Miraculous: Las Aventuras de Ladybug y Chat Noir - Capítulo 1: El Accidente del Museo Sinopsis: París, una ciudad bañada por el romance y la historia, esconde un secreto palpitante bajo su elegante fachada. Detrás de las risas de los turistas y el bullicio cotidiano, un peligro silencioso acecha. Marinette Dupain-Cheng, una estudiante aparentemente común con una pasión por el diseño, se transforma en Ladybug, la superheroína que protege la ciudad de los akuma, criaturas malévolas creadas por el villano Hawk Moth. Junto a ella, el misterioso y encantador Chat Noir, su compañero en la lucha contra el mal, completa el dúo dinámico que se enfrenta a desafíos constantes, protegiendo los secretos de sus identidades y navegando las complejidades de la vida adolescente. Este primer capítulo introduce a Marinette y a Adrien, antes de que sus vidas tomen un giro extraordinario. Contenido de los capítulos anteriores (Ninguno): Este es el primer capítulo. El sol de la tarde se filtraba a través de los vitrales de la Galería de Arte de París, pintando el suelo de mármol con un caleidoscopio de colores. Marinette Dupain-Cheng, de 14 años, observaba con fascinación un antiguo collar de jade expuesto en una vitrina. Sus dedos, ágiles y hábiles, trazaban los intrincados diseños en su cuaderno de bocetos, captando cada curva y detalle con una precisión asombrosa. Su pasión por el diseño era inagotable, una fuente de alegría que llenaba su mundo con una energía vibrante. Marinette era una chica común, al menos en apariencia. Estudiante diligente del Collège Françoise Dupont, era conocida por su torpeza ocasional, su amor por los macarons de la pastelería de sus padres, y su enamoramiento secreto por Adrien Agreste, el modelo y compañero de clase, tan guapo como distante. Hoy, la visita al museo era una escapada de la rutina. Se había escapado de sus clases de historia (con un poco de ayuda de su creatividad y una excusa bien elaborada sobre un repentino dolor de cabeza), y ahora se encontraba sola, perdida en la belleza de las piezas expuestas. De repente, un grito resonó por la sala. Marinette giró la cabeza, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Vio un grupo de personas reunidas alrededor de una vitrina, sus rostros llenos de conmoción y preocupación. Se abrió paso entre la multitud, empujada por la curiosidad y una pizca de miedo. En el centro de la escena, un hombre alto y delgado, con un rostro distorsionado por la ira, forcejeaba con los guardias de seguridad. Llevaba una máscara grotesca, una especie de calavera deformada que le cubría la mitad inferior del rostro. En sus manos, sostenía una extraña caja negra, pulsando un botón que emitía una luz azulada y pulsante. "¡Esta joya es mía!", gritó el hombre, su voz distorsionada por la máscara. "¡Nadie me la arrebatará!" Marinette sintió un escalofrío recorrer su espalda. El hombre irradiaba una energía oscura y amenazante. Los guardias, a pesar de sus esfuerzos, no podían dominarlo. El caos se apoderaba de la sala. Algunos visitantes gritaban y corrían, otros se congelaban, paralizados por el miedo. El hombre, con un movimiento brusco, logró romper la vitrina. Agarró el collar de jade y, en un instante, lo colocó dentro de la caja negra. La luz azulada se intensificó, y una ráfaga de viento negro emanó de la caja, creando un pequeño remolino de polvo y confusión. De pronto, el hombre se transformó. Su cuerpo se estiró, sus rasgos se volvieron más pronunciados y grotescos. Sus ojos brillaban con una luz siniestra. Ya no era un simple ladrón; se había convertido en algo... diferente. Algo aterrador. En ese momento, la caja negra se abrió, liberando una especie de mariposa negra con ojos rojos brillantes. La mariposa revoloteó en el aire, dirigiéndose hacia el hombre transformado. El hombre se tocó la máscara, y ésta pareció fundirse con su piel, volviéndose parte de él. "Gracias, pequeño akuma", dijo la criatura con una voz que resonaba en todo el museo. "Ahora, usaré el poder del jade para sembrar el caos en París. ¡Todos pagarán por su indiferencia!". Marinette observaba la escena con incredulidad. Nunca había visto nada parecido. Su mente, ágil y creativa, comenzaba a procesar la información. Esto… esto era algo extraordinario, algo que estaba más allá de su comprensión. Pero dentro de ella, algo se despertó. Un instinto, una certeza. Debía hacer algo. No podía quedarse de brazos cruzados mientras este ser, esta criatura, amenazaba la ciudad. Casi sin darse cuenta, sus dedos tocaron el collar que siempre llevaba, un pequeño obsequio de su abuela. Una luz dorada brilló, y una sensación de poder la inundó. Se sintió más fuerte, más ágil, con una nueva certeza y convicción. Su bolso, normalmente un caos organizado de bocetos y útiles escolares, se abrió revelando una máscara negra con puntos rojos brillantes. En un movimiento veloz y fluido, se colocó la máscara. Su mente se aclaró, y sus instintos se agudizaron. "¡Tikki, motas!", susurró Marinette, su voz llena de determinación. Su transformación estaba completa. La dulce y torpe Marinette Dupain-Cheng había dado paso a Ladybug, la heroína de París. Con una elegante voltereta, Ladybug saltó a la acción, preparándose para enfrentar la amenaza que se cernía sobre la ciudad. Del caos del museo, una figura solitaria la observaba desde la sombra. Era un chico alto y guapo, con el cabello rubio y ojos azules penetrantes. Llevaba un traje de cuero negro y un bastón con punta de plata. Su mirada era intensa, observadora. Una sonrisa burlona se dibujó en sus labios. "Parece que tenemos un nuevo problema, mi Lady", murmuró, preparando su propio arma, un bastón que brillaba con una luz misteriosa. "¡Pero no te preocupes, estoy aquí para ayudarte!" Chat Noir estaba listo para la batalla. La aventura recién comenzaba.