Skandar saca una caja de metal roja de la cajuela, al acercarme más me doy cuenta de que es una caja de herramientas. ¿Quién carga una caja de herramientas en su carro?
—Habrá cambio de planes — dice sacando lo que parece ser un serrucho bastante grande —, entiendo lo que querías hacer, pero nos quita tiempo.
—Dudo que un serrucho pueda cortar un candado... — comienzo, pero Skandar me interrumpe.
—Si, con cualquier serrucho sería difícil, esta nueva adquisición no conoce límites — dice tomando la herramienta con delicadeza, casi como si le tuviera respeto... tétrico.
—Si, Bob es brillante, corta el metal como si fuera mantequilla — grita Jason orgulloso desde dentro del auto.
—¿Bob? — le pregunto confundida.
—Jason suele nombrar a los objetos como personas – dice Skandar cerrando los ojos por un momento —, me prometiste que ya no lo harías en público.
—Y tú me prometiste que dejarías de hablar como pardillo — le dice cruzando los brazos —, pero al parecer tampoco lo has logrado, somos pésimos cumpliendo promesas.
— Bueno, le estoy ahorrando muchas anomalías a tu reto, es momento de empezar — murmura mientras me echa un vistazo.
—Nataly, espera — me dice Edmon que aún sigue adentro —, yo te ayudaré.
—¿Estás seguro? ¿Eso es válido? — le pregunto a Skandar que me está entregando a Bob el serrucho.
—No, no se puede — nos dice Skandar —, lo siento Llite, quizá la próxima vez decidas subirte.
—Está bien — se rinde.
—¿Es el conjunto completo? — le pregunto ya pensando en lo que haré.
—No es necesario todo el conjunto, el collar es lo esencial, debe de estar en el estrato más alto — me recuerda —, si no te da tiempo, corres hacia aquí, ¿lo entiendes?, preferible tener repercusiones en la escuela, qué tener repercusiones legales.
—Está bien — le digo.
—Ah, y ponte esto — me dice entregándome una gorra negra y un pañuelo —, póntelo en la cara al igual que la gorra, puede haber cámaras.
Como si no tuviera la suficiente carga moral. Pero tiene razón, me pongo la gorra y el pañuelo tapándome de la nariz a la barbilla.
Aceleró el paso cuando cruzo la calle, le echo un vistazo a la puerta de la joyería. Dudo antes de acercar el serrucho, la puerta tiene solo un candado. Está parte de la ciudad debe ser muy segura para que la tengan tan poca protegida. Mi casa de Los Ángeles la cerrábamos con doble llave y tres candados. Bueno, eso tiene doble explicación, pero ahora no es buen momento para invocar esos recuerdos.
Enciendo el serrucho con dificultad, es un poco pesado para mis brazos debiluchos. Lo acercó a la parte plateada del candado, alejo mi cara al ver que saca unas chispas brillantes. Por suerte no se tarda mucho en romper el candado. Dejó a Bob en el suelo y tiró al suelo el candado al igual que las cadenas.
Abro la puerta de Catbird y entró veloz. Intento no babear por las joyas, pero me es imposible, empeñando tan solo un par de pendientes creo que podría comprarme una casa.
Eso lo confirmo cuando veo los precios.
No es complicado localizar la dichosa joya. Está en el estrado más alto como Cacciatore me dijo y alumbrado por unos focos al fondo, me pongo de puntitas para alcanzarlo. Decido que es más sencillo tomar la caja entera. No es hasta que la tengo en mis manos que un sonido taladra mis oídos.
Es la alarma.
¡Ni siquiera han pasado treinta segundos!
Dudo un poco, pero salgo corriendo de la tienda, no sin antes recoger el serrucho. Por suerte tengo a la camioneta frente a mí y a Edmon abriéndome la puerta. Entro o más bien me tiro encima de mi amigo y a la misma velocidad arranca el auto.
—¡Vamos, vamos! — grita Jason en el momento en que Skandar esquiva un perro callejero. Cruza algunas calles cuando veo que llegamos a una calle llamada Broome, una avenida un poco más transitada. Me quito la gorra, el trapo y me enderezo un poco.
—Bueno, a lo que venimos — me dice Skandar bajando un poco la velocidad —. ¿Lo conseguiste?
—Claro que si — le digo casi sin aliento después le entregó una caja de joyas. Jason la abre, en la caja hay un juego completo de diamantes plateados: collar, aretes y un anillo hermoso.
—No conocía ese lado tuyo, el criminal claro — musita Jason, me encojo de hombros sin saber qué responderle.
—Muy bien — responde Skandar sin mostrar ninguna emoción.
Pues, de nada.
La calle cada vez se nota más solitaria y oscura, lo que me pone nerviosa. Estaba por preguntar a dónde íbamos cuando de repente dos furgonetas negras se ponen entre nosotros, el primero en reaccionar es Jason.
—Oh, no me digas que...— dice de una manera que me pone nerviosa. ¿Qué más puede suceder?
—Si, esos bastardos nos han estado siguiendo, por suerte fue en esta calle — dice viendo por el retrovisor —, no nos hubieran dado la cara en persona.
—¿Qué tanta desventaja tenemos? — le pregunta Jason como si estuviera analizando algo en particular.
—¿Tú qué crees?, ellos solo actúan en grupo, esperaron un momento de ventaja y decidieron atacar — le dice tranquilo —, mándale un mensaje a Lily y Jack.
—¿Código rojo?
—Por supuesto — alza un poco la voz mientras acelera. No pasa ni un minuto cuando siento que del lado izquierdo chocamos con la furgoneta, casi salgo expulsada del asiento, de no ser por la ayuda de Edmon.
—Olvide decirlo, pónganse los cinturones — nos dice Skandar como si no fuera demasiado tarde, Ed y yo le hacemos caso sin dejarlo terminar de hablar.
Segundos después sucede lo mismo del lado derecho, me tapo la boca para que no se escuche mi grito alarmado, cierro los ojos y pongo mi cabeza entre mis rodillas. Suprimo un grito de miedo, e intento no pensar en lo que se puede avecinar. Mientras avanzamos a gran velocidad seguimos soportando los golpes.
Intento ignorar lo que está pasando, pero todo cambia cuando algo es arrojado hacia la ventana trasera de la camioneta. Se quiebra en pedazos y algo cae en la cajuela de atrás. Me enderezo al mismo tiempo que Edmon, ambos volteamos y vemos una piedra del tamaño de una pelota de fútbol con un papel pegado en ella. Es ahí cuando noto que no eran dos autos los que nos seguían, sino tres, el que arrojó la piedra.