El resto del día por extraño que parezca, se pasó con relativa calma. Con los acontecimientos que sufrí en la mañana solo faltaba que me cayera un rayo encima, y aun así me lo hubiera esperado. Claro, no faltaron mis curiosos amigos, que desde que me vieron solo me acribillaron de preguntas.
Y creo que fue la intensidad del día lo que me hizo apreciar más la calma que sentí cuando entré a casa. Eso y la penitencia que les impuso Alfonso a Joseph y Kalia, que calma más satisfactoria.
Al entrar a la sala de estar me encuentro con una Kalia muy... enfadada.
Está jugando al Just Dance, pero sus movimientos son muy rígidos.
—¿Está todo bien Kali? — se voltea sobresaltada.
—¡Nat! — me dice con un ánimo demasiado forzado —, me asustaste, qué bueno que ya viniste.
—¿Y solo me dirás eso? — La miro sorprendida -—, que paso con las invitaciones a comer, jugar, bailar. ¿Qué te pasa?
—No me pasa nada, es que estoy muy exhausta.
—¿Exhausta? Sí, algo te ocurre, porque Kalia Cacciatore, nunca está exhausta — comento, tratando de sacarle una sonrisa sincera, no esa que parece que se puso bótox en toda la cara —. ¿Pasó algo con Joseph?
—¡No! — grita sin dejarme terminar —, no me pasa nada con él — mueve sus manos de forma dramática —. ¿Por qué me pasaría algo con él? Solo no me lo menciones por favor, no lo soporto, ni su voz, ni su nombre, nada...
—Al parecer alguien no está exhausta, solo molesta — me cruzo de brazos.
—No estoy molesta, solo no hablemos de tu hermano... —su rostro está rojo de la furia, oh esto se está saliendo de control.
—Así que es eso, el no pelear con mi hermano te tiene así, pensé que sería todo lo contrario. — Me comienzo a reír como tonta.
—Claro que no, eso no es cierto — frunce aún más el ceño, suelta un suspiro. — Esto me está matando, siento que tengo que gritarle a Joseph para sentir que hice algo productivo y lo odio — toca su corazón —. ¿Qué me pasa Nataly?
—Oh, de verdad que esto es grave — reaccionó ante su confesión —, porque no vas, le gritas un par de cosas y te relajas un poco. Quiero tener a la Kalia divertida, no a eso que te convertiste.
—¡No voy a hacer flexiones por culpa de tu hermano!
—Yo no le diré a nadie, será nuestro secreto — le sonrió amigable.
—Tú no, pero tu hermano y los del servicio lo harán — dice, lo que me produce más gracia.
—Entonces tendrás que conformarte — me mira decepcionada —, o quizás esta situación los puede unir de verdad, volverse amigos, juntos contra el castigo de tu padre. ¿Te gusta la idea?
Su respuesta es salir horrorizada del salón, bien se hace lo que se puede.
Niños tontos.
Busco algo de comer y me encuentro a Violet, que ha decidido salir de su cueva y socializar con la civilización. Por eso no me sorprende verla platicar y tomar un café en el comedor. Está con Fabiola, desde el instante en que las veo, noto la diferencia de su trato con ella y Kathia. Con la norteña es más seria, pero es un trato recíproco, Fabiola no pretende agradarle.
—Nataly cariño — Fabiola reacciona primero, viene hacia mí y me abraza, luego me invita a tomar asiento —, ya está tu almuerzo, no te podré acompañar esta vez, tengo cena con Alfonsi.
Sí, dijo Alfonsi, le dijo Alfonsi al patriarca del norte.
—No te preocupes, me las arreglaré sin ti — bromeó, ella se carcajea y después se despide.
—A veces me resulta convincente tu trato hacia ella, no sé si es de cordialidad o de desespero — Violet dice en cuanto se asegura que Fabiola ya salió de casa.
—Ninguna, es agradecimiento — le digo sincera.
—Buena forma de describirlo — toma un sorbo de café —, me enteré del espectáculo de hoy.
—Sí, quede como mentirosa — concluyó un poco avergonzada.
—Oh, relájate pequeña, y no te avergüences que aquí sobran los pecadores — me consuela.
—Lo sé, gracias — le digo, pero no es eso de lo que quiero hablar, así que antes que conteste me le adelanto. — ¿Violet, por qué vives aquí?
Flanquea al oír mi pregunta, pero casi al segundo vuelve a su modo de siempre —. ¿Y el porqué de esa pregunta es...? — frunce un poco el ceño, pero no luce molesta.
—¡Por todo! Pareces tener más química con Kathia, te mirabas más feliz en la casa de los sureños, es ilógico que vivas aquí — suelto sin pensar en mis palabras.
—Pues lo hago, imagina la carga que llevo — me dice aún sin darme una respuesta lógica.
—No entiendo tu respuesta Violet.
—Obvio que no lo haces, porque no te estoy dando ninguna — me sonríe arrogante —, y tampoco lo haré.
—No sabía que fuera un tema incómodo — bajó un poco la voz.
—No es incómodo, solo sé que vivo aquí porque tengo que hacerlo, ¿satisfecha? — solo me queda asentir, por la brusquedad de sus palabras.
Seguido de eso se va del comedor, dejándome con mil dudas más.
Saludo a mi hermano, que a comparación de Kalia se encuentra bastante tranquilo y por fin después de tanto esperar, me dirijo a mi habitación. Cierro con llave y sacó el tan misterioso diario de Lenina, además del condenado anillo. Este último lo dejo en una caja que meto en mi armario. Agradezco que nadie los haya encontrado, y me siento a echarle un vistazo al diario.
No me quiero hacer ilusiones, pero todo me resulta tan extraño. Justo escuchó a Bardi y a sus amigas hablar de un plan Lenina y luego en la casa de Skandar encuentro esto... me es imposible no relacionarlos.
Sea quien sea Lenina tiene una excelente caligrafía, pero no es eso lo que me llama la atención, sino el olor del diario. Huele a perfume, o es lo que deduzco por su peculiaridad. Aunque no comprendo cómo mantuvo el olor siendo un libro tan viejo. Lo abro y me topo con unas páginas casi marrones.
11 de febrero de 1985
No me gustan las fiestas sorpresas, es un hecho. Ese miedo de que te tomen infraganti en pijamas, ojerosa y desarreglada, no está en mis planes. Pero tengo que aceptar que lo que hicieron mis padres hoy fue bastante bonito.