Último Relato: Mirada Distante

«Las cosas se pusieron raras un par de días antes de nuestra reunión. Cedris borró todas las fotos de su LR donde aparecíamos juntos, así como fue ocultando algunas cosas que decían éramos novios.

Al principio no le tomé importancia, pues creí que, tal vez, se había postulado para un trabajo y a veces piden perfiles en redes sociales para saber más de ti. Era obvio que debía hacer algunos ajustes por ahí para que no hubiera situaciones incomodas. Lo pensé así y acepté como verdad hasta que me dijera lo contrario, pues ya había llegado el día en el que lo iba a ver.

Me encontré con Cedris luego de estar separados por un largo mes. Se veía tan guapo, tan feliz ahí postrado al lado de donde habíamos quedado en vernos, nervioso de lo que fuera a suceder.

Por mi parte, me había arreglado tanto como pude, llevé un regalo para el chico y estaba tan emocionado de rencontrarnos que sé no pude dejar de sonreír todo el tiempo hasta encontrarlo, en donde casi lloro de la felicidad, abrazados ambos al intercambiar miradas y saludarnos, lleno de mucha paz y amor al tener entre mis brazos a mi amado novio.

–Te ves muy bien. ¿Vienes de la facultad? –pregunté al notar que llevaba puesta ropa un tanto formal.

–No, exactamente. Quiero explicarte eso y otras cosas, pero primero, acompáñame –pidió el pequeño, iniciado nuestro recorrido por el centro hacia el parque más grande de la zona, donde esperamos encontrar un lugar para sentarnos una vez estando allá–. ¿Cómo te ha ido?

–¡Muy bien! Mis pinturas están vendiéndose mejor que antes, aunque estoy aplicando para un trabajo de mi carrera. Estoy en espera de respuesta, pues en la entrevista me fue muy bien –resalté, cosa que impresionó al chico.

–¡Qué bien! Me alegro que te hayas decidido por buscar una fuente de ingreso más confiable.

–Sí, creo que ya era necesario –comenté sonriente, cuya mueca fue correspondida por él.

–Te veo muy bien. Feliz, muy alegre.

–Pues estoy contigo. ¿Cómo no estarlo? –Eso cambió la expresión del chico a una un poco más triste, aunque eso no nos detuvo de llegar a una banca solitaria entre muchos árboles, donde nos sentamos uno enfrente del otro para vernos y hablar bien–. Bueno, primero que nada, quiero comentarte que ya estoy haciendo prácticas –explicó el chico y me alegró mucho.

–¡Lo sabía! Te dije que ibas a conseguirlas fácilmente. Eres muy talentoso y bueno en lo que haces.

–Sí, de hecho, me marcaron todos a donde envié solicitud. Al final, fui yo quien eligió donde quedarse –presumió un poco tímido, con mucha dicha dentro de mí al enterarme de eso, lo cual, de seguro, era la causa de nuestra reunión. Ya ese peso estaba fuera y era tiempo de volver a la normalidad. Al menos eso creí.

–Es por eso que borraste nuestras fotos y cambiaste a privado nuestra relación, ¿cierto?

–Sí, lo siento. Espero no te haya incomodado eso.

–Lo supuse en un inicio. Me puso feliz, porque eran buenas noticias al final del día –mentí, aunque me sentí aliviado al saber que mis deducciones eran ciertas–. ¿Cómo te fue en los exámenes?

–¡Increíble! Ya pasé todas mis materias y estoy a nada de quitarme de encima las idas a la facultad para concentrarme en prácticas al cien por ciento. Siendo honesto, no me pudo haber ido mejor en este mes –decretó Cedris, con una mirada baja y algo triste.

–Estoy muy feliz que hayas cumplido todo lo que te propusiste. –Al decir eso, tomé su mano, misma que él acarició con su pulgar, sin dejar de tener esa mirada que desde un inicio no parecía estar presente. Es como si se hallará en otro lado, sobre un futuro que yo no alcanzaba a distinguir. Esa misma le había gobernado el rostro desde que las cosas empezaron mal entre nosotros. Fueron esos ojos los que me dieron la señal de que las cosas iban cada vez peor.

–Sí, me hizo muy bien el tiempo que estuvimos separados.

–A veces es necesario esto. Pero ahora que ya terminó lo malo, podemos volver como antes. –Mi sugerencia pareció poner sobre la mesa lo que él necesitaba para decirme su verdadero plan.

–Es que… Yo me siento muy bien así. Sólo como amigos –externó el chico, palabras que me lastimaron profundamente el corazón–. Todo el tiempo que estuvimos jugando, sólo conversando como amigos, me fue muy grato, muy lindo. Me parece que te prefiero mucho más así que como algo más. –No sabía qué decir. Me quedé petrificado por unos segundos, pero luego me tranquilicé y continué con lo que pensé sería lo mejor decir, aunque por dentro esta hecho pedazos.

–¡Está bien! Entiendo cómo te sientes y sí es lo que quieres, me parece bien. Yo siempre voy a ser tu amigo, Cedris –dije solemne, con una frágil sonrisa.

–Perdóname, en serio. Lo que pasa es que en estos momentos no me siento cómodo con alguien. Quiero alcanzar metas, dedicarme a mí mismo. No eres tú el del problema, sino yo. No quiero lastimarte, ni mucho menor. –Se excusaba Cedris, preocupado, casi con lágrimas en los ojos, hasta que me acerqué a él y lo abracé, escondido su rostro en mi hombro.

–Ya, no te preocupes. Todo estará bien. No tienes porque estar triste, no tienes la culpa de nada. Estás cosas pasan. Ya habrá un mejor mañana, y quien sabe, tal vez podríamos intentar otra vez en algún otro punto –mencioné calmado, acariciada su espalda en el proceso.

–No creo que sea buena idea. Perdón por eso.

–De acuerdo. Solo amigos, Cedris. Vamos a estar bien. Te lo prometo.

–Yo soy quien debería decirte eso.

–¡Oye! –Me separé de él y lo vi a los ojos con una faz relajada, alegre. –Yo soy muy feliz siendo tu amigo. No tienes porque sentirte avergonzado, ni culpable por que nuestra relación se acabó. Todos los momentos que tenemos juntos los atesoro bastante y con eso me quedo. De verdad, muchas gracias por todo. –Luego de eso, Cedris me volvió a abrazar y todo se calmó.

Pasamos otro rato platicando de su nuevo trabajo, de lo mucho que le gustaba éste y de otras cosas que nos hicieron reír a lo grande. Estábamos tan felices ahí, como amigos, sólo pasando la noche, que el tiempo se fue volando y la hora de irse llegó para él.