Mirada distante

Primer relato: Coincidencia

«No sé siquiera cómo comenzar a contar todo de manera exacta.

De alguna manera creí que simplemente sucedió. Que las situaciones se entrelazaron hasta que nació un hecho tan bello que deseaba sujetarlo entre mis manos, pegado a mi pecho, y nunca soltarlo.

Yo estaba rindiéndome en el amor. Estaba cansado de siempre ser tratado de una forma que percibía, tal vez, no merezco; de dar mucho y no recibir lo mismo; de entregarme en cuerpo y alma para obtener migajas de lo que se puede llamar romance.

A veces pienso que sólo eran ilusiones mías. Que, en realidad, no fui ese novio bueno que noto en mis memorias y que, por consecuente, obtuve lo que merecía. Es raro, porque todos a mi alrededor me decían lo contrario, que había sido un gran amante y pareja en todo sentido.

“No te preocupes, él no te merecía”. “Tú eres mucho para ese patán”. “Ya llegará alguien que te ame tanto como tú a él”. Eran algunas cosas que escuché una y otra vez por un largo tiempo, por los últimos cuatro años que estuve soltero, concentrado sólo en mis amigos, mi familia y mi trabajo.

No obstante, hubo un momento donde quise ser diferente, dedicarme a algo que yo de verdad amara. Para ello, seguí trabajando con mi licenciatura en mano hasta conseguir dinero suficiente para comprar el departamento donde vivo, lugar al que me mudé de un día a otro en favor de dejar atrás a mis padres y mi hermano, para ser libre de todos los problemas que había en casa.

Estaba tan contento que no pude evitar gritarlo al mundo, de iniciar un nuevo capítulo en mi vida ahora que estaba tan feliz, tan listo para volar hasta donde me fuera posible, en mi nueva casa y estudio, porque me había decidido a pintar como sólo yo puedo hacerlo, a volverme un artista reconocido, tal como mi mejor amigo Edgardo también soñaba y luchaba por ello.

Invité a este último a mi casa para trabajar en conjunto. Pintábamos toda la tarde y chismeábamos de varias cosas, a veces bebiendo, otras en compañía de algunos amigos, normalmente de Roberta. Cada día era especial para mí desde entonces. Parecía la persona más feliz del mundo, pero, en realidad, por dentro, estaba bastante solo a mi parecer.

Me la pasaba viendo novelas de amor por las noches, con mi almohada entre mis brazos y lleno de lágrimas por lo bello del romance capturado en la pantalla, digno de una hermosa historia de amor. “Yo quiero un amor así de bello”, me decía una y otra vez luego que las series terminaran, ya acabado de chillar con una sonrisa en el rostro y un sentimiento de vacío en el pecho.

Era habitual aquello para mí, al igual que mis actualizaciones tontas en Photoment, la red social de las fotos por excelencia.

Desde que me cambié de casa, Edgardo y Roberta sugirieron crear una cuenta nueva donde subiera mi trabajo, mi día a día y lo que sentía. Posiblemente eso me traería seguidores y, tal vez, un montón de fanáticos por mi trabajo.

Sentía que era una pérdida de tiempo, porque al inicio sólo amigos me daban “double tap” a mis actualizaciones, mas conforme subía diferentes cosas más seguido, aparecían nuevos perfiles desconocidos que hasta comentaban sobre mi trabajo y mi vida diaria.

Por unos momentos, me sentí una pequeña celebridad, que mis sueños estaban brotando de la tierra como una pequeña plantita.

Fue ahí cuando apareció él».

—Una parte de mí no quería saber nada del amor o de otros chicos, pero cuando más me sentí alegre, cuando estaba seguro que tenía todo en la vida y que no me faltaba nada, él apareció —comentó Hendrik, pensativo, con la mirada baja.

—Cedris, ¿no? —preguntó el viejo, bebido su vino luego de eso.

—Sí, el chico del que te he hablado tanto.

—¿Cómo olvidarlo? —bufó con una expresión de fastidio en el rostro—. Era de lo único que hablabas. Bueno, todavía. —Se quedó el hombre, notada una sonrisa nostálgica en el rostro de su visita.

«Un día desperté un poco tarde, listo para seguir con un cuadro que me estaba tomando algo de tiempo terminar, cuando vi que tenía muchos double taps de un perfil en específico, mismo que también me había comentado en múltiples ocasiones.

“Cedreen” era el nombre de dicha persona en Photoment, por lo que me metí a ver quien era y vi que se trataba no sólo de un chico bastante apuesto, sino que también inteligente, geek e interesante, con un buen gusto en la forma de vestir y en otras artes.

Sonreí al ver tan bellas fotos y no dudé en enviarle un mensaje. Aquel me respondió casi de inmediato, cosa que me sorprendió y lleno de alegría el corazón.

Hendrik_Art03: ¡Hey! Gracias por tantos comentarios y taps.
Cedreen: De nada. Me gusta mucho tu arte. Está muy cool.
Hendrik_Art03: A mí me gustan mucho tus fotos. Se ven muy profesionales. ¿Son de estudio?
Cedreen: No, un amigo me las toma cuando necesita modelo para su clase de fotografía.
Hendrik_Art03: ¡Oh! Supongo estudias artes también.
Cedreen: No, estoy en arquitectura».

—¿Podrías dejar de leer los malditos mensajes y regresar a la historia? —Se quejó el anfitrión al estar cansado de ver cómo, literalmente, Hendrik sostenía su móvil en mano y se la pasaba leyendo los mensajes que se habían enviado entonces Cedris y él.

—Perdón, creí que te sería interesante.

—Es irrelevante. Vamos a la parte donde ya se conocen.

—Sí, «abuelo» —contestó de mala gana el moreno, regresado a la historia.

«Congeniábamos mucho. Nos gustaban muchas cosas en común, siempre terminábamos las frases del otro y coincidimos en tantos recuerdos como situaciones que, de un momento a otro, no pude resistirme más a pedirle conocerlo. Así que, armado de valor, lo invité a una cita en el cine que está en una de las nuevas plazas de por mi casa. Él aceptó gustoso.

Estaba nervioso a la hora de llegar al sitio acordado. Me encontraba temblando, aterrorizado por que las cosas vayan mal: que me dejara plantado, que no fuera la persona de las fotos, que me bloqueara de todos lados y se olvidara a de mí. Mil cosas pensé en su momento, minutos antes que llegara, mas la recompensa por tanta angustia fue que, con una preciosa sonrisa en el rostro, apareció el chico más bello que jamás haya visto, idéntico al de las imágenes en Photoment. No, ¡más bello que eso! Estaba maravillado con su sola presencia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.