Miraculous stories

Última oportunidad

Relato Lukadrien (LGBTQ+).

 

 

Me detengo frente a mi piano y observo las teclas polvorientas, llevo tiempo de no practicar en él porque ya no soy solista, formo parte de la orquesta sinfónica y uso el piano del conservatorio. Recuerdo que hace años pensaba que mi habitación era el mejor lugar del mundo para mí, pero Nino me demostró lo contrario. Mi vida monótona ha obtenido color gracias al apoyo de mis amigos, en especial Nino.

Bajo al comedor para estudiar, mamá me dejó dinero para ordenar pizza pero no se me antoja, un croissant es suficiente. La mansión está en silencio porque es el día libre de los empleados y mis padres salieron a una cena de negocios. Hojeo mis libros, distraído, me sé la lección de memoria y tengo otras cosas en la cabeza: quedan unos meses para mi graduación y no tengo claro mi futuro. Mis opciones no son claras y me angustio, no obstante, sea como sea, la música seguirá conmigo.

Me levanto para regresar a mi habitación, veré una película para dormirme rápido.

Ding-dong, ding-dong, el timbre suena.

¿Quién busca tan tarde? ¿Habrá sido un accidente?

—Hola, Adrien.

—¿Luka? —¿qué lo tiene aquí?

—¿Puedo pasar?

Camino a la sala, dejando la puerta abierta. Nos sentamos en el sofá, me inquieta su semblante, está nervioso y eso no es natural en él. Evita mi mirada y eso aumenta mi curiosidad.

—Habla.

—Siento venir de noche, te llamé pero no respondiste —le recordaré que perdí mi teléfono, sin embargo, algo me hacer callar—. ¡Es cierto, lo perdiste!

Asiento.

—Consigue otro, ¿cómo podremos hablar?

—Siempre nos vemos en el conservatorio —sonrío.

—Sí... —ríe sin ganas.

Casi puedo sentir el peso del viento, la sensación de que algo no anda bien me oprime. Extraño la serenidad que me envuelve cuando Luka está cerca de mí.

—¿Qué pasa?

—Me voy a Nueva York.

—Ah... ¿Cuándo?

—Mañana.

—Es por lo de ese reality show de bandas, ¿verdad? Estarás fuera unas semanas y volverás a casa —doy por hecho—. ¿Quieres beber algo?

No me gusta el silencio que se instala entre nosotros, debería estar bien con ello, mas se trata de Luka, él es expresivo y se no anda con rodeos.

—Dime qué te pasa —le ordeno.

—Tranquilo —murmura.

—Tú me enseñaste a alzar la voz, no me culpes.

—Me enorgullece haberte enseñado eso, podrás valerte por ti mismo —suspira—. Debes saber que mi tiempo contigo y la banda son mis preciadas memorias. No podía irme sin verte aunque sea una última vez.

¿Por qué hace un drama para despedirse? Será breve el tiempo que no nos veamos, en un cerrar de ojos estaremos bajo el mismo cielo.

—Se hace tarde —se pone de pie—, gracias por todo.

Giro sobre mi eje para colocar mis piernas en la mesa del centro y obstaculizar su camino, se tropieza y cae en el sofá. Me aferro a sus hombros.

—¿¡Qué haces!? —gruñe.

—Explícame qué te sucede.

—¡Eres un insensible, estás ciego! —se encoge de hombros y agacha la cabeza—. Me voy a Nueva York para empezar mi carrera como guitarrista, me mudo definitivamente.

Un frío impiadoso me recorre, quiero salir de aquí y no verlo más, no obstante, sus palabras de valentía resuenan en mi cabeza y me obligo a quedarme a su lado. Tomo sus manos con fuerza y doy una risotada.

—¡Felicidades, qué buena noticia!

—¿Adrien? —sus ojos brillan.

—Admito que será una pena no verte, pero te vas por una buena razón, cumplirás tus sueños —mi voz se quiebra y toso para que no lo note—. Ojalá llores de alegría.

—Yo...

—¿Los demás lo saben?

—Visité a cada uno antes de venir.

—Ríete y vete con la cabeza en alto, nosotros, tus mayores fans, te apoyaremos.




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