Miradas del corazón

Capítulo 2 - Adiós a la vida perfecta

 

Tenía dieciséis años y una vida que yo consideraba perfecta. Mi papá tenía un buen trabajo en la ciudad y por lo tanto podía darme lo que yo le pedía, no quería decir que tuviera una vida llena de lujos, pero he de admitir que a esa edad los jóvenes o la mayoría de nosotros vivimos mucho de las apariencias físicas y del qué dirán, por eso vamos adquiriendo el hábito de vernos bien para causar una buena impresión en los demás. Los chicos suelen juzgar, y en ocasiones son duros al hacerlo, influye mucho el cómo te ves y a veces tratas de aparentar algo que no eres. Yo no era la excepción, gustaba de ropa a la moda, de verme impecable y estar rodeada de gente igual; para esos días, uno de los chicos más populares del colegio me había pedido salir con él. O sea, era básicamente un cuento de hadas el que estaba viviendo.

- No puedo creer que te haya invitado a salir - decía Julie, mi mejor amiga mientras caminábamos por el centro comercial después de salir de la escuela.

- ¿Por qué no? - pregunté yo un tanto tajante, ¿acaso hay algo mal en mí para que él no quisiera salir conmigo?

Julie era una chica muy bonita, de largo cabello rubio, grandes ojos verdes y figura esbelta, pero por algún motivo yo en mi mente egocéntrica siempre había creído ser más bonita que ella, y al parecer era algo que algunos chicos también pensaban.

- Bueno, solo es una expresión, sabes que estoy muy feliz por ti y sé lo mucho que te gusta Oliver.

- Pero ni se te ocurra mencionarlo frente a él - la amenacé volviéndome de repente hacia ella.

- ¿Por...? - comenzó a formular la pregunta.

- Porque no quiero que sepa que estoy loca por él... sería muy penoso.

- Comprendo - dijo ella con un hilo de voz.

Seguimos por el largo pasillo del centro comercial, había ido a comprar algo para ponerme en aquella cita tan esperada con Oliver, pues como Julie había mencionado, yo había estado enamorada de él desde hacía varios meses.

Anduvimos un rato hasta que encontré lo que a mí me pareció adecuado, tenía que lucir perfecta para ese día...Bueno, mi historia no comienza exactamente aquí, sino un poco más delante de todo esto, pero quiero recalcar en este momento cómo era en aquel momento mi actitud y comportamiento y en cómo los cambios repentinos influyen tanto en nosotros y mucho más aún cuando se dan durante la adolescencia.

Me despedí de mi amiga no sin antes prometer que la llamaría más tarde y quedar de vernos en el colegio llena de la emoción que aún me embargada por salir con aquel joven que me pretendía. Tomé un taxi por que odiaba el subterráneo o andar en bus y llegué a mi casa a tiempo para la cena como mi mamá me lo había pedido.

- ¡Vaya, llegas temprano! - exclamó una mujer castaña de ojos verdes, bastante parecidos a los míos.

- Fue lo que pediste, ¿no? - dije yo mientras pasaba por su lado al entrar.

- ¡Ay no!, acabo de perder una apuesta de cinco dólares, ¿por qué no te quedaste fuera? - preguntó a su vez una pequeña que acababa de hacer aparición en el vestíbulo de la casa.

- ¿Llegó April? - dijo una voz desde la planta alta.

- Si... - contestó Caitlin mirando hacia arriba, de dónde provenía la voz.

- ¡Genial!, me debes cinco dólares - exclamó mi papá con un dejo de triunfo en su voz.

- Estaban apostado conmigo? - pregunté yo con indignación al saber de qué estaban hablando.

- Sí, pero ya sabes cómo es tu padre... - dijo mi mamá sin darle importancia-. Mejor ve a lavarte las manos, ya vamos a cenar- propuso ella en el momento en que entraba por la puerta de la cocina.

Fui hacía mi habitación, un amplio espacio de paredes color lila en la que la mayoría de estas se encontraban tapizadas por posters de guapos actores de cine y de mis grupos de música favoritos. Dejé ambas bolsas sobre la cama y luego fui hasta el cuarto de baño, en donde lavé mis manos y cara para luego volver a bajar hacía el comedor para cenar. Cuando llegué al comedor, los tres ya me esperaban sentados a la mesa.

- Bueno, ya estamos todos - dijo mi mamá al verme, se puso en pie y se dirigió hacia la cocina.

- ¿Qué has hecho de cenar? - pregunté yo tratando de ver por entre la puerta cuando esta se abrió.

-Tu favorito... pollo al horno - dijo ella mientras salía de la cocina con un gran pollo sobre sus manos que olía muy bien.

- Que bien, pero... ¿qué celebramos?

Al preguntar aquello, los tres intercambiaron una mirada sospechosa, y luego se volvieron a hacia mí como si no se animaran a contarme algo.

- ¿Pasa algo? - pregunté con curiosidad ante su comportamiento.

- Elliott... ¿se lo dices tú... o lo hago yo? - dijo mi mamá mirando a mi papá con un gesto extraño entre incomodidad y nerviosismo.

- Dile tú... - respondió él zafándose por completo de aquella responsabilidad.

- Bien- exclamó ella mirándolo con reproche -.Veras, April...

- ¿Qué? - insistí, pues no se apuraba a dar aquella noticia que los tenía tan nerviosos a todos.

- A tu papá... lo han ascendido de puesto en el banco- comentó esta sin mirarme a los ojos.

- ¿Eso es? - pregunté yo sin encontrar la razón del misterio que los embargaba, al contrario, era una muy buena noticia-. Bien, no entiendo porque se comportan de esa manera entonces. ¿Qué puesto te han dado?

- Gerente - contestó mi papá al instante con una enorme sonrisa.

- ¡Qué bien!, esa es una muy buena noticia- exclamé al imaginar la cantidad de ropa que podría comprar una vez que mi papá ocupara aquel puesto.

- Pero eso no es todo- dijo mi mamá en tono serio.

- ¿Hay más? - pregunté ansiosa de saber más buenas noticias.

- Si... para ocupar ese puesto tenemos que mudarnos a Moore, será el gerente allá -comentó ella.

Entonces entendí el problema de todo aquello y sus rostros antes de revelarme la noticia.

- ¿Qué...?, no - exclamé yo.

- Ese es el problema, hija. Ya ha aceptado el puesto.




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