Mirada Cruel

Capítulo 51

—¡Nataly! — Me llama Claire, volteo y me hace señas para que regrese, aceleró el paso un poco para acercarme —, no te vuelvas alejar así, o podrías terminar pérdida.

—Perdida, pensaba que conocías este lugar — le digo un poco fatigada.

—Sí, conozco el lado en el que trabajo — empieza a decir.

—¿Claire, qué es este lugar? — La miro confundida.

—La primera vez que vine estuve igual que tú y me llamaron exagerada, supongo que es un efecto común — razona mientras mira alrededor, luego señala al fondo del corredor —, la regla más importante según Lewis, es mantenerse en el lado iluminado del sótano.

—Iluminado — digo en voz baja mientras soy consciente de sus palabras.

Por fin me doy cuenta de lo que se refiere, no se puede ver el fondo del pasillo porque está a oscuras. Pensaba que era porque en lo oscuro terminaba el pasillo, solo necesito iluminar un poco más para darme cuenta de que no. Demonios, ni siquiera puedo ver en donde termina el corredor. Volteo para ver si del otro lado es igual, y sí claro que lo es.

¿De qué tamaño es este lugar?

—¿Y nunca has explorado un poco? — Me mira como si estuviera loca.

—Ni loca — entramos al corredor y cruzamos en la primera entrada, para sorpresa hay otro corredor en donde en los costados alcanzo a ver salas, por suerte sigue iluminado. — Me lo prohibieron, ni siquiera los directivos entran a esta pocilga.

—Entonces el lugar debe de estar abandonado, o por lo menos la parte oscura — digo pensando en lo tenebroso que debe ser estar ahí.

—Eso es lo que pensaba el primer día — me dice esperando a que me ponga a su lado, después caminamos una al lado de la otra. — No me lo creerás, pero una noche escuché voces a lo lejos de los pasillos, fue tan aterrador — me dice sonando asustada.

—Voces — repito —. ¿Qué clase de voces?

—Pues eran masculinas, la mayoría — comienza viendo hacia el frente —, aunque también escuche una femenina, al menos es lo que creí. Estaban enojadas, como si estuvieran discutiendo, el problema es que no logre entender lo que decían.

—¿Te quedaste escuchando la conversación?

—Claro que lo hice — se encoge de hombros —, pensé que venían de una sala de la parte iluminada, hasta que llegué a la recepción, y me di cuenta de que las seguía oyendo. Esas conversaciones venían de la parte oscura, el problema es que jamás escuche a nadie entrar y...

—Claire estás sugiriendo que eran fantasmas — ella asiente —. ¿Cómo puedes estar tan segura?

—Es obvio, jamás escuché a nadie entrar, y eran altas horas de la noche, no tiene lógica.

—¿Y fuiste a echar un vistazo?

—¿Estás loca Sanderson? Hice lo que cualquier persona normal haría. Como pude abrí la puerta y corrí por mi vida.

En ese momento dejó de caminar y retrocedo — Oh demonios — exclamó asustada.

—¿Te asustan los fantasmas? — me pregunta riéndose.

—¿A quién no?

—Pues claro, aunque no me dan tanto terror como los vivos — me dice parando de reír —. Son solo espíritus de gente muerta. ¿Qué me pueden hacer? Nada. Los vivos al contrario...

—Tienes un punto — razono tras unos segundos —, aunque si tengo un encuentro con un fantasma, eso sería lo último en lo que pensaría.

—Aquí entre nosotras, pienso que eran los fantasmas de los Cacciatore, que siguen peleando. —Tras ver mi cara de susto, dice —, pero tranquila que solo una vez los escuche y fue hace muchísimo.

—Gracias — le digo, después me hace señas para cruzar a otro pasillo.

—Estas de suerte, porque muy cerca de los expedientes semestrales he visto expedientes viejísimos, creo que podrías encontrar anuarios —. Entramos a una sala que se ve bien conservada y el piso está alfombrado. Además, hay cuatro sillones, una radio y en un mueble de madera alcanzo a ver comida. — Aquí suelo dejar mis cosas.

Dejo mis cosas en un sofá, a un lado de las de mi amiga, ella se dirige al mueble de comida. En lugar de sacar algún snack saca algo inesperado, dos mascarillas.

—Vas a buscar entre archivos polvorientos, te podría dar alergia — me extiende la mascarilla, la recibo agradecida —, póntela me lo agradecerás más tarde.

—Gracias — le digo sin más que decir, poniéndome la mascarilla.

—Sígueme, que ya casi llegamos — salimos de la sala y empezamos a caminar por el corredor. — Esta es el área en la que me mantengo, de este lado esta es la mini cafetería — pasamos al lado de una cocina con una mesa circular.

—Cuanta gente hay...

—No me interrumpas — me dice mientras seguimos recorriendo el lugar, me señala otra sala del otro lado —. Aquí es donde trabajo yo, está un poco desordenado — el lugar está lleno de archivos y un escritorio, donde Claire ya estaba trabajando, estoy por entrar, pero me detiene —, te quiero enseñar la otra sala, vamos.

Pasamos otras dos puertas cuando soy consciente de unas voces que se escuchan no tan lejos. Claire abre una puerta de madera, me hace señas para que entre y la sigo. Esta sala en definitiva es mejor que la primera, tiene sofás más lujosos, un candelabro costoso y una barra llena de comida. Pero no es eso lo que se roba mi atención, sino la gente que está aquí.

Más bien los cuatro ancianos sentados en una mesa redonda jugando naipes.

Estoy por presentarme cuando Claire se me adelanta. — Hola amigos, ella es Nataly — se hace a un lado y me señala —. Nataly te presento a los fósiles del sótano — me dice sonriendo entusiasmada —, este es el viejo Benny...

—¡Viejo tú padre, saco huesos! — le gritó el hombre a mi amiga. Es un hombre canoso, panzudo que tiene una gorra negra de los Yankees.

Pero Claire ni se inmuta, solo le responde con una carcajada. — Le aseguro que esos huesos han quebrado un par de bocas anciano — le dice antes de voltearme a ver —. Perdónalo Nataly — me señala una mujer sentada al lado de Benny —. Ella es la risueña Evelyn, con la voz más melodiosa del universo.

—Muchas gracias amor — le dice Evelyn, se ve la más joven de los cuatro. Tiene una trenza negra y una copa de vino en la mano. Se levanta y me da un beso en cada mejilla, sus ojos marrones brillan de la emoción. — ¡Qué lindo cabello tienes cariño!




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