Mirada Cruel

Capítulo 62

Me hice muchas preguntas después.

Una es saber si sancionará a Dante, aunque ya sé esa respuesta. Un no rotundo. Y las que más me tiene interesada ¿Skandar habrá tenido que hacer esa fila? ¿Sus amigos también tuvieron esa actitud? No lo sé, nunca los vimos entrar. Ellos llegaron diez minutos después que empezaran la primera clase.

Ni siquiera me atreví a mirar a Skandar, aunque sí sentí su mirada en mí. Puede resultar ridículo, pero no quería que nadie se diera cuenta de nada. Digo, él viéndome y yo enrojecida, da mucho a la interpretación. Él no corre ningún peligro, pero mi caso es muy diferente. Me lo acaban de demostrar hace una hora.

Podré vivir con los Cacciatore, pero eso no me ha protegido. Y no, no pienso decirle nada ni a Fabiola ni a Alfonso. Podría empeorar las cosas.

—Gonzi me está preguntando por el pie de manzana — es lo primero que nos dice Anni cuando se sienta en nuestra mesa de la cafetería.

Todos volteamos a ver a Claire que estaba por comerse su sándwich.

—Tú se lo prometiste — le dice Ted alzando ambas manos —, a mí ni me metan.

Claire le saca el dedo de en medio, luego nos voltea a ver a mí y a Edmon.

—A mí ni me mires — murmura Edmon —, mi presupuesto no es suficiente para esta elitista cafetería.

—¿Entonces eso es un no? — le pregunta Claire extrañada.

—Significa que no tengo billetes amiga — le da un par de palmadas en la espalda.

—¿Cuánto cuesta el pie? — le pregunto sacando mi cartera —, jamás he comprado aquí, a Fabiola no le gusta.

—Que irónico — Anni frunce el ceño —, ya que son los dueños de este lugar.

—Pues su excusa es siempre la misma, no es saludable — le digo enseñándole mis barras energéticas.

—Mhm, eso explica el cuerpo que se carga — nos dice Ted a media masticada. Todos lo volteamos a ver boquiabiertos, el chico solo se encoge de hombros —, chicos tengo ojos.

—Sí, pero no lo digas de una Cacciatore — Anni lo empuja —, alguien te podría escuchar.

—No sería una novedad, he escuchado a tipos hablar de lo buena que está la madre del desalmado — nos murmura Edmon.

—Pues también dicen lo mismo de Don Alfonso y Donato — confiesa Claire bajando la voz.

—¿De verdad? — le pregunto interesada.

—Por supuesto — me responde Anni con una risita —, podrán decir lo que quieran de los Cacciatore, pero si hay algo de lo que no carecen es de belleza.

Asiento.

Eso es evidente.

—Son atractivos, si — dice Claire convencida, luego me voltea a ver —, pero sé de un sureño que tiene fama de psicópata. Porque así son todos los del sur... — la chica es interrumpida por alguien que le toca el hombro.

Todos alzamos la vista y nos quedamos atónitos, Jason Vissoni se acerca a darle una caja marrón a mi amiga, además de regalarle una sonrisa de comercial. Creo que Claire se va a desmayar en este preciso instante.

—Hola — le dice viéndola.

—Ho-hola — balbucea tras unos segundos.

—¿Cómo has estado? — le pregunta luciendo muy emocionado.

—Muy bien, bien, muy bien — repite sin cesar bajando las manos a sus muslos. Apuesto a que no han dejado de temblar.

—Me doy cuenta — le responde con una risita.

Le echo un vistazo a mis amigos, Anni parece que se está hiperventilando, Edmon que está a punto de echarse a reír y Ted, se ve más interesado en la caja, que en la loca escena que tenemos enfrente.

—¿Me estás escuchando? — Claire asiente y recibe la caja con las manos temblando —. Como te dije, estás de suerte, todavía logré que mi papá consiguierá uno más.

—Es, es el que — empieza Claire tartamudeando.

—El mismo, Freedom Run, 2000 — le señala la caja —, pero ábrelo, que tus amigos lo conozcan.

La chica, como puede agarra la caja, intenta quitarle la tapa, pero sus movimientos son torpes, Jason lo nota y la ayuda a levantarla. Claire suspira y saca el regalo, que resultó ser una botella de vino.

—Huele muy bien — logra decir Claire cerrando los ojos por un segundo.

—Por supuesto que lo hace — dice alzando el pecho —, es de mi viñedo.

—A mi madre le encantará esto — dice en voz baja.

—Y a tu mejor amigo Ted — le dice el rubio arrebatándole la botella.

—Cuando lo pruebes no olvides decírmelo.

—¿Cómo? — pregunta sin dejar de ver la botella que está en las manos peligrosas de Ted.

—Por mensajes — le vuelve a sonreír —, serás mi catadora de vino personal.

—Sí claro, yo...yo — responde —, te la pagaré en cuanto pueda.

—Eso me ofende — Jason se inclina un poco hacia ella —, es un regalo, y si quieres más solo pídelo.

—¿Regalo? — la chica abre más los ojos.

—Así como escuchaste — le da un apretón en el hombro, acción que deja a Claire de piedra.

—No creo que sea correcto, al menos te daré algo de...

—¿Se puede saber qué mierda estás haciendo aquí? — una pregunta manda callar a Claire.

Gonzalo se deja venir con su ejército de compinches, entre ellos Dante. Se ponen alrededor de nuestra mesa luciendo amenazantes.

Si Jason se encuentra asustado, no lo demuestra. El chico se voltea bastante tranquilo y les sonríe sin mostrar los dientes.

—Eso no es de su incumbencia compañeros — les dice abriendo alzando ambos brazos a los lados.

—Lo es en el momento que pisas terreno norteño — empieza Dante dando un paso al frente —, no puedes cruzar esa línea.

—¿Así? — se cruza de brazos —, pero si lo cruce muy tranquilo, Montessori creo que te está fallando un poco la cabeza —, le dice ocultando una sonrisa.

—Te vas ahora — empieza Gonzalo —, no nos hagas sacarte Vissoni.

—No, que primero diga que jodidos vino hacer acá — interrumpe Montesssori.

—Eso no nos interesa Dante — le dice Gonzalo —, solo que saque su trasero de nuestro territorio.

—¡Si nos interesa! — exclama su amigo con la mandíbula apretada —, cada cosa que pase aquí es de nuestro interés.

¡Por el amor de Dios, todo esto por una botella de vino!




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