Mirada Cruel

Capítulo 24

No calculo el tiempo, solo sé que si no tomo aire voy a terminar desmayada. Me recuesto en uno de los árboles y me recupero tratando de ser silenciosa, aunque me cuesta un poco no caer exhausta. Estoy por sacar mi celular y llamar un taxi, pero el ruido de unos pasos evita que lo haga.

Ya no puedo soportar otra persecución, pienso rápido y me meto debajo de una banca que esta muy cercana a un árbol, las raíces sobresalen lo cual me dificulta un poco acomodarme.

Todo se vuelve silencioso, que casi creo que escuche mal, hasta que un par de botas negras se ponen en mi línea de visión. Joder. No pasa ni un segundo cuando unas manos me jalan, sacándome a rastras. Mi paranoia me sobrepasa, me muevo como loca quitándome las manos de este psicópata. Volteo a verlo y tomó distancia. Skandar se toma el atrevimiento de verme confundido.

—¡Ni se te ocurra acercarte! — le gritó, puedo sentir como mi corazón se acelera.

—Está bien, solo planeaba ayudarte — dice levantando las manos.

—¿Ayudarme? ¿Mintiéndole a los oficiales? — digo, pensé en callarme, pero estoy tan enojada que hablo sin pensar —. No sé cuál es tu definición de ayuda, pero apuñalarme por la espalda frente a las autoridades no lo es, chiflado psicópata — le digo sin reflexionar en mis palabras.

Frunce el ceño, intenta acercarse, pero yo retrocedo, se cruza de brazos.

—Hablas sin saber la mitad del contexto, eso algún día te meterá en problemas.

Ahora soy yo la que frunce el ceño. ¿Es alguna especie de consejo de vida? Ahora no es momento de eso.

—No, hablo con base en sucesos, como el que acabamos de pasar en donde le mentiste a los oficiales — le recrimino señalando hacia la dirección del conservatorio —. ¡Si, lo escuche todo, todo!

—Nataly estamos a menos de un metro de distancia, no grites — me dice, sonando más como una orden —. No escuchaste lo más importante, esto ya ha sucedido...

—Te refiere a que ya has engañado a personas inocentes, y luego dejas que unas patrullas se los lleven de forma injusta — le digo cruzada de brazos.

—No me interrumpas — tengo que achicar los ojos para verlo mejor —, en lo que acabas de decir hay algo falso. ¿Acaso estás en una patrulla ahorita?

—No, pero no dudo que hayas tenido intenciones de meterme en una.

—Eso no lo puedes saber. Está claro que no soy el único que ha levantado falsos aquí. 

—¿Qué sentido tiene haber hecho todo este show? — Digo, bajando la voz —. Ahora ellos me deben estar buscando como loca. ¿Qué te costaba huir?

Se toma su tiempo para responder —. Déjame hablar Stella...

Es esa ultima palabra la que me deja sin habla. 

—¿Cómo me llamaste? — le pregunto estupefacta.

—Ese es tu segundo nombre, ¿no? — me dice con tranquilidad, muy al contrario de cómo me siento, vuelvo a sentir mi corazón acelerarse. — La profesora Pitts te nombro por tus dos nombres la semana pasada — agrega de alguna forma para justificarse. 

—Lo sé, pero... nadie me llama así, solo mi abuelo lo hacía — digo recordándome del tono grave de mi abuelo,  eso solo me hace sentir vulnerable, que repugnante sentimiento.

—Si te incomoda no lo vuelvo a mencionar — me dice, pero niego, no quiero que crea que es un tema sensible.

—Está bien, no pasa nada — le digo intentando sonar relajada, cambió el tema —, a lo que quería llegar es... no entiendo todo ese teatro que armaste. Y en todo caso, ¿en dónde está la policía?

—He hecho lo mismo al menos tres veces — lo miro confundida, pero él prosigue —. Es fácil engañar a los oficiales cuando se arma una buena escena — se ríe antes de decir lo siguiente —, ahora no te preocupes por ellos, te deben estar buscando como locos en el 7 eleven de la calle 10025.

—¿Esto es una trampa? — preguntó a pesar de que es una estúpida idea —. Porque yo... — cierro los ojos. 

—No Sanderson — abro los ojos de nuevo, mala idea porque ya me está viendo —, no hay cámaras escondidas, ni policías en los árboles, solo estamos tú y yo.

Quien diría que esa frase dicha por Skandar sería capaz de tranquilizarme.

—¿Por qué no te llevaron? Digo, casi dejas ciego a Cris y te robaste sus llaves.

—Te eché toda la culpa — comenta como si habláramos de videojuegos o películas —, dije que eras una culebra manipuladora, que me engaño hasta que obtuvo lo que quiso, luego me abandonó.

—¿Y te dejaron ir así?

—Te dije que les conmovía una buena escena, supongo que me tuvieron lástima.

—Para nadie es un secreto, pero... — me arriesgo al preguntar —. ¿No pudiste usar tu influencia como Cacciatore para librarnos de esto?

—Si pude hacerlo, pero no quise — me confiesa —, ellos se lo hubieran notificado a mi padre, y eso puede ser complicado — me dice sin entrar en más detalles.

Eso me deja un poco inquieta, conozco al cabecilla norte. Pero mi curiosidad aumenta al oír cosas de Donato Cacciatore, sobre todo por la reputación de los sureños, él es todo un enigma para mí.

—Me dijiste que habías hecho esto tres veces — él asiente —, eso quiere decir que le has propuesto matrimonio a más de tres personas — le comento, algo que toma con gracia.

—No, la puesta en escena era muy diferente, así que relájate eres la única — bromea, volteó los ojos.

—No, yo no lo decía por eso... — comienzo a decirle nerviosa.

—Ni nos hemos casado — me interrumpe —, y ya empezaron las preguntas.

—Pues no me has dejado otra opción — reaccionó mientras oculto mi sonrojo bajando la cabeza.

—Ya veo, pero es mejor sí encontramos un vehículo.

Me insta a que lo siga, pero me quedo en dónde estoy, él se voltea confundido.

—Prefiero que llames a un taxi, no en realidad creo que llamaré a Fabiola para que venga por mí —le espetó, no planeo arriesgarme de nuevo.

—Tú falta de confianza me ofende muchísimo — me dice poniendo su mano sobre su corazón.




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