Capítulo 31

No me demoro mucho encontrando a mis amigos en la cafetería, están sentados en la mesa que siempre recurrimos. Lo extraño es que solo están Edmon y Claire.

—¿En dónde están los Teddani? — es lo primero que pregunto, me siento y saco la comida que me prepararon.

—Los llamaron, según tengo entendido hubo un problema con sus padres — me dice Edmon entre bocados —, se fueron hace rato.

—Eso o Ted hizo otra estupidez en la que involucró a su hermana y ahora los están interrogando — comenta Claire, esa última palabra me produce escalofríos. Y eso me recordó a una duda que tenía.

—¿Alguno de ustedes sabe quién es Cressida Barns? — ambos voltean sus cabezas como resortes luciendo confusos.

—¿Y esa pregunta viene por...? — comienza Edmon.

—Es otra psicópata de mierda — me dice Claire tomando su té — verás Sandi, Saint Lincoln no solo es una escuela, también es un loquero por la cantidad de enfermos de la cabeza que hay.

Con los sucesos que acabo de vivir, le creo en absoluto a Claire. Preferiría olvidarlo, pero mi curiosidad me sobrepasa.

—Parece que la conoces muy bien — me acerco más a ella —, y que te desagrada un poquito.

—Querida, a mí me desagrada todo el mundo — se arregla los broches de su chaqueta.

—¿Claire, sabías que tu nombre significa claridad? — Edmon se inclina hacia nosotras —, te has empecinado en demostrar lo contrario.

—Claire eres una chica muy dulce — agrego divertida con su expresión.

—Y no sólo soy dulce, también soy sincera — me dice comprensiva. — ¿Quieres saber por qué hable así de esa chica? — asiento —. Porque tuvo el valor, el estómago, el coraje de enamorarse del desalmado y eso deja mucho a la imaginación.

—¿Enamorarse? Por favor, no lo decores Claire, ella está obsesionada — le dice Edmon sin ápice de ironía.

—¿De verdad? — les pregunto.

—Si Nataly, aquí las peleas no solo son entre Dante y el desalmado, Carol y Cressida también han tenido sus encuentros — me dice Claire por lo bajo.

—¿De verdad se han peleado por él? — alzó una ceja, la escena se me hace patética.

—Para ser sinceros, no sabemos si son por Skandar o por...

—¡Qué no digas su nombre Edmon! — lo interrumpe Claire paranoica.

—¡Lo estoy susurrando Claire! — contesta de igual forma —, no sabemos si es por él, pero es lo que resulta más evidente. El año anterior Cressida se enteró de lo del romance de Carol y la fue a buscar, ambas se pelearon en el baño del polideportivo...

—Oh debiste ver eso, lo más entretenido es que no solo eran ellas, las amigas de ambas intervinieron. — Claire se ríe y se recuesta en su silla viendo hacia el techo —, lo filmé, pero nos obligaron a borrar los videos.

—Si Cressida pudiera, se tatuaría el nombre... — Edmon le echa un vistazo a Claire, ella le regresa una mirada severa —, de ya sabes quien, en la frente.

—Ella, Bardi, Isa, Melanie... oh ella sí que se volvió loca — dice Claire riendo por lo bajo —. Todas lo harían, cuál ganado.

—¿Cuánto tiempo lleva esto? — pregunté.

—Lo de Cressida lleva años, nunca han sido novios, solo pasan el rato — Claire imita unas arcadas. — Supongo que con Carol fue igual, el tipo las deja mal de la cabeza y obsesionadas. ¿Se han fijado en Bardi? — mueve sus ojos hacía una mesa en particular.

—Sí, la pobre luce más pedante y amargada, en cambio Cressida sigue como una pantera — agrega Edmon con la mirada perdida, su tono penoso me asusta —. Pero la rivalidad no solo se limita entre ellas dos, es la pandilla de las chicas y los chicos populares de cada lado, que se detestan.

—¿Populares? ¿Y nosotros como nos denominamos? — les pregunto cruzada de brazos.

—Nosotros somos los superiores, nadie es capaz de entrar a nuestro grupo, porque somos demasiado geniales para... — empieza Claire antes que un bufido de Edmon la calle.

—Nadie quiere entrar a nuestro grupo — Edmon habla por encima de Claire.

—¿Acaso los necesitamos? — pregunto restándole importancia al comentario de mi amigo —, a mí no me interesa ser amiga de ellos solo por ser populares.

—No se les llama populares por ser guapos y brillantes Nataly, se les dice así por ser poderosos — me aclara Edmon —, y eso conlleva muchos beneficios. Si te fijas, las personas que más resaltan del norte y sur son las más ricas y cercanas al clan Cacciatore.

Y como si el destino supiera de qué hablábamos, unas carcajadas nos distraen. Los tres volteamos, solo para ver en el lado sur, la mesa de Cacciatore. La imponente mesa que está en el centro. Como si hubieran reservado el lugar para ser vistos, todos se ríen y disfrutan. Cressida se le avienta a Skandar como una babosa, mientras él se muestra impasible, increíble que hasta en eso es frío.

En ese momento decido estudiar a su contraparte del norte, Dante no tendrá la presencia de Skandar pero sí que tiene lo suyo. La escena de ellos es la misma, solo que con un detalle distinto. Carol Bardi se encuentra con la mirada puesta en algo, más bien en alguien. Y por su rabia estoy segura de que es en Cressida. No pasa mucho para que se levante de la mesa, a pesar de las quejas de Dante y salga apresurada de la cafetería.

Pobrecilla.

—Ahora que lo pienso, es curioso que el grupo de Montessori no te haya hecho su integrante, eres como la hija de don Alfonso. — Infiere Claire, retomando la conversación, Edmon y yo regresamos la vista hacia ella.

—Quizás no les gustan los nuevos — le respondo, vivir con los Cacciatore no me ha sido beneficioso en ese sentido. Puedo recordar los insultos de Cressida y sus amigas, aún los escucho en mi mente. Es fácil saber porque no les agrado, me ven como una intrusa.

Los chicos disfrutan como si una de sus integrantes no me hubiera atacado y los demás hubieran estado de acuerdo. Como si su líder no me hubiera amenazado. Pero desde aquí se ven tan... normales, todo es tan irónico.

Por primera vez en mi vida no siento pena por mí misma, menos mal la desgracia se ha hecho tan presente, que me ha dado carácter. Esa clase de insultos ya me pasan por alto. Desearía que mi confianza se incrementará, por eso me repito a mí misma que podré con esto. Por mi hermano. Por mis abuelos. Por mí.