Cuando entro a la recepción, la secretaria, (que olvide su nombre) salta de emoción al verme. — ¡Querida ya te están esperando, acompáñame por favor! — Dice saliendo de su silla y tomándome del codo.
—¡Ni un paso más Sunny! — demanda la directora al entrar detrás de mí, la chica a mi lado brinca asustada, ambas nos volteamos hacia la directora.
—Señorita Lewis, pretendía... — comienza a excusarse.
—Tú no pretendías nada — le dice con los ojos saltones — , hoy más que nada necesito que seas civilizada, eso significa que... — alza una ceja e inclina su cabeza hacia Sunny.
—No debo abrir la boca en ningún momento, debo regular mi respiración para que no se sepa que estoy presente, y sobre todo no mirarlos — lo recita de memoria. La directora asiente satisfecha, han de haber tenido la misma conversación antes.
—Ahora te sientas y continuas con tus labores — la chica asiente y cumple con las órdenes de Lewis. Pero algo en mí siente que no está satisfecha, pobrecita, al igual que Toby y toda la escuela, admira a los Cacciatore.
—Sígame — esta vez la directora se dirige a mí, se adelanta y como no tengo otra alternativa voy detrás de ella. Entramos a su oficina, toma un llavero y escoge una llave plateada, en la pared del fondo hay una puerta, que la primera vez que vine, pensé que daba a un pequeño armario.
Estaba muy equivocada, no da a un armario, sino a un pasillo.
Desconcertada entró justo detrás de la directora, ella me cede el paso para poder cerrar la puerta. El pasillo es bastante largo y al final logró ver unas gradas, quizás hay sótanos o catapultas... todo el escenario da mucho a la imaginación.
Lewis me insta a caminar tras de ella, pero no llegamos a las gradas, antes de terminar el pasillo hay una puerta, que estoy segura, está blindada. La mujer toca un timbre a un lado y pasan pocos segundos antes de que una voz femenina conteste.
—¿Nombre e identificación por favor?
—Sharon Lewis — contesta con el mismo tono serio —, 10001-67
¿De verdad hay un código de entrada? Eso solo me hace pensar en la cantidad de información que se mueve por aquí.
—En un momento le confirmo — le contesta la voz en la bocina, regresa poco tiempo después —, pase adelante, señorita Lewis.
La puerta se abre tras un ruido mecánico, supongo que es automática. La directora se vuelve adelantar, y de nuevo pasamos por otro pasillo, aunque esté mucho más pequeño. Lewis se pone delante de otra puerta, esta vez de madera y toca tres veces. Unas voces le dicen que pase adelante. La mujer resopla antes de tocar la manija de la puerta, creo que está más nerviosa que yo.
Cuando la abre, lo primero que veo es una mesa de reuniones, con gente elegante sentada alrededor de ella. Es ahí cuando retiro lo dicho, nadie puede estar más nerviosa que yo en este momento.
Primero veo a Alfonso sentado en una punta de la mesa, pero en la otra punta está un hombre... casi me voy para atrás cuando veo que es la copia de la cara de Skandar. Oh, por fin conocí a Donato Cacciatore, el patriarca del sur.
—Buenas tardes Don Donato — dice Lewis inclinando levemente su cabeza hacia el hombre, luego se dirige a Alfonso y hace lo mismo —, buenas tardes Don Alfonso.
—Buenas tardes — dicen ambos, primero Alfonso y después Donato.
—Nataly, hija — prosigue la voz de Alfonso, salto al oír la palabra hija, lo miró desconcertada —, ven, toma asiento a mi lado. — Me cuesta moverme con normalidad, creo que en cualquier momento me voy a caer o vomitaré todo el desayuno.
¿Qué estoy haciendo aquí?
—Buenas tardes... — la presión de las miradas, me hace imitar a la directora —, Don Alfonso.
Me acerco y Alfonso me jala una silla justo a su lado, en la punta de la ancha mesa. Tomo asiento y meto las manos debajo de mis piernas, para que no se note el temblor de ellas. Doy un vistazo rápido a las personas presentes.
Logró reconocer a Fabiola sentada a mi lado y que por cierto está seria. Del otro lado de la mesa está Kathia, Donato y claro, enfrente mío tengo a Skandar, que por el asombro no lo había visto antes. Cruzamos una mirada, pero al contemplar sus fríos ojos los recuerdos de esta mañana vuelven aparecer. Bajo la mirada para que nadie más lo haya notado.
—Hola cariño — Fabiola toma mi mano. — ¿Cómo estás?
—Asustada — le susurro. — ¿Qué está pasando?
—Nada que no sepas ya — interfiere Alfonso en voz alta, todos en la sala nos voltean a ver.
—Entonces mejor dejémonos de antelaciones — empieza Donato que con una voz igual de impotente que la de Alfonso. Me voltea a ver — me presento formalmente, mi nombre es Donato Cacciatore, un gusto conocerla.
—Yo soy Nataly Sanderson — mi voz tambalea, Dios hasta mi nombre suena tan inferior—, mucho gusto Don Cacciatore.
—Buenas tardes Nataly — me saluda Kathia con una amigable sonrisa.
—Buenas tardes señora Cacciatore — le regreso el saludo lo más formal que puedo.
Alfonso carraspea antes de hablar.
—Me parece bien lo de las antelaciones, en este caso me gustaría comenzar con algunas quejas — Alfonso echa una mirada a todos en la mesa.
—Esta reunión no es de negocios — comienza Donato.
—Tengo muy claro el propósito de esta reunión Donato — Alfonso me señala y después enfoca su mirada en Skandar. — En cómo metieron a Nataly, la chica que hace poco adoptamos, en una situación delictiva. En cómo la vulneraron el fin de semana.
Mi sangre se enfría en un segundo. ¿Cómo se enteró Alfonso? Ahora sí que estoy metida en un lío enorme.
—¿Nosotros? — pregunta Donato sonriendo —, apenas y la conozco hace cinco minutos Alfonso.
—Está hablando de su hijo, Donato — interviene Fabiola con un dedo puesto en su barbilla. — Solo sé, que de no ser por la ayuda de Violet, esta niña pudo haber amanecido en una situación deplorable, si hubiera podido amanecer, claro.
—Pero amaneció y no en situaciones deplorables — le responde Kathia viéndola —, despertó en mi casa, ceno en mi sala y desayuno en mi comedor.