante —respondo.

—Será una fiesta desde que salgamos de aquí en el bus —alza las cejas Britt—. Más les vale a esos tontos ser puntuales.

Mike iba a ser quien rentaría un bus para llevar a mis amigos hasta la ciudad, pero Chris insistió en ayudar con eso, así que reservó al chofer que nos llevó a la playa, aunque con un bus más grande, por supuesto. Varios se irán en sus propios autos, como los de la residencia y algunos otros, por lo que nadie tiene complicaciones para asistir.

El que vaya a hacer una fiesta sacó de onda a mis amigas al principio, mucho más sabiendo del tamaño que será en comparación a las reuniones que he hecho por el mismo acontecimiento años antes. Pocas personas, aperitivos, charlas, películas, algo de baile como mucho, nunca algo de este estilo que requiera un recorrido para entregar invitaciones.

—La última vez que acompañé a alguien a entregar invitaciones para algo, fue a mi tía —comenta Emily—. Fue horrible, claro, porque eran unas doscientas invitaciones, en la ciudad. Duramos días en eso. Si aquí duramos más de una hora voy a sorprenderme bastante.

—Yo apuesto que solo yendo a la plaza central ya habremos entregado la mitad —dice Britt.

La plaza central... tengo meses sin ir allí. Es una pequeña y sencilla plaza con una fuente en medio, un parque de niños, pasto, flores y árboles. Queda a pasos de la escuela, por lo que muchas veces nos íbamos allí en busca de algo de paz luego de las clases; Jake llegó a acompañarnos más de una vez.




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