Miraculous:las aventuras de Ladybug y chat noir.

Miraculous Ladybug capítulo 4

El Retorno del Pavo Real

El cielo parisino, normalmente un lienzo de tonos pastel, se teñía esta mañana de un gris amenazante. Un viento gélido silbaba entre los edificios, llevando consigo el aroma a lluvia y… a algo más. Algo metálico, un ligero chispazo que solo Ladybug podía percibir con su extraordinario sexto sentido. Se aferró con fuerza a la gargola de Notre Dame, su yoyo balanceándose ligeramente. Desde su privilegiada posición, observaba la ciudad que juraba proteger, una ciudad que, en las últimas semanas, había disfrutado de una inusual calma. Demasiada calma.

Habían pasado meses desde la derrota de Shadow Moth, o eso creían. La derrota de Hawk Moth había sido un triunfo, un final que selló un capítulo oscuro en la historia de París. Pero la victoria, a menudo, se asemeja a una puerta que se abre a un nuevo y desconocido pasillo. Y este pasillo, Ladybug lo sentía en sus huesos, estaba lleno de sombras aún más profundas.

El silencio, en efecto, era inquietante. No había nuevos akuma, no había villanos desatados, solo una tensión latente, una sensación de que algo se avecinaba, un volcán a punto de erupcionar. Chat Noir, su compañero en la lucha contra el mal, compartía su preocupación. Había notado la misma atmósfera cargada. Su habitual ligereza y bromas estaban apagadas, reemplazadas por una seria concentración que lo hacía parecer incluso más atractivo, si eso fuera posible.

De repente, un destello de luz esmeralda perforó la oscuridad. Ladybug se lanzó, su yoyo describiendo un arco perfecto que la impulsó a través de los tejados. La luz emanaba de la Torre Eiffel, su emblemático brillo opacado por una extraña y opresiva aura oscura. Chat Noir la alcanzó en un instante, aterrizando con su elegante y felina precisión.

"Algo no está bien, Bugaboo," dijo Chat Noir, su voz grave, inusualmente seria. Su mirada estaba fija en la Torre Eiffel, donde la luz verde pulsaba con una intensidad cada vez mayor.

Ladybug asintió, su máscara ocultaba su expresión preocupada. "Lo siento, Chaton. Siento… una presencia. No es un akuma, pero… es peligroso."

Su intuición, afinada por años de batalla, le decía que se enfrentaban a algo más poderoso, algo más antiguo. Algo relacionado con el Pavo Real. El miraculous del Pavo Real, sellado hacía mucho tiempo, con su poder de creación de ilusiones y manipulación de la mente, siempre había sido una amenaza latente.

Se acercaron cautelosamente a la Torre Eiffel, moviéndose como sombras entre las sombras, aprovechando la oscuridad para mantenerse ocultos. Mientras se acercaban, pudieron escuchar un susurro, una voz sibilante que resonaba a través del metal de la torre.

“El poder… es mío… finalmente…”

La voz era familiar, pero distorsionada, como si fuera filtrada por un medio extraño. Ladybug y Chat Noir intercambiaron una mirada. Reconocieron ese tono… era Mayura, pero algo diferente. Más oscura, más intensa.

Llegaron a una plataforma de observación, casi vacía. El aire estaba cargado de una energía siniestra. En el centro, rodeada de una luz esmeralda que giraba con velocidad vertiginosa, se encontraba una figura encapuchada. La figura se movió, revelando una máscara de pavo real, pero… era diferente. Más antigua, más siniestra. La máscara parecía viva, con ojos esmeralda que ardían con una luz fría y penetrante.

De repente, la figura se giró, revelando un rostro familiar. Era Nathalie Sancoeur, la asistente de Gabriel Agreste, pero su rostro estaba pálido, casi translúcido. Sus ojos esmeralda brillaban con una intensidad inquietante. Sus dedos, finos y elegantes, sostenían el cetro del Pavo Real.

"Ladybug… Chat Noir…" susurró Nathalie, su voz una mezcla de agonía y triunfo. "He regresado… y esta vez, nada os podrá detener."

Ladybug y Chat Noir se prepararon para la batalla. Sabían que esta vez, se enfrentaban a algo mucho más allá de un simple akuma. Esta era una amenaza que se alimentaba de la oscuridad, una amenaza que parecía haber trascendido el control del mismo Hawk Moth. Nathalie, poseída por una entidad oscura, había despertado un poder que ni siquiera ellos habían imaginado.

"Nathalie… ¿qué te ha sucedido?" preguntó Ladybug, su voz llena de preocupación y temor.

Nathalie soltó una carcajada, una risa fría y despiadada que resonó en el silencio de la noche. "No soy Nathalie. Soy algo… más. Soy el poder del Pavo Real, liberado finalmente de sus cadenas. Y París… será mía."

Con un movimiento fluido, Nathalie levantó el cetro del Pavo Real. De él emanó una ola de energía esmeralda que se extendió por la ciudad, envolviendo a los parisinos en una ilusión poderosa. La ciudad, por un momento, se transformó. Los edificios se convirtieron en monstruosas criaturas, los ciudadanos en seres deformados por una realidad distorsionada.

Ladybug y Chat Noir se encontraron atrapados en el torbellino de la ilusión, sus sentidos confundidos. Pero incluso dentro de la ilusión, Ladybug se aferró a su fe, a la esperanza. Sabía que tenían que encontrar la forma de romper el hechizo, de liberar a Nathalie y salvar a París. Esta no era solo una batalla contra un villano; era una lucha por la realidad misma.

El combate apenas había comenzado. La verdadera prueba de Ladybug y Chat Noir estaba por empezar. Debían superar la poderosa ilusión del Pavo Real, descifrar el misterio detrás del regreso de Nathalie y evitar que la ciudad de París fuera sumergida en una pesadilla eterna. La lucha por la verdad, por la salvación de París, se había vuelto más compleja y peligrosa que nunca. El cielo parisino, testigo mudo de su lucha, parecía presagiar una tormenta de proporciones catastróficas. La noche apenas comenzaba.



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En el texto hay: ladybug y cat noir

Editado: 20.06.2025

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