Mirada Cruel

Capítulo 93

No comenzamos después, en eso me dieron ganas de ir al baño y porque estoy aprisionada, fue todo un protocolo que una adolescente quiera hacer sus necesidades. Primero llamó a una enfermera para qué lo ayudara, luego me desencadeno de la cama y los dos juntos me llevaron al baño. Por suerte dejó ir a la mujer antes, esto es más que humillante.

No contento con eso, enrosco la esposa libre en una de las tuberías. ¿Cómo rayos iba a salir? Solo había una ventana en la que apenas cabía mi cabeza. Pero el colmo es que encima de eso se quedó afuera, como perro guardián esperando a que salga. Es hasta más paranoico que yo.

Sí, fui una ilusa, todavía me tomé el derecho de tener un poco de esperanza. Mi cabeza idiota se hizo la idea de que quizás si no lo insultaba o le hacía mala cara, iba a hacer una excepción al regresar y no me iba a encadenar. De nuevo estaba equivocada. Ni siquiera esperó a que me acomodará, seguía parada y ya estaba aprisionada de nuevo.

Es un imbécil.

—¿En serio es necesario esto? — preguntó ya sin ánimos.

—Si — me dice en pocas palabras —, siéntate por favor.

De mala gana me vuelvo a subir a la cama, me tapo por reflejo. Odio ver mis heridas, hacen que sienta lástima por mí misma, es repulsivo.

—Empecemos entonces — digo adelantando todo —, ¿qué te parece si me explicas por qué me tienes aprisionada? No, eso no es lo que me interesa por ahora — las palabras me salen por borbotones —, me puedes explicar qué rayos sucedió ayer, ¿quiénes eran los tipos que intentaron atacarnos?

Lo miro, esperando una respuesta.

—Creo que no me exprese bien del todo — me dice regresando la silla a mi lado —, vamos a ir en orden, eso significa que yo soy el primero en hacerte las preguntas — toma asiento y de nuevo tiene ese condenado folder en las manos.

—No habíamos quedado en eso — me cruzo de brazos.

—Si pues ahora ya lo hicimos — me dice y cuando estoy por hablar me interrumpe —, entre más nos demoremos menos ganas voy a tener de seguir discutiendo contigo, terminemos de una vez.

—Adelante, apresúrate — suspiro y me recuesto esperando a que lance sus preguntas.

Pero no va directo al grano, toma el folder, saca unos papeles blancos y los pone sobre sus piernas para evitar que los vea por completo.

—Hace algún tiempo escuché a un par de chicos murmurar cosas sobre mí — empieza viendo hacia la ventana —, decían que yo tenía la habilidad de leer mentes y de manipular a las personas de maneras viles — se ríe de sus propias palabras —, parece una broma, pero hablaban muy en serio.

—Pues que idiotas deben ser — comentó sin muchas ganas.

—Pues tú lo sabrás mejor que yo, eran tus amigos — fruncí el ceño —, eran la chica de cabello rosado y Edmon — me sonrojo apenada por mi comentario.

—Deben de haber estado bromeando — reitero, tratando de reparar lo que dije.

—Lo pensé, pero ese tipo de comentarios sobre mí los escucho con frecuencia en la escuela y en cualquier lado donde hay gente que no me conoce — se echa para atrás —, sé que mi reputación me precede y por eso puedo entender un poco lo que dicen. Pero siendo honestos, no están tan alejados de la realidad.

—¡Lo que me faltaba! — dejo caer mis manos —, ahora lees mentes, como si no tuviéramos suficientes problemas.

Carraspea.

—No Nataly, no leo mentes — me aclara, aunque es evidente —, lo que iba a decir, es que se me hace sencillo predecir, leer a las personas — entrecierro los ojos y lo miro —, es un don que obtenemos los observadores, los que no llamamos la atención por gusto.

—Me estás diciendo que puedes predecir qué cosas harán las personas antes de que lo hagan...

—Y casi nunca falló en hacerlo, es el simple don del observador — se encoge de hombros —, con ello me he salido con la mía en múltiples ocasiones — sus palabras me ponen los pelos de punta, pero no quiero hacerme ideas ahora mismo. — Digo casi, porque no siempre acierto, con personas como mi papá, mi madre y otras... — deja la frase al aire, quizás pretende que yo adivine de quién está hablando —, me es imposible descifrarlos.

—¿A dónde vas con todo eso? — le pregunto queriendo llegar al grano —, que me has podido predecir o...

—A lo que quiero llegar es — hace una breve pausa —, que tú también formas parte de ese grupo — no me cuesta entender esas palabras, todo lo que hay detrás de ellas me deja perpleja.

—Explícate por favor — le pido intentando entender.

—Sabía que había algo raro en ti cuando supe que Alfonso te adopto, eso nos pareció extraño a todos — comienza a explicar y se acomoda en la silla —, sin embargo, él no estaba para darnos explicaciones, así que tuvimos que buscarla por otros lados...

—¿Por qué estás hablando en plural? — le pregunto sonando agobiada, no me gusta para nada el ritmo de esta conversación —, ¿qué se supone que fue lo que buscaste?

—Cuando digo nosotros, me refiero a mi padre y a mí, no es una multitud — dice de alguna forma para intentar tranquilizarme, pero solo me pone peor —. A lo que voy es que mientras más te observaba, más pensaba que no había nada extraño en ti — prosigue —, pero no me sacaba de la cabeza que siendo ya casi mayor de edad, Alfonso se haya tomado la responsabilidad de acogerte, no tenía sentido...

—¿No te has puesto a pensar que quizás es una buena persona? — le cuestiono dejando que mi enojo hable.

—Las buenas personas no existen Nataly — me contesta bajando la voz.

—Pues sí lo hizo es por algo...

—¡Exacto! — me interrumpe —, pero no iba a ser sencillo saber esa razón. Y mucho menos abordarte, con ese humor y el evidente miedo que te causaba, iba a ser un poco difícil. Me quería convencer de que eras una chica normal y lo aparentabas... hasta que — vuelve hacer una pausa —, vi tu comportamiento tan excesivo con las armas y la reacción que tienes, en ese momento supe que algo andaba mal.

—¿De qué comportamiento hablas? — le pregunto mientras intentó identificar alguna reacción extraña —, tuve el de cualquier otra persona, no todos estamos acostumbrados a usar armas — me defiendo.




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