Mirada Cruel

Capítulo 55

—Muchas gracias — se inclina exagerado, seguido va por esa maleta negra y me pide permiso. Abre la puerta con cautela, aunque no sirve de mucho porque rechina, en realidad a excepción del quinto piso, todo este lugar está en mal estado.

—Sígueme — voltea un poco la cabeza y me hace un ademán para que camine.

Ambos salimos yo detrás de él, me sobresalto cuando veo que enciende una linterna. Estoy por cerrar la puerta, pero Skandar me detiene.

—Déjala así, nos podría servir de distractor.

Ambos empezamos a caminar, ninguno dice ni media palabra y el sepulcral silencio solo vuelve el ambiente más tenebroso, y si también incómodo. A decir verdad, prefiero que esté lanzando bromas o burlándose de algo a que esté en silencio.

Seguimos caminando, pero damos varios cruces de forma automática. Vamos bastante acelerados, que cuando Skandar para de caminar terminó chocando con su espalda. Ni me da tiempo de reaccionar, me jala y seguido me pega a la pared, él se pone a mi lado de la misma manera y apaga su linterna.

—Falsa alarma — susurra en mi oído tras unos segundos —, sígueme.

Ambos volvemos a retomar el camino hacia un graderío, subimos al tercer nivel. No pasa mucho tiempo antes de ver unas luces al final de este pasadizo. Pero no me da tiempo de respirar aliviada, antes soy consciente de que algo no está bien. Las luces del pasillo ya no son las mismas, esta vez son rojas y todas las puertas están cerradas.

Estoy por preguntar que esta pasando cuando entramos al pasillo, pero Skandar me manda a callar con un siseo. Seguimos andando un poco más, hasta que una voz un poco más adelante nos para de sopetón. Soy la única que salta del susto cuando ve a un hombre vestido de negro delante de nosotros.

—¿En dónde está? — Le pregunta Skandar.

—En la cocina...

—Obvio, ni siquiera debí preguntar — Skandar sonríe sarcástico —, gracias por tu ayuda Jones.

—Para eso estoy señor Cacciatore — le responde el hombre. No es tan mayor como creí, como de unos treinta y supongo que es fácil reconocerlo, ya que no tiene ni un solo pelo en la cabeza. Desciendo un poco hacía su yeso en la rodilla derecha. Me debo de haber quedado embelesada viéndolo, porque Jones carraspea.

—Lo lamento — me disculpo —, y también por lo de hace un rato, debí haberlo asustado.

—Estoy seguro de que la única asustada fuiste tú — me dice Skandar con la misma sonrisa desafiadora.

—El que se disculpa soy yo, no debí gritarle de esa manera — me dice comprensivo, luego se vuelve hacia Skandar —. Bueno, creo que debería irme hacia...

—No, ve a la primera planta, es mejor sorprenderlos.

—Aún no tenemos certeza de su paradero, pero hablaremos con don Donato por si acaso.

—No, es mejor si no molestan a mi padre ahorita — le pide sonando más firme —, yo me encargaré de él.

—Por supuesto señor — le da un apretón de mano y sale por donde nosotros venimos.

Skandar no pierde el tiempo y empieza a caminar, por lo menos ya no tenemos que usar linterna. Tengo que acelerar para llevarle el paso.

—¿Por qué las luces están rojas? — Le pregunto.

—No es evidente, por decoración — me dice apretando los labios.

—No es un chiste.

—Claro que no lo es, me fascina el rojo.

Bien, me rindo con esta pregunta.

—¿Y en dónde están todos?

Segundo intento.

—¿Quiénes? — Me pregunta fingiendo demencia.

Cierro los ojos un momento, me concentro en no perder la paciencia.

—Los ancianos — le contestó, él me responde con un encogimiento de hombros —, Aretha, Evi...

—No puede ser, acabas de venir y ya sabes sus nombres — asiente sorprendido —. Que memoria tan tenaz, a ver si te recuerdas lo que te dije, solo dos preguntas respondería.

Bien, me rindo.

Suelto un suspiro.

—No te impacientes, ya casi llegamos — dice parándose frente a una puerta.

Está por tocarla cuando esta se abre antes, Jason Vissoni nos recibe con una enorme mueca y unos pálidos pómulos.

—¡Ya era la maldita hora! — Exclama de repente que me sorprendo, Skandar solo se queda extrañado —. ¿Saben cuánto tiempo llevo aquí?

—Jason baja la voz — le pide su mejor amigo.

—Baja la voz — hace una mueca —. ¿Se puede saber en dónde te metiste? ¿Qué se fueron a hacer los dos?

—Jason baja la voz — repite Skandar paciente.

—Oh, vas a quitar esa cara de imbécil cuando te cuente lo que me acaba de pasar...— sigue hablando, pero le dejó de prestar atención. Me enfoco en la cocina delante de mí, mi mirada desciende al suelo donde puedo ver con claridad el brazo de alguien, un brazo lleno de brazaletes.

Oh no.

Sin pedir permiso, me abro paso en la cocina, no sé si empuje a Vissoni pero ahora no me interesa. Corro a un lado de la mesa circular y me agacho al lado del cuerpo desmayado de Claire.

—¿¡Qué en el infierno le sucedió!? — Mi corazón bombea a una velocidad vertiginosa.

—No me lo van a creer — empieza Jason.

—Sin antelaciones Vissoni — le dice Skandar buscando algo en las gavetas de la cocina.

—Como ordene el general — responde Jason sarcástico —. Estábamos en la evacuación...

—¡Evacuación! — Volteo hacia Skandar, él me mira con una expresión de fastidio.

—Juro que te lo explicaré con lujo detalle, pero no lo interrumpas — me dice mientras continúa su búsqueda.

—Me estaba cerciorando que todos estuvieran a salvo, cuando escuche a alguien gritar. Seguí la voz y resulta que era de esta chica, le ofrecí mi ayuda, pero solo comenzó a correr como loca por los pasillos — empieza a mover las manos —. La seguí para tranquilizarla, justo cuando estaba cerrando esta puerta logré empujarla y cuando me vio pues, se desmayó.

—¿Qué? — Pregunta Skandar —, Jason deja de exagerar.

—No lo estoy haciendo, juro por la vida de mi abuela que fue así. Intente despertarla, pero está como muerta — dice confundido.

—Quizás se golpeó fuerte con un objeto — sugiero con prisa, por lo menos Claire no ha dejado de respirar.




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