Miradas del corazón

Capítulo 8 - Christie Kotler

El chico me miró durante algunos segundos, pero no se atrevía a decir nada. Yo mantuve mi postura altiva y lo miré a los ojos, luego sin previo aviso se dio vuelta y anduvo con paso decidido hasta la acera para después caminar hacia el lado izquierdo de esta. Me quedé observando el punto por el que Justin había desaparecido y me di cuenta de que lo que había hecho ya no me causaba ningún daño, pero aun así quería que se mantuviera lo más alejado de mí posible.

— ¿Era el tal Justin?— dijo de pronto alguien tras de mí.

— Sí— contesté yo al momento que me daba la vuelta.

Mi mamá miraba desde la puerta algo apenada.

—Debí haberle dicho que no estabas, ¿verdad?— sugirió encogiéndose de hombros con incomodidad.

—No. Fue lo mejor— respondí yo pensándomelo.

—Bueno... ¿entras?, vamos a comer— dijo ella señalando el interior de la casa.

—Sí, solo voy a estar un momento más aquí.

—Bien— exclamó sonriendo levemente como señal de darme ánimos y luego entró en la casa sin decir nada más.

Tomé asiento en los escalones de la puerta de entrada, estaba confundida hasta cierto punto, pues hasta hace un día pensaba que Justin me gustaba, sin embargo, ahora no sabía que pensar. Aspiré profundamente el frío aire de noviembre, el clima ya se sentía helado, abracé mis brazos con fuerza sin dejar de presenciar el paisaje a mí alrededor. Todo era tan distinto a lo que se veía en San Diego, pero extrañamente ya no me molestaba tanto.

El resto del fin de semana no volví a ver ni rastro de Justin, algo que la verdad ya me lo había imaginado después de la manera en que le había hablado. Después de aquel encuentro que fue lo más emocionante que tuvo mi fin de semana no pasó nada más. Estuve en mi habitación la mayor parte del día haciendo cualquier cosa solo para no morirme del aburrimiento, y cuando llegó la hora de dormir aquel por la noche domingo casi lo agradecí, pues estaba ansiosa de salir de mi casa aunque fuera solo para ir de nuevo a la escuela.

— ¿Estas lista?— preguntó mi mamá saliendo de la cocina en cuanto notó mi presencia en el vestíbulo.

—Sí— contesté yo mientras me ponía mi chaqueta, hacía mucho frío fuera.

— ¿Quieres que te lleve?— preguntó mientras tomaba las llaves del auto del pequeño perchero.

—Mamá, la escuela está muy cerca. Puedo ir caminando.

Mi mamá solo sonrió al escuchar aquello. Ella siempre hacía cosas como aquellas cuando pensaba que había hecho algo mal, siempre trataba de reponer su mala acción con alguna buena. Pero no había hecho ningún mal, de cualquier manera habría pasado.

—¿Estas segura?— insistió dando vueltas a las llaves en su dedo índice.

—Me hará bien caminar— contesté con decisión.

Dicho esto salí a la fresca mañana. Los rayos del sol apenas calentaban, era como si solo acariciaran mi rostro suavemente. Caminé por el jardín delantero hasta llegar a la acera, en donde me detuve por un momento y la examiné de un lado a otro con la esperanza de ver a James, un poco de compañía no me iba a ir mal, pensé mientras miraba con atención la calle. Pero no había nadie ahí o por lo menos nadie que se pareciera a mi amigo. Así pues, al darme por vencida y aceptar que iría sola hasta la escuela, emprendí mi camino hacía la preparatoria Moore.

Como todas las mañanas desde que estaba en aquel pueblo, crucé el parque, pero ya no era tanto por acortar el camino, si no por mero placer. El parque aquella mañana lucía muy bonito. Los rayos de luz entraban entre los árboles, que a la vez tenían una fina capa de rocío en todas sus hojas. Mis pulmones se impregnaron del olor de la hierba húmeda y mi piel sintió el frío que esta desprendía al mantener aún la fría temperatura que la noche había dejado sobre ellos. Una vez que salí del parque el sol ya calentaba un poco más, dentro de este no se sentía tanto, pues la sombra de los árboles cubría la mayor parte.

Camine solo unas cuantas cuadras para llegar a la preparatoria, y al tenerla tan cerca ya no sentía muchas ganas de entrar, pues sabía que dentro me encontraría con Justin. Y no estaba tan equivocada, solo había dado unos cuantos pasos dentro de la escuela cuando el chico apareció tomado de la mano de Brittany, ella sonrió de forma socarrona en cuanto me vio, a lo que el chico hizo el mayor esfuerzo por no mirarme. Desvié la mirada y respiré hondo. Caminé hacía mi casillero, pero de camino vi a James, que para mi gran sorpresa no se encontraba solo ese día. Una chica estaba a su lado y parecían muy felices.

—Hola— saludé yo con un hilo de voz al llegar al lado del chico.

—Hola, April— contestó de inmediato.

—Hola...— dijo también la muchacha. Era una chica bastante bonita, tenía cabello oscuro al igual que sus ojos, y tenía una piel tan blanca que parecía casi transparente.

— ¡Ah!, te presento a Christie... creo que ya te había hablado de ella— comentó James posando su mano en el brazo de la joven.

—Sí, ya me habías comentado sobre ella— señalé yo sonriendo a la chica.

—Christie, ella es April, es nueva en la escuela— dijo el chico a Christie quien me sonrió ampliamente.

—Mucho gusto, April.

—Igualmente— dije yo devolviendo la sonrisa.

La campana sonó justo arriba de nuestras cabezas, mi reacción inmediata fue llevarme las manos a los oídos, y por lo visto también la de mis acompañantes. Luego Christie y James rieron y yo sonreí con un poco de esfuerzo.

—Bueno, tengo clases, nos vemos luego— sin esperar a que ellos dijeran algo caminé hacia el lado derecho del pasillo y fui a mi primera clase de aquel día.

—Miren quien está ahí— dijo de pronto una voz burlona en cuanto entré en el salón de clases — . Con la decepción que tuviste el viernes no esperaba que te atrevieras a volver a la escuela hoy, April.

Brittany me miraba desde el centro de un grupito de chicas que reían como tontas ante el comentario de su amiga. Era claro por el comportamiento de la chica que era considerada entre los alumnos de la escuela como la más popular, por ello mismo se sentía poderosa. Y la idea me vino a la mente como un globo de agua fría, yo había sido igual y la sola idea hizo que me causara asco yo misma, y a la vez no tuve fuerzas para contestar a sus burlas. Es cierto, le contesté a Justin una vez, pero entre mujeres es muy diferente, los chicos pueden tentarse el corazón frente a una chica, pero las mujeres como dicen muchos, podemos hacernos pedazos sin siquiera detenernos a meditar lo que continuación vamos a hacer o decir.




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