Mirada Cruel

Capítulo 76

Su aliento me envuelve, y el sonido de su respiración unida a la mía es lo único que puedo escuchar. Por alguna razón, eso aumenta mis ganas de tenerlo más cerca, y al parecer él piensa lo mismo. En un solo movimiento, me pega al la pared, donde el beso se profundiza. Skandar está atacando mi boca, me atrevo a pensar que cada vez que nos besamos, se vuelve más intenso. Eso me gusta aún más.

Sube mi pierna derecha cerca de su cintura, no pierde el tiempo para explorarla con su palma. Ambos suspiramos con el solo toque. Cuando está por hacer lo mismo con la otra y cargarme por completo, algo nos interrumpe.

Un sonido, no, una vibración proveniente del bolsillo de Skandar.

O por lo menos a mí, porque él sigue muy concentrado en mi cuello. Tengo que usar toda la fuerza de voluntad para separarlo.

—¿Qué es eso? — le pregunto en cuanto se endereza —, ese sonido.

—Es una alarma — me dice sacando su celular —, como verás, no hay señal en este lugar, por eso tenemos que ser más prácticos — me dice sacando de su bolsillo trasero el walkie- talkie de la vez anterior.

—¿Y por qué poner una alarma en tu celular?

—Como recordatorios, por ejemplo, ahorita esto me recordó que tengo que hacer contacto con alguien de afuera — se empieza a alejar con el walkie - talkie, presiona un botón y se lo pone en la oreja. Sale de la bodega y como no quiero quedarme como idiota, salgo detrás de él.

Está hablando con un hombre, pero apenas y se le escucha. Pasa así un par de minutos, hasta que lo apaga, me mira un poco serio.

—¿Qué pasó?

—Malas noticias, acaba de concluir la reunión con la junta directiva y te están buscando.

—¿Y por qué es eso algo malo?

—Porque también me están buscando a mí — me dice tranquilo —, de hecho, creo que quieren hacer otra reunión con nosotros incluidos.

—¡Qué! — chillo —¿Por qué?

De solo pensar en la cara de Fabiola, en cómo se transforma cuando habla de Skandar, me inquieta. Sobre todo, porque no quiero que se hagan ideas, la ausencia de ambos puede dejar mucho a la imaginación.

—Tenemos que irnos ahora — tomo mis cosas.

—Ey, ey — dice Skandar deteniéndome —, si sales por esa puerta te puedes perder, y si logras salir en ese estado solo vas a lograr que sospechen más.

—Sí, pero va a ser aún peor que nos vean entrar a ambos juntos.

—Es cierto, pero déjame sacarte primero de aquí — me toma del codo —, y ya después ideamos otra cosa.

—Está bien — respondo.

Me lleva por otros miles de pasillos, cruzamos, subimos, volvemos a caminar derecho y de nuevo subimos. Me tranquiliza que se vea tan confiado, me perturba que se sepa este lugar de memoria, pero con tal de salir de aquí a tiempo no le prestó atención.

—Algún día me tendrás que explicar cómo se hizo todo esto y porque nadie se ha dado cuenta de su existencia — le digo cuando subimos el último graderío.

—Con gusto — saca unas llaves —, pero primero tendré que averiguarlo yo.

Mete la llave a la cerradura y cuando la abre me tengo que tapar los ojos por la intensidad de luz. Luz artificial, porque sin darnos cuenta ya está anocheciendo. Él sale primero y me ofrece su mano, al principio lo miró dudosa. Hasta que me doy cuenta de que estamos en un lugar lleno de árboles.

—No estamos lejos, tranquila — me está diciendo mientras acepto su ayuda. Al salir volteo para ver en dónde estamos, salimos de una puerta de metal en un pequeño edificio blanco —, detrás de esta pared está la bodega del polideportivo — dice aclarando mis dudas.

—Claro — respondo intentando imaginar cómo fue que salimos al polideportivo. — ¿A dónde tenemos que ir?

—A la recepción.

—¿Es en esa otra compuerta secreta? — pregunto recordando aquella reunión con ambos patriarcas.

—No, esta vez es en la sala de reuniones del personal — dice comenzando a caminar. No tardó en seguirle el paso y me voy a su lado —, una sala en la recepción, sin compuertas secretas, túneles, agujeros negros o armarios a Narnia.

—Que lastima — ironizó mientras me insta a caminar de nuevo.

Los dos páramos antes de llegar a la recepción, en un cruce. No lo teníamos planeado, en realidad iba a entrar primero a la sala y Skandar minutos después. Pero antes de poder llegar al pasillo, escuchamos muchas voces y ambos paramos al mismo tiempo.

—Podrías ir a dar la vuelta — le sugiero en voz baja —, así no será evidente que venimos del mismo lugar.

—Eso pensé, pero en cuanto tuve recepción — me enseñó su teléfono —, descubrí que tengo más de cinco llamadas de mi padre y ni te cuento de mi mamá. Ya deben de estar como locos.

—¿Y por qué no les contestaste en el camino?

—Porque podría revelar mi ubicación y no quiero que envié a nadie a buscarme.

—¿Tu padre hace eso? — lo miro extrañada.

—De vez en cuando — responde segundos después, un poco inseguro —, a veces le doy razones.

Estoy por preguntarle otra cosa, pero me vuelve a interrumpir.

—No me preguntes qué razones Sanderson — responde prediciendo mi pregunta.

—Entonces concentrémonos en esto — le señalo el lugar donde previene las voces. — Ve tú y yo me demoraré un poco más.

—Eso es justo lo que no debemos hacer — me interrumpe —, sería aún más evidente.

—Pero teníamos el mismo plan antes — le recuerdo.

—Si, antes de escuchar voces en el pasillo — se acerca bajando la voz —, pero que los dos vengamos del mismo pasillo sería más sospechoso y es mejor no arriesgarnos — cierra los ojos por un momento y se pone a murmurar en voz baja mientras caminas de un lado a otro.

—¿Entonces qué sugieres? — pregunto acercándome a él.

Me sonríe.

—Un sabio dijo que las mejores mentiras siempre llevan un poco de verdad — enrolla su mano en mi brazo —, vamos a entrar los dos y tú me seguirás la corriente.

¿Qué?

—¡Estás loco! — exclamó en su susurro mientras intento quitar su mano —. No vamos a hacer eso, es una tontería, eso sí sería ponernos en evidencia




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.