—¿Estás loco? Skandar dijo que...
—¿Ahora si le harás caso?, Nataly no es un buen momento para eso.
Mi mal presentimiento solo dice una cosa, no son personas agradables. Y eso aumenta cuando uno de esos salvajes quiebra la ventada de uno de los autos, pensaba que iba a robar algo, pero no fue así. Al idiota se le hizo muy gracioso destruir y endeudar a un desconocido.
—Es mejor quedarnos aquí, esperemos a que se larguen y... — dejo de hablar cuando los veo acercarse, menos mal están lejos —. Está bien, saldremos y nos esconderemos detrás del auto a nuestro lado — le digo desesperada —. Esperaremos a que se vayan y volveremos aquí. ¿Entendido?
—Sí madame — me dice abriendo la puerta.
Me quedo viendo la caja de las joyas, sin pensarlo la meto bajo mi brazo. El auto en el que nos ocultamos está unos cinco metros. Es rojo y alto, al menos para mi metro sesenta y cinco es útil. Nos encogemos lo mejor que podemos y aprovechamos de lo poco iluminado que está el sótano, servirá como escondite.
Esperamos unos minutos y justo cuando creíamos que estábamos siendo paranoicos los chicos rodean el auto de Skandar. Edmon y yo nos encogemos lo más que podemos y esperamos.
—¿Dijiste que estaba aquí? — pregunta un chico, desconozco su voz.
—Si Lucio. ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? — le grita el otro chico —. A veces creo que a tu cerebro no le llega oxígeno.
—Oye, a veces eres muy grosero yo también tengo sentimientos — responde ofendido.
—Owww en serio me conmueves, porque no dejas de lloriquear como marica y me ayudas —le responde el otro chico rudo.
—Está bien Will, pero no te descargues conmigo no es mi culpa que Val haya roto contigo — le dice el chico llamado Lucio.
—¿Y a ti quien te dijo que terminó conmigo? Yo la bote, además no te metas, no es tú maldito asunto — le advierte el otro demasiado enojado.
Alzó una ceja. ¿En verdad me dieron miedo estos chicos?
—¿Y cómo abrimos este trasto?
—No has visto la ventana de atrás, abrirá fácil — dice, mientras veo los pies a los chicos desde abajo del carro —, aún no comprendo como Cacciatore tiene un auto tan miserable.
—Si, hasta mi abuela...— iba a comentar Lucio, pero una voz femenina los interrumpió.
—¿Ya lo tienen? — dice la voz de la chica, Edmon y yo nos miramos al reconocerla.
—No Bardi. ¿Acaso ves que lo tengo en las manos?
—¿Y qué están esperando? A que traigamos a un cerrajero — les recrimina muy enfadada —, la pelea está por empezar y no quiero correr riesgos, además podría venir un sureño.
—O aún peor, podría venir Cacciatore y entonces nuestros ojos terminarían en pinchos para caníbales. ¿Oyeron los rumores de Tom?, ese pobre chico, se dice que está en el psiquiátrico después que...
—¡Basta Lucio! — grita Carol —, William jamás vuelvas a traer a este idiota por favor.
—No me creo ni pizca de esos rumores — dice Willam mofándose —, pero a todo esto, ¿Carol por qué tan malhumorada? Estás triste porque esta vez se pelearán y no será por tu corazón — los zapatos del chico se acercan a los tacones de Bardi —. Esta vez quedaste en segundo plano, desplazada — le dice animado, como si disfrutara cada palabra.
—¡Cállate imbécil! — Carol le gritó, sonando resentida —, eso no te interesa, limítate con tu trabajo y apresúrense con el auto...
Es ahora cuando intento unir puntos, pero en lugar de sacar conclusiones sacó más preguntas. ¿La conversación de hace unas horas entre Carol y Skandar fue para conseguir lo que ahora están buscando? ¿De qué pelea hablan? Y la pregunta más importante ¿Qué diablos están buscando? ¿Las joyas? ¿A Bob el serrucho?
—No hará falta, porque no está — dice el que ahora identifico como Lucio.
—¿Cómo lo sabes? — demanda Carol.
—Porque mientras ustedes dos discutían yo me limite abrir la puerta, que por cierto está sin seguro. No hay nada más que basura de frituras y una caja de herramientas.
—¿Qué? — grita Carol —. ¡No puede ser, él siempre lo guardaba aquí!
—Eso lo tendrás que explicar Bardi. ¿Acaso no sabes todo sobre tu ex amorcito? ¿Cómo se lo explicarías a Dante? — se ríe —. Tendrás que ser creativa, aunque si te subes un poco esa falda es probable que lo deje pasar.
La chica ignora el comentario y se acerca al carro, oigo que abre la puerta —. ¿Cómo es posible? Te puedo asegurar que lo vi, él siempre llevaba esa porquería aquí — por el ruido pienso que está registrando como loca el auto.
Hacen varios comentarios sobre el auto, pero ninguna pista de lo que buscan. De un momento a otro quedan en silencio y solo se escucha a Carol decir —, ese maldito bastardo...
—Sabía que íbamos a venir, ¿verdad?
—Te lo dije Will, estoy seguro de que lee mentes. ¿Te imaginas si ha leído la mía? — menciona Lucio.
—Habrá encontrado una muy vacía — ironiza Carol, en ese momento algo terrible se asoma a mi mente, me inclino hacia Edmon.
—Nos tenemos que mover de aquí ya — le susurro —, si siguen sacando conclusiones podrán pensar que alguien los está espiando, comenzarán a buscar y estaremos en problemas.
—Eso estaba pensando — Edmon aprovechó que los chicos estaban enfrascados en su conversación —, vete por la puerta que tenemos cerca de aquí y yo los distraeré.
—¡Estás chiflado, no me iré sin ti!
—Por favor Nataly, acabo de ser testigo de un robo, ya estoy metido en un problema peor. Además ellos me conocen, no creo que se enfaden.
Medito en sus palabras por algunos segundos, hasta que los escuchamos moviéndose.
—Te llamaré en cuanto encuentre un lugar seguro — le digo convencida, sin querer perder más el tiempo.
—Esconde esa caja, temo que es eso lo que buscan y la fama de ellos es no tan alejada de la de Cacciatore — me susurra —, saldré ahora, aprovecha la distracción para arrastrarte hasta la puerta.