Mirada Cruel

Capítulo 45

13 de noviembre de 1986

Es irónico que desde que empecé una relación con Dylan, comencé a disfrutar las asambleas. A pesar de las intensas miradas que los Montessori y los Cacciatore me lanzan. Odio pensar que es porque aborrecen una posible unión de ambos lados. Debo ser una tonta ilusa por pensar en una reconciliación y aún más por pensar en una unión. A pesar de eso, intento no dejarme vencer.

Lo intento...

Pero hoy casi se me van los papeles cuando Eugenia Cacciatore osó criticarme. Entiendo que no le agrada que esté casada con alguien de su territorio, pero ¿juzgarme por embarazarme? Eso es patético. La señora armó un escándalo llamando a mi futuro hijo una escoria, hasta que el nefasto marido intervino.

El problema es que ella no fue la única.

La madre de Alfonso puso también de su parte. Creo que Alessia hubiera sido capaz de envenenar la comida de mi esposo por puro placer. Pero no llegó tan lejos, solo lo insultó en la cara, al igual que a mi pequeño.

Podrán ser íntimas enemigas, pero ambas comparten lo mismo, en ser una porquería.

Pero en el futuro sé que leeré esto y jamás olvidaré porque lo disfruté tanto. El escándalo llamó la atención de todos, tanto que Violet y Fabiola casi le arrancan el cabello a la mujer.

Eso me hace carcajear, de solo imaginarme la escena siento un poco de pena ajena. ¿Violet y Fabiola? Por favor, ambas no se toleran por más de quince minutos. Tuvo que haber sido grandioso presenciar algo así, quizás era Lenina lo que unía a ambas mujeres.

Y para la molestia de los ancianos tradicionalistas, hoy pude ver un arduo trabajo en equipo por parte de ambos lados. ¿Ver a Donato y Alfonso trabajando en equipo? ¿Que Kathia y Fabiola compartan bromas?

Era insólito, hasta hoy.

Eso me da... esperanza.

No pretendo convertirme en una agente de la paz, solo trabajaré con mi esposo en equipo, tendré una hermosa familia y veré como todo se acomoda en su lugar. Sé que todo irá para bien.

Mi frustración es grande y la cantidad de páginas que le faltan al diario me frustran aún más. A pesar de eso, no ha disminuido mi interés por la vida de esta mujer. Esta soñadora mujer. Eso me da un mal presentimiento de su paradero. Pero intento no pensar en ello, lo aplazaré cuando empiece mi búsqueda en ese sótano.

—¿Qué estás haciendo? — salto del susto antes de voltear a ver al que me hizo la pregunta, Skandar me está viendo con rareza.

—Nada, solo intentaba alcanzar un clip que se cayó debajo de la librera — le explico sintiéndome un poco idiota, mi intento de abrir la puerta secreta fracaso —, pero no creo poder alcanzarlo.

—Claro — me dice sonando no tan convencido, algo que olvida al preguntarme otra cosa —. ¿En dónde tienes el anillo?

—Guardado — le respondo cortante —. ¿Por fin te lo puedo devolver?

—No aun — mi cara debe reflejar lo mucho que me incomoda esta conversación, algo que no le pasa por alto —, tranquila, te lo pediré de vuelta, pronto.

—¿Cuándo?

—Te lo acabo de responder.

—Bien, pero que no sea aquí, me da miedo, además alguien nos puede ver.

—Awww Nataly — dice poniéndose la mano en el corazón —. ¿Acaso me estás invitando a salir?

—No confundas mis palabras, sabes a lo que me refería — le aclaro.

—Estoy halagado — me responde de nuevo ignorando mi defensa —, nadie me ha invitado a salir.

—Eso de alguna forma me sorprende — le respondo sin pensar, su respuesta es una mirada retadora.

—¿En serio? — Pregunta cerrando la distancia. — ¿Por qué?

—Porque si, no hace mucho todos presenciamos una batalla por tu amor — exagero, pero él no se inmuta —, la pelea de tus novias.

—Ninguna de ellas es mi novia — su respuesta me extraña.

—Que frialdad — le comento un poco apenada, si aún puedo llegar a ser benevolente.

—¿Frialdad?

—Tu pareja de asamblea, la chica que está casi encima de ti la mayoría del tiempo, no es tu novia — empiezo y él se recuesta en el mueble a mi lado.

—Pero qué tenemos aquí, me has estado espiando — alza una ceja.

—¡Claro que no! — mis nervios me sobrepasan —, es una observación.

—Me impresiona el convencimiento con el que hablas — se cruza de brazos.

—Entonces estoy en lo correcto — concluyó asintiendo.

—No tan rápido, aunque tienes madera de investigadora, acabas de decirme lo que se ve a simple vista — comienza sonando orgulloso —, te falta mucho por recorrer.

-—Me puedes explicar por qué siempre hay tanto misterio con los Cacciatore — no pretendo sonar desesperada, aunque me siento así —, sobre todo contigo.

—Y tú me puedes explicar por qué tanto interés — replica —, sabes que no somos una familia normal, pero eso lo sabe todo el mundo, además sabes la opinión general sobre mí. ¿Por qué seguir indagando en lo mismo?

Me demoro buscando las palabras correctas, pero su pregunta es demasiado difícil. Así que, por primera vez, decido sincerarme. Quizá solo así comenzaré a tener las respuestas que deseo.

—Porque hace tan solo unos meses un salvador tocó la puerta, más bien la puerta de un juzgado — empiezo con calma, no puedo desmoronarme y menos frente a él —, y me salvó la vida, pero no solo quiero agradecerle a esa persona, también quiero conocerla.

-—Jamás había escuchado a una persona llamarle salvador Alfonso — es lo primero que dice después de un rato —, claramente la vida es de perspectivas.

—Solo digo las cosas como son — defiendo a mi padre adoptivo —, me dio cobijo, comida, educación, me dio dignidad — cierro los ojos recordando lo que estuve a punto de pasar. Sin él estaría en una casa de acogida sin poder estudiar, trabajaría jornadas eternas y lo peor, me hubieran separado de mi hermano.

—¿Qué no el estado se hace cargo? — Su pregunta me saca una risa amarga.

—De una "don nadie" claro que no — le digo sonando melancólica —. Tuve un golpe de suerte.




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