Miradas del corazón

Capítulo 4 - Un chico como los demás

¡Ey! primero que nada y antes de que comiences a leer este nuevo capítulo no tan nuevo, quisiera agradecerte por tomarte un momento de tu valioso tiempo para leer mi historia. Ya estoy bastante familiarizada con ella y hoy que vuelvo a leerla estoy segura de que si continuas conmigo en este camino se va a ganar un cachito de tu corazón. Agradecería ver tu comentario para saber qué opinas de ella. 

Ahora sí, a leer 🤗❤️


 

— ¿Cómo te fue? — preguntó mi mamá en cuanto entré en el auto una vez que acabaron las clases.

— Horrible — exclamé dando un resoplido de fastidio y cruzando los brazos sobre mi pecho, como hacía siempre que algo no me parecía.

— Por favor, no pudo haberte ido tan mal — dijo ella en un tono que pretendía darme ánimo.

— Pues sí, me fue mal... todos me miraban como si estuviera loca y me senté sola en la cafetería para almorzar. Nunca me había pasado— comenté yo decepcionada por aquello.

— A mí me fue muy bien, y hoy no me dejaron tarea — exclamó Caitlin ahora desde el asiento detrás de mí.

— Gracias por echármelo en cara — repliqué a mi hermana que se miraba muy feliz con su primer día de clases.

— Vas a ver que mañana todo saldrá mejor, April — dijo mi mamá dedicándome una sonrisa.

Llegamos a casa y las tres bajamos de inmediato. Era tan raro estar en casa tan rápido, por lo general cuando salía de la escuela me iba con mis amigas a algún centro comercial, al cine o comer, pero nunca a mi casa en cuanto salía. El día se me hizo demasiado largo, sin ningún lugar al que ir, sin amigos que visitar. Todo resultaba aburrido para mí.

— Me aburro — le dije a mi mamá una vez que sin saber qué hacer en mi habitación bajé hacía la cocina en un intento de distraerme un poco.

— ¿Por qué no vas a recorrer el pueblo? Es muy bonito — propuso ella viéndome de reojo mientras picaba algo para la cena.

— ¿Sola? No lo creo.

— Puedes ir con Caitlin...

— Ni me miren — dijo mi hermana antes de que le pidiera que saliera conmigo a recorrer Moore —. Iré a casa de Daphne antes de cenar.

— ¿Quién es Daphne? — pregunté yo con curiosidad.

— Mi nueva mejor amigo— contestó ella con altivez.

¡Genial! La mocosa ya tiene una mejor amiga, pensé para mis adentros.

— Caitlin ya tiene una nueva mejor amiga y yo no he conseguido siquiera un solo amigo — exclamé yo con enojo—. Será mejor que me vaya a mi habitación antes de que me dé un infarto cuando llegue mi papá hablando de sus nuevos amigos.

El resto de la tarde la pasé en mi habitación, y solo bajé cuando mi mamá anunció que la cena ya estaba servida, pero el hambre se me quitó cuando Caitlin empezó a platicarnos de los muchos amigos que había hecho en su nueva escuela.

Esa noche me fui con un solo deseo en mi mente, que al despertar al día siguiente todo aquello hubiera sido solo una horrible pesadilla, contarle a Julie mi mal sueño y reírnos juntas antes de que yo fuera a mi cita con Oliver. Pero no, cuando en la mañana abrí los ojos, de nuevo me encontraba en Moore, en mi nueva habitación, mirando un sol que aunque era el mismo de San Diego, para mí era tan distinto como la vida que ahora llevaba en aquel pueblo.

— Estoy lista — le dije a mi mamá una hora más tarde cuando bajé hacia la cocina completamente vestida para ir a la escuela.

— Bien— respondió ella mirándome por una fracción de segundos y luego volviendo a lo que estaba haciendo.

— ¿Nos vamos?— pregunté yo con urgencia, aunque no sabía porque, pero de ser por mí no iría nunca más a aquella escuela.

—Ah, April... he estado pensando que como la escuela no queda muy lejos, tú y Caitlin pueden ir caminando— comentó ella con una sonrisa nerviosa.

— ¡¿Qué?!— exclamé sin poderlo creer— ¡Arrgg!... ¡Maldita la hora en que nos vinimos a vivir a este pueblo!— grité yo caminando hacía la puerta.

—¡April!— gritó mi mamá, pero era demasiado tarde, yo ya había salido de la casa y ahora bajaba rápidamente por los peldaños hacía el camino de cemento que llevaba a la acera.

Caminé por encima de la acera, maldiciendo en voz baja cualquier cosa que me pasara por enfrente: Maldita mariposa colorida, volando por ahí presumiendo sus alas... Maldita piedra que se fue a poner en mi camino –la pateé lejos de mí- , deseando que nos largáramos de Moore en cuanto antes, prometiendo miles de cosas con tal de no estar más ahí.

Para llegar a la preparatoria el día anterior había que rodear un parque que estaba a solo unas cuantas cuadras de mi casa, pero eso era en auto, así que para acortar el camino decidí cruzarlo. Nunca había visto antes un parque como aquel, tan vivo, tan limpio, pero no había tiempo de detenerme o llegaría tarde.

Llegué a la preparatoria en el momento justo en que la campana indicaba el inicio de las clases de aquel día, no podía llegar tarde una vez más a otra clase, así que me apresuré a ir a mi clase de Literatura, la primera en mi horario de aquel día.

Corrí por el pasillo con la esperanza de no llegar tarde a mi clase, esquivando a todo el alumno que como yo iba tarde para su primera hora de aquel día. Estaba a punto de llegar, solo me hacía falta recorrer unos cuantos metros cuando al cruzar otro pasillo di de lleno con algo más alto que yo, el cual provocó que cayera al suelo por el impacto.

— ¡¿Qué te pasa?!— grité enojada a aquella persona que me había tirado. Me incorporé y me enfrenté— ¿Qué no miras por dónde vas?

— La verdad no — contestó él sin molestarse.

Miré a aquel chico, tenía el cabello castaño y piel cálida, pero no pude ver sus ojos, pues los cubrían unas gafas oscuras de sol. En su mano derecha había un bastón con el que se ayudaba a guiarse para caminar, entonces lo entendí todo, aquel chico era ciego.

— Entonces lo siento, supongo que fue mi culpa— dije yo de una manera no muy amable.

— No estoy diciendo que sea tu culpa— exclamó él con una sonrisa.




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