Mirada Cruel

Capítulo 41

—Tierra llamando a Nataly — me zarandea de repente Claire, que está a mi lado en la mesa de la cafetería —, chica, estabas pero ida.

—Lo siento chicos — me disculpó apenada. — ¿Pasa algo?

—¿Oh, te preguntamos si ya tienes cita para la asamblea? — Interfiere Edmon.

—Si aún no tienes, podría pedirles a unos amigos, se dé más de alguien al que le has llamado la atención — me dice Anni con un guiño.

—¿De verdad? — Pregunto extrañada, eso sí me tomó por sorpresa.

—Sí, tú solo escoge a quien prefieras — su comentario me hace reír.

—No será necesario, ya me lo pidieron — digo un poco nerviosa, los tres se voltean a ver muy emocionados.

—¿Quién? — preguntan al mismo tiempo.

—Tranquilos — digo alzando ambas manos —, tampoco es algo trascendental.

—¿Cómo qué no? — Pregunta Anni. — Es tu primera asamblea, tiene que ser perfecta, y si ya fuiste invitada es aún mejor.

—¿Quién es? — repite Claire impaciente.

—Es un poco raro, pero fue Da...— el inesperado ruido de aplausos y gente riéndose me interrumpe.

La escena es inesperada y lo que me llama la atención es que sucede en nuestro lado. Está Dante con un ramo de flores y se dirige hacia el lado norteño de la cafetería. Todos están demasiado pendientes de lo que hace, incluso los del lado sureño. Se acerca a las mesas y justo cuando pensaba que se abriría paso a mi mesa, me doy cuenta de que el chico tiene otros planes.

No se cerca, su destino es la mesa del centro.

En dónde está su ex novia o lo que sea.

Y se lo pide a Carol Bardi, en la escena más cursi jamás vista. Sorprendida por el dote actoral de la chica, ella acepta con una sonrisa convincente, lo abraza y besa frente a todos. El público, que en su mayoría es norteño, vitorea como loco.

—Wow, sí que quería un espectáculo — murmura Anni.

—El chico si quiere ver el mundo arder — comenta Edmon —, las cosas se pondrán un poco...

—¿Qué no esa pedorra estaba llorando por el desalmado ayer? — Pregunta Claire asqueada.

—Supongo que su corazón no conoce límites — comenta Edmon irónico y yo solo puedo asentir, estoy muda.

Pero no voy a llorar. Sí, me siento humillada. Sí, me siento usada. Sí, me siento triste. Y sí, me siento abochornada. Pero no voy a llorar, me meto las uñas en las palmas e intentó reprimir mis sentimientos. Y recuperar la dignidad que me queda.

—Buenos días gente — dice Ted de repente tras de mí, luego toma asiento a mi lado. — ¿De qué me perdí?

—La propuesta de Dante hacia Carol — le responde Edmon.

—Oh, eso se escuchó hasta del otro lado de la ciudad — dice Ted mientras le roba las papas fritas a su hermana.

—¿Y qué hay de tu pareja? — le pregunto a Ted intentando pensar en otra cosa.

—Ja, él nunca tiene pareja — se ríe Anni.

—No la necesito, soy autosuficiente.

—La verdad es que prefiere ir sin pareja solo porque Cacciatore hace lo mismo — me comenta Edmon. Un escalofrío pasa por mi espalda, solo de oír mencionar a este tipo —, quiere ser igual de interesante que él.

—¡Claro que no! — Le responde ofendido.

—Él desalmado esta vez tiene pareja — le confirma una Claire demasiado satisfecha.

—¿Qué? — El rostro de Ted se transforma. — ¿Por qué?

—No sé, no me lo notifico — Claire está disfrutando de la situación de su amigo.

—Nataly, ya no supimos — me dice Anni de repente, cambiando de tema —. ¿Quién es el afortunado?

Oh no.

—Creo que acaba de reemplazarme justo frente a todos — le digo volteando a ver a la feliz pareja, que no ha dejado de besarse. Cuando regresó la mirada veo como a los cuatro les cambia la cara, de felicidad a confusión. La primera en captarlo es Claire.

—Ahora vuelvo, iré con Berta — dice poniéndose de pie.

—No, de ninguna manera traerás un cuchillo, estás loca — Edmon la regresa a la silla.

—Loca no, furiosa — Claire me voltea a ver luciendo apenada —, ese tipo es un imbécil y debe pagar.

—Estoy de acuerdo — concuerda Anni furiosa —, por primera vez no me importa lo que hagas Claire, yo te cubro.

—¿En dónde la cubrirás? ¿En la cárcel? — Les pregunta Edmon luciendo consternado. — ¿Qué pasó Nataly? Y solo si te sientes cómoda dilo.

—Él llegó muy galante a invitarme a la asamblea, yo no estaba segura. Al final me dijo que a Alfonso le podría agradar y por eso acepté — me excuso, no quiero que piensen que soy una total ilusa.

—Le importó más la obsesión y la competencia que tiene con Skandar, que actuar con respeto — susurra Edmon dándome un apretón en el hombro —, te libraste de un patán Nataly.

—Si, por eso iremos a esa asamblea los tres juntos, y me importa un carajo... — empieza Claire antes que Ted la interrumpa.

—Me gusta el rojo — los cuatro lo volteamos a ver extrañados, después él me mira luciendo demasiado serio —, podríamos ir combinados. ¿Te gusta el rojo Nataly?

Asiento un poco confundida.

—Excelente, ya tenemos el color — continúa con esa expresión seria —, tendrás el privilegio de ir conmigo a un baile, nunca hago esas excepciones — me río por su comentario.

—Gracias Ted — le digo sintiendo un alivio por dentro, pero no solo por eso. El alivio viene por el apoyo que acabo de tener de parte de mis amigos, que cálida sensación.

—No agradezcas — señala a Dante —, y no te sientas mal por eso, él es un idiota de ligas mayores, apenas y sabe diferenciar entre una pera y una manzana.

—No creo que eso sea posible — le comentó alzando una ceja.

—Si un idiota de ligas menores como yo, sabe identifica a un idiota de ligas mayores, es porque hay un problema. — Alza ambas cejas, y después pone un brazo sobre mis hombros —, y no te sientas mal, te hice un favor, es pésimo bailarín.

—Por desgracia, ya me lo han dicho — pongo los ojos en blanco solo de recordarlo.

Basta, estoy teniendo un buen momento, no dejaré que los estúpidos recuerdos lo echen a perder.

Antes de ir a la clase de deportes, con Edmon decidimos dejar unos libros en nuestros casilleros. Por suerte están a la par, por desgracia están en el último edificio, en el fondo.




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