No sabemos a qué acuerdo llegaron los chicos. Solo sé que debió ser rápido, ya que llegan minutos después de empezada la siguiente clase.
Me deja pensativa la situación, cualquier persona pensaría que es ridículo. La razón de la pelea fue algo tan insignificante. Se lo hice saber a Edmon, me entendió en un inicio, aunque no estuvo de acuerdo. Me dijo que ser nueva me hace verlo de esa manera, que mientras más tiempo pase aquí lo comprenderé.
Y es lo que espero, porque necesito encajar de una vez por todas. Mi deseo era pasar por una más, pero a quién engaño, hoy eso parece imposible. De solo recordar los acontecimientos de ayer, no sé si arrepentirme o sonreír de la dicha.
¿Me gustó? Por desgracia sí.
¿Es correcto? Claro que no.
Pero no son esas preguntas las que me preocupan. Lo que me tiene ansiosa es pensar en el fin de esto. Una cosa es segura, si Fabiola se entera de lo que estuve haciendo con Skandar, me mata.
Debería estar buscando una solución a este problema. Pero se me está haciendo imposible. Algo me está distrayendo, la insistente mirada de Skandar. El chico no ha cesado los intentos de buscarme. Lo ha hecho desde la mañana y durante todo el día. Incluso me intentó hablar en el laboratorio de química, fui más rápida y me escabullí al baño.
Sí, estoy huyendo de él en pocas palabras.
Por suerte ya es la última clase. Salgo primero con mis amigos. Tenía la intención de salir directo a mi casa, y después regresar para la lección con Janice, hasta que algo que dice Ted me para en seco.
—¿Qué clases de baile? — le preguntó dando media vuelta.
—Estoy seguro de que te lo dije antes, pero son en una hora — me dice viendo su reloj.
—Pero... — doy un par de pasos para estar más cerca —. ¿Para qué clases de baile?
—Para la asamblea, estoy seguro de que te lo dije — empieza a negar.
—Baile, asamblea, Ted explícate.
Me mira por un segundo demasiado concentrado.
—¿Estás segura de que no te lo dije? — me señala entrecerrando los ojos.
—¡No lo hiciste! — subo un poco el tono, ya que las voces de los otros chicos complican que pueda escucharlo —, estoy segura de que no lo hubiera olvidado y ya me estuviera preparando físicamente.
Y psicológicamente.
—Pues qué bueno que ahora lo sabes — me dice alegre —, porque tú y yo no haremos el ridículo en la asamblea.
Me quedé callada por unos segundos.
—Asamblea — le digo alarmada —, me estás diciendo que tenemos que bailar frente a todos.
Edmon que estaba a un lado platicando con Claire y Anni, se nos acerca interesado.
—No frente a todos, sino con todos — se recuesta en mi hombro —, es una tradición de nuestro año, he aquí el porqué es tan importante llevar pareja.
Eso no se escucha tan mal. Bueno, hasta que empiezo a hacerme ideas en la cabeza. Preferiría caer frente a un público, a que por un tropezón hacer caer a media pista de baile.
—Espera — alzó la vista a Ted —. ¿Qué hacías años anteriores? Si no tenías pareja.
—Le asignaban una pareja obligatoria — dice Anni entrometiéndose —, además de escabullirse a la fuente de chocolate y acabar con la mitad de los bocadillos.
—¡Qué más puedo hacer! — exclama —, es lo mínimo que merezco, me obligan a bailar.
Suspiro.
—¿Ustedes también se van a quedar? — les pregunto a los tres.
—Tenemos que quedarnos — responde Claire aburrida —, no hemos practicado nada.
—Digamos que el vals no es nuestro fuerte — agrega Edmon.
—Entonces tenemos que bailar vals — mencionó interesada, quizás sea más sencillo de dominar.
—Eso es al inicio, ya después ponen buena música — me dice Ted.
—¿Es obligatorio? — me dirijo a Edmon.
—Sí, pero es divertido, si no te pisan los zapatos cada cinco segundos — voltea hacia Claire, está le saca la lengua.
—Solo fue una vez — le da un empujoncito —, vámonos o llegaremos tarde.
Le pido permiso a Fabiola, aunque no es necesario insistir. La mujer me grita de felicidad, como si le fascinara la idea de que me quede a bailar. En todo caso no es que se preocupe tanto, digo estuve por un mes encerrada en una bodega con Skandar y ni se enteró.
Me llevo una sorpresa cuando entro al polideportivo donde va a ser el ensayo. Janice se encuentra sentada en el graderío con una expresión de pocos amigos. Cuando me ve, alza las cejas interesada. Me acerco a ella amistosa.
—No sabía que te gustaba eso del baile — me dice antes de que pueda saludarla.
—Es un ensayo de baile, si estoy aquí es por todo lo contrario — la que nos dará clases coloca unas bocinas en la esquina.
Se ríe.
—Oh, entonces sí me quedaré, en definitiva tengo que ver eso — da una palmadita emocionada.
—Tu inesperada felicidad me preocupa — le comento sentándome a su lado —, no parecías muy feliz cuando vine.
—¿Qué esperabas Sanderson? Invadieron mi espacio de trabajo — señala lo obvio —, y no para algo interesante, para un baile.
—No lo veas así, míralo como una oportunidad de aprender algo nuevo — lanza un bufido —, sería divertido.
—¿Me veo como alguien que baila? — me pregunta señalando su pecho.
Lleva su conjunto verde de ropa deportiva, y su infaltable coleta marrón.
—No diría que vals, pero podrías probar con hip hop — le digo amistosa. Pensaba que me respondería con una broma, al contrario, frunce el ceño.
—Que te he dicho sobre subestimar a las personas Nataly — su tono serio me deja muda —, mucho cuidado.
Al otro lado la instructora coloca la música en un reproductor, todos se acercan al centro de la pista.
—Ve pequeña — me dice Janice —, y deja esa cara que no estoy enfadada.
—¿Está segura? — la voz me tiembla.
—Creo que sí — me dice enseñándome su sonrisa forzada.
Me levanto y me hago una coleta.
—Eso espero — me alejo y voy con mis amigos.
Mi mirada se dirige a la instructora que sigue cambiando las canciones. Tras varios intentos, por fin se reproduce la que quería. Una melodía clásica sale de las bocinas. Espero que se acerque a nosotros, pero no lo hace. Recorro el polideportivo solo para darme cuenta de que soy la única que está viendo a la mujer, la mirada de todos se dirige al graderío.