— ¿Ya se fue tu amigo?— preguntó mi mamá mirando por la puerta que continuaba abierta. Yo seguía mirando hacia el exterior recargada en el marco.
—Sí...— contesté con la vista perdida en la negrura.
—Debiste haberme dicho que era ciego— replicó ella una vez que me di vuelta hacía el interior y cerré la puerta tras de mí.
— ¿Por qué?
—Para haber estado preparada— dijo ella como excusa talvez de su comportamiento.
— ¿De qué manera?, ¿para haber tenido un lazarillo?— pregunté de manera sarcástica.
—No, pero...
—Me voy a dormir— dije yo interrumpiéndola.
No quería saber en qué forma hubiera estado preparada para la visita de mi compañero. Además, me sentía muy cansada, las últimas noches no había podido dormir muy bien, y pero esa estaba segura de que no sería igual. Y estaba en lo correcto, en cuanto me puse el pijama y me metí en la cama cerré los ojos y me quedé completamente dormida. Aquel día no había sido tan malo como el anterior, y esperaba que el próximo fuera aún mejor.
Desperté la mañana siguiente demasiado sobresaltada, pues había despertado casi media hora más tarde de lo normal, eso quitaba tiempo a mi arreglo personal, algo que no podía concebir, así que decidí que no me vendría mal saltarme la clase de matemáticas para poner un poco más de tiempo a ello. Llegué justo a tiempo para la clase de literatura, no hubiera tenido ningún problema en pasar aquella también y llegar más tarde aún a la escuela, pero había que calificar la famosa tarea de los hermanos Grimm.
—Muy bien— decía el profesor Smith mientras leía el ensayo—. Bastante completa... ¿Qué me puedes decir sobre los hermanos Grimm, April?
Aquella pregunta me tomó casi por sorpresa, me sobresalté un poco en un principio, pero aspiré hondo y traté de recordar lo que James me había dicho la tarde anterior sobre ellos.
—Pues... son escritores de cuentos para niños, pero en un principio no se creía así, pues... sus escritos tenían un cierto toque de realidad cruel o eran muy terroríficas para los niños— comenté yo examinando bien mis palabras, era como James lo había dicho.
—Muy bien— me felicitó el profesor sonriendo ampliamente.
—Gracias... de hecho... fue James quien me lo dijo— repuse yo mirando al chico que estaba sentado en la fila contigua a la mía—. A mí no se me da muy bien eso de la lectura.
—Entonces debo decir que el señor Bennet ha hecho un buen trabajo— comentó el hombre sin quitar aquella sonrisa de suficiencia.
—He tenido una buena alumna— exclamó James a su vez sonriendo.
De mis labios se escapó una repentina sonrisa, no sabía si era por el hecho de que ni yo misma creía eso de ser una buena alumna, o por el cumplido que el chico había hecho sobre mí.
Terminando las primeras cuatro clases fui directo a la cafetería, había comido muy poco con las prisas de llegar a la escuela a tiempo para la clase de literatura, y en aquel momento el hambre que sentía ya era bastante. Fui a mi solitaria mesa al fondo del lugar, miré hacía la mesa de los populares con la esperanza de ver a Justin, pero el chico aún no estaba ahí, sin embargo alguien más captó mi atención. James Bennet estaba a unas cuantas mesas de la que me encontraba yo, solo... no me explicaba como aquel chico podía estar solo, ahora que lo pensaba siempre lo había visto solo hasta el momento, sin ningún amigo, a pesar de ser divertido y no ser nuevo en la escuela.
Estaba absorta en mis pensamientos sobre el motivo por el cual James no tenía amigos, cuando alguien de pronto llamó mi atención de una manera un poco drástica.
— Hola— exclamó alguien repentinamente.
— ¡Ay!, me has asustado— le reproché a Justin que tomaba asiento a mi lado.
—Lo siento— se disculpó él riendo—. Debería dejar de tomarte desprevenida, puede ser peligroso.
—Sí, puedes provocarme un paro cardiaco— exclamé yo sonriendo.
—Y eso no puede pasar antes de nuestra primera cita. Por qué aún sigue en pie, ¿verdad?
— ¿Y porque no seguiría?— pregunté yo sonriéndole a aquel chico rubio de hermosos ojos que tenía frente a mí.
—No lo sé. Pero me muero de ganas de que llegue el día— dijo este con aquella sonrisa juguetona que ya lo caracterizaba.
—Yo también.
— ¿Te parece este viernes?
—Me parece— dije yo al instante, la verdad es que ya no podía esperar para que llegara esa cita.
—Y ¿qué hacías antes de que llegara?— preguntó mientras pasaba una mano sobre la mesa y tomaba la mía suavemente.
—Nada, solo... nada interesante— dije pensándomelo mejor.
Justin tomó mi mano un poco más fuerte y yo sentí como mi corazón se aceleraba un poco. Me parecía tan perfecto, el chico más guapo que hasta ahora había visto en la preparatoria Moore, y lo mejor era que al parecer yo también le gustaba a él.
— ¿Y cómo te fue con la tarea de Smith?
—Bien, James es muy inteligente— comenté yo mirando hacía la mesa en donde aún se encontraba aquel chico.
— ¿James?— preguntó Justin como si no hubiera escuchado bien.
—James Bennet.
— ¿Jimmy?...vaya, no sabía que él fuera tu compañero en esa clase— exclamó este mirando a James con rostro burlón—. Y sí, bueno... debe ser inteligente, no debe tener nada mejor que hacer.
— ¿Por qué lo dices?— ahora miraba de nuevo a mi acompañante.
—Digamos que Jimmy no es la persona más social de la preparatoria— comentó él con el mismo tono—. Es un tonto.
Estuve a punto de contradecir a Justin, pero no quería que se molestara, además, no conocía bien a James, no podía sacar conclusiones de cómo era y como no, así que solo me limité a mirar al chico, que en aquel preciso momento se levantaba de su silla y empezaba a caminar con su bastón en la mano hacía la puerta de la cafetería.
Mi mente divagó las últimas clases por varias cosas a la vez, la próxima cita con Justin, que era lo principal que estaba en mi cabeza desde el día anterior cuando me lo había pedido; y en lo que había dicho de James, pero siempre que a mi cabeza llegaba la sensación de que se había portado grosero al comentar eso de mi compañero, llegaba otra voz a mi cabeza que me reprochaba y me decía que si podía serlo, además, yo no lo conocía bien.