4 DÍAS PARA LA ASAMBLEA
Esta vez Edmon me logró convencer de ver el partido de fútbol. Otro clásico estaba en juego, los gritos del público, sumando las porras de las animadoras, aumentaban la euforia en todos los presentes. Incluso estaba mordiéndome las uñas de los nervios.
Aunque le presto más atención a las animadoras. Son muy buenas. Casi se me sale el corazón al verlas volar por los aires y ser sostenidas con destreza. Son brillantes. Pero no solo me fijo en su coreografía. Al parecer no solo en el campo se está librando una batalla. También hay una por parte de las porristas, esta se ve incluso más peligrosa.
No me sorprende ver en él frente a Carol y a Cressida, ambas moviéndose de manera impecable. Aunque no faltan las miradas amenazantes de ambas. Y no solo de ellas, son los equipos completos. No sé si esto terminará en un desafío de baile o de golpes.
Preferiría la primera, aunque no niego que la segunda opción es más entretenida.
—Hola — nos saludó una Claire muy enfadada. La chica viene con su bolso y se sienta al lado de Ted, siendo este el que me separa de ella.
—¿Y ese tonito? — le pregunta Edmon, que tengo del otro lado.
—No es nada — dice forzando una sonrisa. Se aproxima a su mochila y saca una bolsa llena de gomitas, en ella hay un moño de regalo.
Los tres la miramos, pensando en lo mismo. Nuestras dudas se responden cuando a lo lejos vislumbramos a Jason llegando tarde al partido de fútbol.
—¡Ay, pero que detallista! — suspiro, exagerada.
—Wow, el chico de verdad va en serio — menciona Edmon alcanzando la bolsa de gomitas.
—¿Pero qué se pusieron hacer los dos? — le pregunta Ted, haciendo que Claire quede como un tomate.
—¡Absolutamente nada! — nos dice sentándose de golpe, le da un pellizco Ted —, y tu deja de hacerme esa cara, idiota, sé a dónde van tus preguntas.
—Pero solo te pregunté que estaban haciendo — se defiende el rubio —, pudiste responderme que te estaba regalando unas gomitas, yo no fui el que lo mal pensó.
—No te enojes rosadita — me entrometo —, tiene un punto.
—Tini un pinti — me hace burla, luego estira la mano —, mis gomitas.
Edmon está por pasarlas, pero me las arreglo para lograr atrapar unas cinco. Le sonrío a mi amiga, está solo me saca el dedo de en medio antes de recuperar su comida.
—Tienes suerte que esté de buenas Sanderson — me dice atascándose de dulces.
—Eso se nota mucho — murmura Edmon por lo bajo.
Ambos nos quedamos viendo la escena de enfrente, es Edmon el que rompe el silencio tras unos minutos.
—¿Estás viendo lo mismo que yo? — me pregunta, sigo su mirada, aunque no es necesario adivinar. Ambos estamos viendo la batalla de las animadoras —, es más interesante que el partido.
Suelto una risita inocente.
—¿Es siempre así? — señalo discretamente a las chicas. — Es la primera vez que vengo, así que esto me tiene sorprendida.
—A veces sí, a veces no mucho — me dice concentrado —, pero siempre se mantiene esa rivalidad.
—Me doy cuenta — le digo cínica.
—Si hubieras estado aquí hace un año te hubieras topado con una escena parecida. Las cosas eran aún más locas — comentó viendo hacia un lado.
Unos murmullos empiezan a subir su volumen, curiosa volteo, mi visión se topa con Skandar llegando a la parte sur del público.
—Olvida lo anterior, esto se puede poner más interesante — me murmura Edmon sonriendo.
Carol y Cressida son conscientes de la llegada de Cacciatore. Lo sé por su evidente cambio de movimientos. No me gusta verlo de esa manera, pero ahora su coreografía es más lenta. Quizás para lucirse mejor. No sé si estaré en lo correcto, pero por la risa burlona de Edmon está claro que tengo un punto. ¿Realmente se están intentando lucir? Por el amor de Dios, todo esto es tan ridículo.
Volteo a ver a Skandar con disimulo, por extraño que parezca está sonriendo. ¿Las estará viendo? ¿Le hace gracia toda esta batalla? Quizá disfrute de toda esta atención...
Basta.
Se me revuelve el estómago de solo pensar eso. Me resulta difícil encontrar una palabra para saber qué es lo que siento, pero no lo puedo negar. No me puedo mentir. Celos. Son estúpidos celos.
Que idiota, todo este escenario es tan patético, me dan ganas de salir corriendo.
O quizá debería hacerlo...
—¡Nataly! — Edmon me está zarandeando.
—Lo siento — me disculpo, saliendo de mi transe —, estaba distraída.
—¿Estás bien? — preguntó con los ojos bien abiertos.
—Sí, de maravilla, solo que me encontraba pensando en...
—En realidad se lo preguntaba a lo que tienes en las manos — me interrumpió señalando el lápiz hecho pedazos, uno que Edmon me prestó hace unos minutos.
—Lo siento mucho, soy una idiota — me vuelvo a disculpar —, te compraré uno nuevo Edmon.
—No es necesario, te mirabas un poco enojada — responde restándole importancia —, y tengo más, tranquila.
—Sí, pero no puedo con mi conciencia — le digo mientras veo el lápiz. Por suerte solo se partió en dos, aún puedo leer las letras grabadas en él —. Escuela Louis Armstrong, tu padre trabaja ahí, ¿no es así?
—Sí, es maestro de artes plásticas — me dice orgulloso. Alzó las cejas interesada.
—Wow, interesante. ¿Qué hay de tu madre?
—Ella es jardinera — me dice bajando la voz —, pero no creas que solo poda el césped. Mi madre es capaz de hacer un horrible arbusto una obra de arte — esta vez sonríe con orgullo.
—Increíble, tendré que ver eso algún día, quizás me logre enseñar — mi comentario aumenta su sonrisa.
—No es necesario, mi madre trabaja para los Cacciatore y familias allegadas — respondió emocionado —, estoy seguro de que tiene algunas de sus obras en tu jardín y no te has dado cuenta.
Nunca sabía cuándo podaba el césped y aunque si les había prestado atención a los hermosos cisnes verdes del patio trasero, jamás se cruzó por mi cabeza que fuera por la madre de Edmon.