No se demoraron nada — fue lo que me dijo mi abuelo —, Stell quédate aquí, no quiero que veas esto.
¿Estás loco? Vamos a subir y los amenazamos — recuerdo que le enseñe las armas, pero aún recuerdo más la cara horrorizada de mi abuelo al escuchar eso —, a ver si con esto nos dejan en paz.
No nos vamos a rebajar a su nivel, eso es lo que están buscando, una excusa para acusarnos — comenzó a subir las gradas de par en par —, les demostraremos lo que es la diplomacia.
Debiste haberlo pensado antes de darme un arma y enseñarme a usarla — le grité frustrada, ¿cómo no podía ver lo que estaba pasando?
Te dije que sería nuestra última alternativa, hasta ahora no tenemos necesidad de usar la violencia.
¡Se metieron a nuestra casa de nuevo! — le grité sintiéndome impotente, era muy difícil hacerlo cambiar de opinión —. ¿Qué mejor alternativa que está?
Ya basta Nataly — me gritó —, los vamos a vencer con honor porque así somos los Sanderson, no somos igual que ellos — abrió la puerta del filo de las gradas –—, no salgas hasta que yo te lo diga — salió y esa fue la última vez que lo vi en pie.
—Escuche muchísimos gritos — continúo —, la idea de quedarme ahí era tan estúpida que al poco tiempo salí a enfrentarme a esa basura — le relato y lo siento como si hubiera sido ayer —, al salir lo vi todo rojo. Mi abuelo estaba tirado en el suelo inconsciente, mi abuela llorando a su lado, Joseph intentando ir hacia él y... — cierro los ojos evitando que me salgan lágrimas —, yo no lo pensé , Eden tenía un cuchillo en su mano, lo estaba dirigiendo directo al cuello de mi abuelo y yo lo evité — me acuesto cansada —. Lo evité con tres balas en su pecho y una en su cabeza.
Silencio.
Lo siguiente que escuche fueron los gritos de sus hijos corriendo hacia su padre. Molly, que ya se estaba metiendo nuestras pertenencias en sus bolsillos, no se demoró mucho en auxiliar a su marido. Mi hermano fue el más listo, se adelantó en llamar a la ambulancia y a la policía.
Yo estaba petrificada. Todo paso en cámara lenta, a penas y recuerdo si lo dudé. Pero no, no lo hice, mi furia fue la que me acuerpo, y todo lo demás fue mecánico. Alzar el arma, apoyarme con una pierna hacia atrás, apuntar, quitar el seguro y jalar el gatillo.
Claro, eso hasta que regrese a la terrorífica escena de enfrente.
Y solo fui capaz de ver mi mano empuñando el arma, mi mano llena de su sangre, todo estaba embarrado de la sangre de ese esperpento. El shock hizo que dejara caer la pistola. Caí de rodillas, frente al cadáver de Eden, frente al cuerpo casi moribundo de mi abuelo.
—¿Te arrestó la policía?
—Si, a todos en realidad, menos a Joseph — le contesto —, la ambulancia se llevó a mi abuelo y a Eden. Mi abuelo se fue a cuidados intensivos y Eden fue directo a la morgue. El juicio se resolvió rápido, había muchísimas pruebas a nuestro favor, el destrozo, las heridas — volteo el papel con la cara de Molly —, en menos de lo que pensábamos, se había dictado sentencia, homicidio culposo por defensa personal.
—¿Y no sentenciaron a los otros? — me pregunta luciendo consternado —, invadieron propiedad privada, eso es un delito.
—Te dije que la policía era corrupta, bueno, los jueces también tienen una característica, son estúpidos — le susurró —, Molly era una excelente actriz, le hizo un berrinche al juez sobre cómo iba a mantener a su familia, y que sus pobres hijos iban a sufrir y la dejaron ir — digo con desconcierto.
—¿Y no pensaron en demandarlos?
—Lo decidimos aplazar, mi abuelo seguía en un estado crítico, por desgracia tampoco duró mucho, una semana después ya lo estábamos enterrando — aprieto mis puños con fuerza, me hago daño para no llorar de nuevo, hace mucho pasó mi duelo, él está en un lugar mejor —. El ambiente se ensombreció un poco, mi abuela seguía mal, pero nos consolaba saber que le pudimos dar un último adiós.
>>Los Petterson sabían lo que les vendría encima si los demandábamos, por eso decidieron moverse antes — las manos me comienzan a temblar de nuevo —, nos amenazaron con algo tan... asqueroso — hago una pausa —, no sé cómo, pero uno de esos psicópatas logró tomar unas fotos íntimas... — espero a que Skandar me interrumpa, pero no, solo me mira —, de mi abuela mientras se bañaba. Las iban a pegar por todo el vecindario y...— las lágrimas buscan su salida rodando por mis mejillas, las secó con mis mangas —. Ese fue el último punto de quiebre, eso fue lo que me motivó a armar un plan.
—¿Para acusarlos? — hace una mueca de asco, por lo menos lo veo tener una emoción.
—La justicia nos falló dos veces — niego decepcionada —, no iba a arriesgarme una vez más. Iba a hacer lo que tenía que haber hecho desde el principio — aprieto mis puños —, tomar justicia con mano propia.
—¿Eso incluye armas? — me pregunta cauteloso, claro que debate mis acciones, por lo menos no me ha juzgado —, o siquiera violencia.
—No iba a hacer esa estupidez, ellos eran más — recuerdo que en las noches me imaginaba rebanando la cabeza de Josh y Molly, me sentía bien y al mismo tiempo me aterraba —. Todo se fue alineando, que supe la manera exacta en la que los iba a arruinar, una mañana en la escuela. — El recuerdo me hace sonreír de nuevo —, mi clase había tenido un problema, a muchos se les perdía el dinero, no tardaron en saber que eran robos.
—¿Por qué? ¿A ti te robaron? — la pregunta me hace sonreír un poco.
—No, a menos que el ladrón tuviera hambre de un sandwich aplastado — le respondo irónica —, pero en realidad era muy bueno en su trabajo, nadie lo veía venir, era escurridizo, como un fantasma — sigo contando —. Como te dije, nadie sabía quién era, hasta ese lunes en la mañana, el ladrón supo escoger muy bien la hora. En el receso hubiera sido muy sospechoso, pero no en el transcurso del alumnado regresando al aula después del receso.