Intentó retroceder, pero él no cede.
—No me tocaba contigo — le hago saber —, estoy segura de que había un chico rubio detrás de mí.
—¿No tendrás problemas oculares? — me pregunta, obligándome a dar la vuelta —, la última vez que me vi a un espejo, mi cabello era negro.
—No los tengo — digo incómoda, me doy cuenta de que mis movimientos se han vuelto rígidos —, no estabas ni siquiera de este lado.
—Creo que algo te está afectando Sanderson — comienza a decir, evitando sonreír —, ya hasta me estás viendo en lugares donde no estoy.
—No me trates como loca — susurro, mi tono lo ve como una excusa para cerrar la distancia. Alarmada, intento despegarme, pero no cede —. ¿Qué estás haciendo?
—Bailar. ¿Qué no es obvio? — pregunto sarcástico.
Esto no está bien. Alguien nos podría estar viendo, podría ver la confianza con la que me está hablando. Por supuesto que lo había estado observando. Pero solo le había tocado con chicas de su círculo. Conmigo o con cualquier norteña la historia es diferente. Estaba aterrada.
Pero no tengo alternativa, no puedo salir corriendo, Janice querrá respuestas y no es fácil mentirle. Además, no sé cómo podría reaccionar Skandar.
¿Por qué está tan tranquilo?
<<Basta, relájate Nataly, nadie te está viendo. Todos están concentrados con sus parejas>>
—Con que has estado practicando — vuelve a decir cerca de mi oído —, es bueno saber que soy un excelente maestro.
Respóndele tranquila, no seas evidente.
—No te emociones, es por Janice, me ha estado enseñando — mencionó sintiendo como su cálida mano me dirige a mi espalda.
—No lo creo, aquel día fuiste una alumna diestra — me recuerda juguetón haciendo que evoque todos esos recuerdos. Cuando vuelvo a alzar la vista me guiña un ojo, siento como la sangre se acumula en mis mejillas. Muevo mi cabeza para que mi cabello tape mi evidente sonrojo.
—Sabes, creo que acabo de olvidar todos los pasos — le digo retadora —, deberías tener cuidado, podría terminar pisando por accidente tu pie o tirándote al suelo.
Se ríe.
—Es más sencillo que sea yo el que te bote al suelo — me dice arrogante.
—¿Así? — le pregunto sonriente —, quiero ver que lo intentes.
Su sonrisa se ensancha.
—Nataly, no te conviene retarme — me dice otra vez acercándose a mi rostro —, me tomo los desafíos muy en serio.
—Y yo también, vamos haz lo que te acabo de decir — le vuelvo a decir —, enséñame que tan en serio te tomas los retos.
Alza las cejas sorprendido y por primera vez en mi vida lo veo sonrojarse.
Eso me tomó desprevenida, casi dejó de bailar. Digo casi por qué si deje de bailar, pero no por mí, ni por Skandar. Antes de caer al suelo escuchó un alarido molesto de una chica, luego unas manos me toman de los hombros y me empujan hacia abajo. Tardó en reaccionar, pero cuando veo a Cressida intentar saltar sobre mí, logro hacerme a un lado.
—¡Ya basta Cressida! — alcanzó a ver a Lily y a Jason tomarla de los brazos y alejarla de mí.
—¡Suélteme estúpidos, déjenme acabar con esta perra! — les dice la chica moviéndose como si tuviera una camisa de fuerza. La chica me voltea a ver furiosa —, ¡no sabes con quién te estás metiendo rata norteña!
No estoy mucho tiempo en el suelo, por mi vista periférica Skandar se acerca y me levanta agarrándome debajo de los hombros en un simple movimiento.
—Endereza los pies — me demanda en un susurro, le hago caso temblorosa —. ¿Puedes estar en pie? ¿Necesitas que te lleve a la enfermería?
Niego muchas veces.
Cuando me suelta se acerca a Cressida.
—¿Ya terminaste? — se cruzó de brazos.
—Voy a terminar cuando esa fulana esté muy lejos de nosotros — sus llameantes ojos me vuelven a fulminar —, si le vuelves a poner un dedo encima a mi hombre...
—¿Ya terminaste? — la interrumpió Skandar con la misma pregunta.
Cressida lo mira confundida.
—No, solo te estoy alejando de esta zorra aprovechada — grita de nuevo mientras se intenta mover.
—Es suficiente — exclama Skandar demandante —, jamás pensé que llegaras a ese nivel de estupidez, pero me sorprendes — Cressida lo mira entristecida, pero cambia su expresión al volver a verme.
—No lo vuelvas a tocar, ni a ver — me gritó —, estúpida chica de caridad, ve e intenta cazar a otro, pero si lo vuelves a tocar te voy a acabar...
La dejo de escuchar, porque todo lo que pasa por mi mente son recuerdos de esta chica. Cuando casi me deja sin respirar, cuando amenazo a mi mejor amigo, esas miradas de superioridad y cuando me amenazó con mi hermano. Todo. Aprieto mis puños y me comienzo acercar. Porque puedo con esta chica, por supuesto que puedo con ella.
Antes de poder alzar mi mano, dos manos me detienen, Janice por un lado y Skandar por el otro. Miro a la entrenadora que niega en el momento en que me ve. Me suelta y se adelanta justo enfrente de Cressida.
—Usted se sale de aquí — le dice tronando los dedos.
—¿Qué? — la chica exclamó furiosa.
—Así como escuchó, queda suspendida de esta práctica y la de mañana. Será bienvenida hasta el viernes, pero no se preocupe que le mantendremos su reemplazo hasta que venga
—Usted no puede hacer eso — le respondió arrogante.
—Claro que puedo y no solo quedará suspendida, se va a ganar un reporte de conducta — Janice pone ambas manos en su cintura —. ¿Cómo la ve?
—¡Usted no puede hacer eso! — otra vez saca su aguda voz —. ¿Si sabe quién soy?
—Por supuesto que lo sé, pero ahora eso no es importante.
—No sabe con quién se está metiendo — dice Cressida amenazante —, mis padres no lo dejarán pasar créame.
—Cualquier queja sobre mi persona o labor la pueden hacer en dirección — le dice acercándose a la chica. Cressida se aleja un poco, luciendo asustada —, estaré dispuesta a escucharla.
—Eso lo veremos — la pobre chica pasó de lucir como una pantera furiosa a una chiguagua tratando de intimidar a un pitbull.